B¨¦lgica da un paso m¨¢s en la descolonizaci¨®n de sus museos y en la restituci¨®n del expolio
Con la exposici¨®n ¡®Repensar colecciones¡¯, el Museo de ?frica de Bruselas, fundado por Leopoldo II, busca c¨®mo afrontar el pasado colonial del pa¨ªs a trav¨¦s de una investigaci¨®n sobre el origen de sus fondos
La advertencia a la entrada del Museo de ?frica de Bruselas est¨¢ escrita en varios idiomas, europeos y africanos: ¡°Todo pasa, salvo el pasado¡±. C¨®mo afrontar ese pasado, sobre todo cuando implica un siniestro legado colonial como el de B¨¦lgica, es un proceso largo, dif¨ªcil y, a menudo, doloroso. En el museo fundado por el rey Leopoldo II en un magn¨ªfico palacio a las afueras de la capital belga para exhibir obras y objetos ¡ªy hasta restos humanos¡ª de ese Congo que durante d¨¦cadas fue su propiedad personal, hace tiempo que se emprendi¨® una tarea de reflexi¨®n, que incluy¨® su cierre durante cinco a?os para reconfigurar su colecci¨®n para que dejara de ser una oda a la colonizaci¨®n y ofreciera, como intenta hoy, una mirada cr¨ªtica y contextualizada del pasado colonial del pa¨ªs.
Un camino que ahora da un paso m¨¢s, con la exposici¨®n Rethinking Collections (repensar las colecciones), basada en una investigaci¨®n cient¨ªfica sobre los or¨ªgenes de las colecciones como paso previo fundamental ¡ªaunque no exclusivo, advierten sus responsables¡ª para emprender el necesario camino de la restituci¨®n de piezas de arte a sus pa¨ªses de origen, otra de las tareas en las que trabaja plenamente este museo.
¡°No se trata solo de renovar nuestro edificio, tambi¨¦n debemos innovar completamente, sobre todo nuestra forma de pensar¡±, explica a EL PA?S el nuevo director general del Museo de ?frica, Bart Ouvry. ¡°Esta muestra es un nuevo paso para retomar, de una manera cr¨ªtica, la forma en que miramos nuestro propio pasado como museo, pero tambi¨¦n como belgas, y como europeos¡±.
La exposici¨®n, que se inaugura este viernes y permanecer¨¢ abierta hasta el 29 de septiembre, propone un breve, pero profundo, recorrido sobre las razones que est¨¢n detr¨¢s de la necesidad de restituci¨®n ¡ªestablecida adem¨¢s por ley en B¨¦lgica desde 2022¡ª y los complejos procedimientos necesarios para aclarar el origen de las colecciones de los museos. No es una cuesti¨®n balad¨ª: solo en el Museo de ?frica, se desconoce totalmente el origen del 22% de las obras de su colecci¨®n, formada en su gran mayor¨ªa (m¨¢s de 40.000 piezas, el 60% del total) por obras tra¨ªdas del Congo antes de la I Guerra Mundial. ¡°?C¨®mo llegaron aqu¨ª? Algunos lo hicieron a trav¨¦s del sector privado, o por las fuerzas p¨²blicas, y sabemos muy bien que parte de ellas llegaron a nuestra colecci¨®n mediante la violencia, el robo, manipulaciones. Es importante saberlo¡±, subraya Ouvry, un director de museo at¨ªpico, ya que antes fue embajador en varios pa¨ªses africanos. Un pasado profesional que marca tambi¨¦n su experiencia al frente del mayor referente belga, y probablemente europeo, del pasado colonial occidental.
La nueva muestra, que seg¨²n Ouvry obedece tambi¨¦n a un ejercicio de ¡°transparencia¡± y de voluntad de incitar al di¨¢logo sobre el pasado colonial, la abre una de las piezas ic¨®nicas del museo: la estatua Nkisi Nkondi, arrebatada como trofeo a su due?o, el jefe tribal Ne Kuka, uno de los nueve reyes de la ciudad de Boma, en 1878, durante una expedici¨®n de castigo en 1878 del comerciante belga Alexandre Delcommune. La estatua est¨¢ en la lista de obras a restituir a Kinsasa, ya que nadie discute la necesidad y hasta obligaci¨®n moral de devolverla a sus due?os originales. Pero no todas las obras tienen un origen tan claro. El museo estima que el 25% de su colecci¨®n procede de expediciones de colecci¨®n organizadas espec¨ªficamente con ese fin, pero queda averiguar con qu¨¦ procedimientos fueron obtenidas. Otro 15% son piezas con las que se hicieron los militares, un 12% la administraci¨®n colonial, un 8% las empresas que all¨ª operaban y otro 7% del mercado de arte colonial.
