¡®Valle de sombras¡¯: la pel¨ªcula para no ir nunca de vacaciones al Himalaya

En uno de los m¨¢s impactantes inicios de pel¨ªcula del cine negro estadounidense de siempre, un hombre se dirig¨ªa con andar firme hasta una comisar¨ªa de polic¨ªa, cruzaba un largo pasillo hasta el departamento de homicidios, preguntaba por la persona al cargo y, tras entrar en su oficina y sentarse frente al oficial, hac¨ªa una ins¨®lita y calmada declaraci¨®n:

¡ªQuiero denunciar un asesinato.

¡ª?D¨®nde se cometi¨®?

¡ªEn San Francisco, anoche.

¡ª?Y a qui¨¦n mataron?

¡ªA m¨ª.

Este demoledor inicio de Con las horas contadas (D. O. A., siglas de Dead on Arrival, en su t¨ªtulo original), pel¨ªcula de Rudolph Mat¨¦ de 1949, bien podr¨ªa haber servido (y quiz¨¢ lo haya hecho) como inspiraci¨®n al guionista Alejandro Hern¨¢ndez y al director Salvador Calvo para componer el prometedor pr¨®logo de Valle de sombras, tan alejado en su ambiente, pero tan exacto en su concepto. Un hombre con una enorme mochila al hombro avanza con paso firme y rostro en calma por las atestadas y estrechas calles de Leh, en el norte de la India, llega hasta una comisar¨ªa de polic¨ªa, mira en un tabl¨®n de anuncios de la entrada los numerosos carteles con fotos de hombres y mujeres desaparecidos, llega hasta una mesa, entrega al oficial una de esas im¨¢genes con el encabezado de ¡°persona desaparecida¡± y afirma: ¡°Este soy yo: Enrique Bermejo¡±.

Lo que sigue es un largo flashback que va a ocupar casi todo el relato, con la explicaci¨®n de qu¨¦ le ha ocurrido durante todo ese tiempo: el valle de sombras del t¨ªtulo, el recorrido f¨ªsico y psicol¨®gico de un hombre que, acompa?ado de su pareja y del hijo de esta, decidi¨® pasar tres semanas de vacaciones espirituales en la monta?a, en los alrededores del Himalaya. Sin gu¨ªas expertos, sin m¨®viles, pues estamos a finales de los a?os noventa. Solo con un par de mapas en papel, la Lonely Planet, unas tremendas ganas de experimentar y una enorme ingenuidad. Dos incautos acompa?ados de un menor, dispuestos a elevar su esp¨ªritu y a dar gracias por una enfermedad mortal superada, como una suerte de viaje al santuario de la Virgen de Lourdes para pijos con aspiraciones entre lo m¨ªstico y lo hippie. En principio, aqu¨ª hay pel¨ªcula. Y, adem¨¢s, alejada de las modas morales y religiosas contempor¨¢neas. La historia perfecta para no ir nunca al Himalaya de vacaciones. El reverso tenebroso del cl¨¢sico de Frank Capra Horizontes perdidos y la bendita hospitalidad de Shangri-La.

Sin embargo, Calvo, experimentado realizador de series, que comenz¨® su carrera en cine con la estupenda sorpresa de1898. Los ¨²ltimos de Filipinas, notable producci¨®n antib¨¦lica sobre nuestra historia, y que logr¨® un gran ¨¦xito de taquilla con Ad¨² (un mill¨®n de espectadores), en ambas con Hern¨¢ndez como guionista, ha compuesto una pel¨ªcula digna y en ciertos sentidos a contracorriente, pero que queda un par de escalones por debajo de aquellas, sobre todo de la primera.

Una obra sobre el choque de culturas que mezcla, no siempre con acierto, la aventura, el thriller y el drama personal, con una factura t¨¦cnica impecable y una estupenda fotograf¨ªa de ?lex Catal¨¢n, que se estanca en su n¨²cleo narrativo central (sobre todo por el retrato del improbable personaje que sirve de apoyo al protagonista), y a la que en su puesta en escena le sobran algunas c¨¢maras lentas y tomas con dron, esa herramienta t¨¦cnica tan presuntamente perfecta para la espectacularizaci¨®n, que pocas veces resulta loable en lo art¨ªstico. A Valle de sombras le sobran pesadillas mal compuestas en imagen y montaje, y le falta la hondura necesaria para describir ese estado de abatimiento.