Matteo Garrone estrena ¡®Yo capit¨¢n¡¯, sobre la inmigraci¨®n africana: ¡°La verg¨¹enza siempre nos acompa?ar¨¢¡±
El cineasta italiano, responsable de ¡®Gomorra¡¯, afronta ahora el drama migratorio en una pel¨ªcula que ya gan¨® el Le¨®n de Plata a la mejor direcci¨®n en Venecia y que aspira al Oscar
Desde 2014, en el mar Mediterr¨¢neo han muerto m¨¢s de 28.500 personas queriendo alcanzar Europa. Unas 2.700 solo en 2023. Principalmente en la zona central, la ruta migratoria m¨¢s peligrosa del mundo, donde el Proyecto Migrantes Desaparecidos, de la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones (OIM), autor de esta terrible estad¨ªstica, contabiliza m¨¢s de 22.500 muertes y desapariciones.
Y estos son los seres humanos que previamente hab¨ªan logrado llegar a las costas del norte de ?frica, supervivientes a su vez de otra brutal traves¨ªa, la que realizan antes por tierra. Esa ruta nunca sale en los telediarios europeos, centrados en la tumba acu¨¢tica, y a ese viaje ha dedicado Matteo Garrone (Roma, 55 a?os) su ¨²ltimo trabajo, Yo capit¨¢n, que llega ahora a las salas espa?olas tras ganar el Le¨®n de Plata a la mejor direcci¨®n en el festival de Venecia y entrar en la preselecci¨®n de los Oscar a mejor pel¨ªcula internacional como representante de Italia.
En 2023, varios cineastas europeos pusieron un espejo ante el resto de los habitantes del continente para que observaran el reflejo de su racismo, que sintieran primero que hay una realidad que desde los sof¨¢s de los salones nunca descubrir¨¢n, y despu¨¦s que ni Europa puede vivir de espaldas a la realidad ¡°ni que con las murallas m¨¢s altas, enrocada en su fantas¨ªa de estado del bienestar, podr¨¢ detener a otros seres humanos que ans¨ªan, sencillamente, no vivir mejor, sino tan solo vivir¡±. La frase la dice Garrone, que con Yo capit¨¢n ilumina la traves¨ªa italiana. Pero en esa revelaci¨®n han estado tambi¨¦n Agnieszka Holland, con Green Border, en la frontera de Este, en el macabro pimp¨®n al que juegan, principalmente con sirios, entre Bielorrusia y Polonia, y Ken Loach, en El viejo roble, con los asentamientos de migrantes en Reino Unido. Al tr¨ªo le une su miedo a la ultraderecha, ¡°que ha llegado m¨¢s lejos que nunca en m¨¢s pa¨ªses europeos¡±, seg¨²n el ingl¨¦s. En Italia, el Gobierno de Giorgia Meloni ¡°goza de total impunidad¡±, asegura Garrone. ¡°Aunque no es la ¨²nica ni la gran culpable, sino que lo somos todos. Este proyecto se inici¨® antes de su triunfo y no parece que las cosas vayan a cambiar sin ella en el poder. La emergencia migratoria siempre ha existido, la verg¨¹enza siempre nos acompa?ar¨¢¡±.
Garrone charl¨® con EL PA?S en septiembre, durante la proyecci¨®n de su drama en el festival de San Sebasti¨¢n. Como es habitual en ¨¦l, habla sin parar, defendiendo con pasi¨®n ¡ªmarca de la casa¡ª un filme con notas de realismo m¨¢gico, pel¨ªcula de aventuras y trasfondo social. Ya aport¨® su visi¨®n sobre la inmigraci¨®n en Terra di mezzo (1996) y Ospiti (1998), antes de alcanzar la fama con su sexto largometraje, Gomorra (2008), la adaptaci¨®n del libro de Roberto Saviano. ¡°He vuelto al tema porque quer¨ªa ilustrar una injusticia, la violaci¨®n de un derecho humano b¨¢sico como es la libertad de movimiento. Son personas obligadas a poner en riesgo su propia existencia para emprender un viaje, a menudo de muerte. Muchas veces creemos que la desesperaci¨®n nace de motivos medioambientales, de conflictos b¨¦licos o del hambre. Y hay m¨¢s. El 70% de la poblaci¨®n africana son j¨®venes que, como los nuestros, persiguen sus sue?os, sue?os tangibles que conocen porque lo ven en redes sociales, en sus tel¨¦fonos. Y no entienden por qu¨¦ no pueden viajar libremente. Ante su vigor, ante su empuje vital para mejorar la vida de sus familias o, sencillamente, por conocer mundo, de nada sirven los muros, las barreras ni las vallas que construimos¡±, reflexiona Garrone. ¡°Me ha costado muchos a?os encarar esta historia, y solo hace tres descubr¨ª la clave. Hab¨ªa que contarla desde su punto de vista, desde ?frica, no desde el de los burgueses europeos de buen coraz¨®n¡±.