La investigaci¨®n de c¨®mo una obra lleg¨® a manos del museo, algo que se hace mediante el estudio de archivos, cartas y todo tipo de documentaci¨®n disponible ¡ªcomo explica y exhibe la muestra¡ª, pero tambi¨¦n a trav¨¦s de una recopilaci¨®n de la historia oral local, entre otros, es importante no solo para aclarar si su origen es leg¨ªtimo o no. Tambi¨¦n permite ¡°aprender la historia humana tras esos objetos¡±, destaca la historiadora Agn¨¨s Lacaille, una de las tres autoras del libro La f¨¢brica de las colecciones que ha servido de base para la muestra.
La importancia de la restituci¨®n
Averiguar el origen de una pieza forma parte, adem¨¢s, de ¡°un proceso mayor de mirar atr¨¢s en nuestro pasado colonial, de interrogarnos sobre ¨¦l y pensar en las consecuencias y efectos a largo plazo que han tenido en todo el mundo hasta hoy¡±, agrega la profesora de historia afroamericana y estudios africanos de la Universidad estatal de Ohio Sarah van Beurden, otra de las autoras del libro y curadoras de la muestra. Porque, subraya, ¡°cuando te llevas un objeto, te llevas mucho m¨¢s que un objeto, te llevas una referencia de la sociedad con su pasado¡±.
De ah¨ª la importancia de la restituci¨®n, acota el congole?o Didier Gondola, profesor de Historia africana en la Universidad Johns Hopkins y tercero de los signatarios del libro. ¡°Los objetos que se encuentran aqu¨ª son parte de nuestra historia m¨¢s que de la belga, nosotros hicimos esos objetos y nosotros conectamos con ellos, con su identidad, con nuestra historia, con nuestros ancestros. Y todo eso nos lo amputaron¡±, afirma. ¡°Cuando se habla del denominado subdesarrollo de ?frica, creo que la extracci¨®n de objetos de arte tambi¨¦n contribuy¨® a ello, porque con esa extracci¨®n se cort¨® nuestra continuidad hist¨®rica cultural¡±, analiza.
Una ¡°amputaci¨®n¡±, como la califica Gondola, que la restituci¨®n de la obra puede curar o, al menos, aliviar, cree Ouvry: ¡°El proceso de restituci¨®n puede contribuir a aumentar el inter¨¦s nacional por ese patrimonio de todo pa¨ªs concernido, ya sea en ?frica, Am¨¦rica Latina o en Asia¡±, sostiene.
?Significa esto que todos los pa¨ªses pueden aprender de B¨¦lgica a la hora de afrontar de alguna manera su pasado colonial, como plante¨® el ministro de Cultura espa?ol, Ernest Urtasun, en referencia precisamente al museo que dirige ahora Ouvry? El belga hace gala de su pasado diplom¨¢tico a la hora de responder: ¡°Creo que hay una dimensi¨®n espec¨ªfica de cada pa¨ªs y que cada pa¨ªs, en la multiplicidad de esta historia, debe buscar sus respuestas. No hay una sola respuesta¡±. Para ¨¦l lo m¨¢s importante, asegura, es ¡°trabajar con los pueblos que han sido objeto de acciones coloniales y, a veces, v¨ªctimas del poder colonial. Eso, y no la discusi¨®n entre europeos u occidentales, es lo que forma parte del proceso de restituci¨®n, de intercambio, de reconciliaci¨®n¡±.
Una reconciliaci¨®n que este museo de Bruselas busca tambi¨¦n activamente a trav¨¦s de sus exposiciones. De lo que muestra, que es apenas un 1 o 2% de su colecci¨®n total, y de lo que no muestra: a puerta cerrada, a la espera de acabar una ¡ªotra¡ª reflexi¨®n sobre c¨®mo presentarlas, Ouvry ha ordenado guardar una serie de bustos de figuras militares coloniales y de otras estatuas de guerreros africanos representados de una forma ¡°muy agresiva¡±, algo que tambi¨¦n es un reflejo de los prejuicios coloniales. Entre las estatuas que esperan est¨¢ otra de las antiguas joyas del museo: el hombre leopardo, la estatua que inspir¨® uno de los personajes de Tint¨ªn en el Congo, el ¨¢lbum que le vali¨® a su autor, Herg¨¦, acusaciones de racista y colonialista. Son obras que ¡°muestran ?frica de una forma muy primitiva, cuando ?frica es mucho m¨¢s. De ah¨ª la importancia de contextualizarlas. Necesitan subt¨ªtulos¡±, dice Ouvry.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.