¡°Yo, que vosotros, no lo har¨ªa¡±
Como un or¨¢culo, en Dakar, donde arranca la traves¨ªa de Seydou y Moussa, primos y amigos de 16 a?os, un superviviente les recomienda: ¡°Yo, que vosotros, no lo har¨ªa¡±. Garrone apunta ah¨ª la diferencia de filmar un documental con afrontar una pel¨ªcula de ficci¨®n: ¡°Quiero que el espectador sienta el viaje emocional de los protagonistas. Por eso hemos intentado reconstruir la realidad con la ayuda de las personas que vivieron en su piel el viaje de la migraci¨®n¡±. ?Cu¨¢ntos subsaharianos conocen ese dolor? ¡°Solo puedo decirte que el 99% de los extras que participaron en la pel¨ªcula hab¨ªan sufrido esa experiencia, as¨ª que estaban ansiosos por contarlo, una realidad que ni siquiera verbalizan por temor a que sus compatriotas no les crean. Yo soy un mero intermediario, me puse al servicio de estas personas con mi experiencia y con mi mirada, aunque contando su verdad¡±.
?Hay soluciones factibles para acabar con esos miles de muertos? Antes de salir en barcos o pateras desde Libia y otros pa¨ªses del norte de ?frica, miles de personas fallecen atravesando el desierto del S¨¢hara, encerrados en las prisiones libias de los traficantes de seres humanos, asesinados por los bandoleros con los que se cruzan. Seydou y Moussa salen de la costa oeste africana, en un afluente de migrantes que pronto se convierte en un r¨ªo humano hacia el este, para dirigirse posteriormente hacia el norte sin que en ning¨²n momento encuentren descanso ni ayuda. ¡°El ¨²nico modo para combatir la injusticia, para luchar contra la trata de seres humanos, es regularizar los canales de entrada y de salida. Entender que hace falta la presencia de estas personas, j¨®venes que afortunadamente quieren trabajar aqu¨ª, porque nuestros pa¨ªses son pa¨ªses abocados a la muerte, con poblaci¨®n envejecida¡±, reflexiona. ¡°Me ha costado alcanzar esta reflexi¨®n, y ahora no me cabe ninguna duda. Nunca he visto una valla que haya frenado con ¨¦xito a los humanos¡±.
A la entrevista, Garrone ha llegado feliz. Desde el estreno de Yo capit¨¢n en Italia, el 7 de septiembre, cada semana fue recaudando m¨¢s y m¨¢s. Y en ese momento Italia la hab¨ªa seleccionado como representante a los Oscar: ¡°Yo solo quiero que se vea mucho. Que se proyecte gratis en colegios, en institutos. Por eso el filme entronca con Pinocho [anterior pel¨ªcula de Garrone]: hay unos protagonistas que huyen de la autoridad paterna, hay magia, hay secuencias on¨ªricas. Incluso en ambos casos hay reencuentros en vientres de ballenas, reales o figurados. Los chavales llevan camisetas del Bar?a y del Madrid, como cualquier adolescente de cualquier parte del mundo. No son n¨²meros, son personas como nosotros, con sus problemas e ilusiones. Si los conviertes en cifras de peri¨®dico o creas en la pantalla arquetipos, has levantado otra valla m¨¢s¡±.
Garrone aclara la voz y al final entristece el tono: ¡°?C¨®mo son los cuentos cl¨¢sicos, los de hadas? Historias basadas en el horror y la violencia, momentos duros donde tambi¨¦n nace la solidaridad humana. Y narraciones de advertencia ante los peligros que acechan. Quiero ver c¨®mo la reciben en ?frica, ir¨¦ a presentarla donde sea necesario. Espero hacer mella en el coraz¨®n europeo, pero tambi¨¦n que los chavales subsaharianos vean algo que nunca han observado, y es que antes de morir en el mar se puede fallecer en el desierto¡±.
Babelia
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