Un estudio ubica el pecio del gale¨®n ¡®San Bartolom¨¦' a escasos metros de un puerto de Bizkaia
Casi 400 tripulantes murieron en 1597 ahogados en las playas de Mundaka ante la imposibilidad de rescatarlos por el fuerte temporal que azotaba la zona
Tras el fallido intento de Felipe II de invadir Inglaterra en 1588, el monarca decidi¨® recomponer su Armada con la construcci¨®n de 12 grandes galeones, conocidos como los Doce Ap¨®stoles, ya que todos hab¨ªan sido bautizados con el nombre de un disc¨ªpulo de Cristo. El San Bartolom¨¦ (36,5 metros de eslora y 900 toneladas) fue uno de ellos. En 1597, junto al San Pablo, el San Pedro y el Santiago de Galicia, adem¨¢s de otros barcos de menor tonelaje, recibieron la orden de tomar Falmouth (Inglaterra) y destruir la flota enemiga. Portaban 120.000 ducados para el pago de las tropas y, posiblemente, la compra de voluntades, de los que 50.000 los cargaba el gran San Bartolom¨¦. Pero a 171 kil¨®metros de la costa inglesa, una descomunal tormenta dispers¨® la Armada. No obstante, casi todas las naves pudieron regresar a la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, incluido el San Bartolom¨¦, pero cuando atrac¨® en Vivero (Lugo) otro fuerte temporal lo arrastr¨® durante cuatro jornadas por la cornisa cant¨¢brica sin posibilidad de poder enderezar su ruta. Acab¨® hundido, y la mayor¨ªa de sus tripulantes ahogados. Desde entonces, se han barajado muchos sitios donde pudo naufragar. Pero ahora el hallazgo de nueva documentaci¨®n en el Archivo de Simancas (Valladolid) desvela el lugar exacto: la barra del puerto de Mundaka (Bizkaia).
El estudio El naufragio del gale¨®n San Bartolom¨¦ (1597), de Jos¨¦ Luis Casab¨¢n Banaclocha, investigador asociado del Institute of Nautical Archaeology (INA), de la Texas A&M University, recuerda que hist¨®ricamente se han barajado tres posibles ubicaciones: una en las islas Brit¨¢nicas y dos en Espa?a. En Inglaterra, los restos de un barco del siglo XVI hundido en Bartholomew Ledges (suroeste de Inglaterra) en las islas Sorlingas, se han atribuido al San Bartolom¨¦. Pero esta hip¨®tesis se basa solo, afirma el estudio, ¡°en el hallazgo de varios lingotes de plomo, anclas de hierro y un ca?¨®n de retrocarga giratorio de hierro forjado, similares a los de otros pecios de la Gran Armada de 1588¡å, adem¨¢s de trozos de cer¨¢mica vidriada, loza y seis monedas de plata fechadas entre 1474 y 1555. ¡°Sin embargo, no existe ninguna conexi¨®n directa entre este pecio y el San Bartolom¨¦, y posiblemente se trate de los restos de un mercante armado espa?ol procedente de los Pa¨ªses Bajos espa?oles de finales del siglo XVI¡±.
Los defensores de que el barco se hundi¨® en las costas espa?olas se basan en una carta escrita por Felipe II en la que se lamentaba de la p¨¦rdida del gale¨®n ¡°en Vivero¡±. Sin embargo, en el Naval Tracts (Tratados navales) del almirante ingl¨¦s William Monson (1569-1643) se sit¨²a el siniestro en las costas de Bizkaia, aunque el marino no aporta m¨¢s datos.
¡°Esta discrepancia acerca de la posible ubicaci¨®n ha sido resuelta de forma definitiva gracias al hallazgo de una serie de documentos in¨¦ditos conservados en el Archivo General de Simancas, seg¨²n los cuales, a su regreso a Espa?a, el piloto del San Bartolom¨¦, Pantale¨®n Gonz¨¢lez, no pudo entrar en el puerto de El Ferrol como el resto de los nav¨ªos por tener los ¨¢rboles partidos a causa de la tormenta¡±, sostiene Casab¨¢n.
El viento les empuj¨® entonces hacia las islas Sisargas (Berganti?os) y, cuando por fin lleg¨® la calma, las corrientes marinas los llevaron hacia Santa Marta (r¨ªa de Ortigueira). La nave, no obstante, logr¨® refugiarse en la r¨ªa de Vivero, donde fonde¨®, con cuatro anclas, la primera semana de noviembre de 1597. El capit¨¢n de Infanter¨ªa Pedro de Guevara envi¨® entonces un despacho al adelantado de Castilla en el que le comunicaba la llegada de la nave y ped¨ªa permiso para desembarcar el dinero que transportaba. El 9 de noviembre, el pagador del rey lleg¨® a la villa gallega a recoger la hacienda real. Pero Guevara le sugiri¨® que lo mejor ser¨ªa esperar al d¨ªa siguiente, ya que el gale¨®n fondeaba a unos tres kil¨®metros de la costa y estaba a punto de anochecer. ¡°Nadie pod¨ªa sospechar lo que iba a ocurrir esa misma noche. Guevara ni siquiera hab¨ªa desembarcado sus pertenencias¡±, sostiene el informe.
A las ocho de la tarde, el viento comenz¨® a soplar del sur, convirti¨¦ndose pronto en un temporal. ¡°Era tal su fuerza que rompi¨® los cables de las cuatro anclas del gale¨®n, arrastr¨¢ndolo a mar abierto junto a dos nav¨ªos franceses cargados de brea y arroz que hab¨ªan sido embargados para la Armada¡±. No fue hasta cuatro d¨ªas despu¨¦s, a 400 kil¨®metros de Vivero, cuando el proveedor de Vizcaya, Baltasar de Lezama, escribi¨® al rey, seg¨²n se ha descubierto ahora en Simancas, afirmando que el barco hab¨ªa naufragado frente a las costas vascas.
Seg¨²n el relato del funcionario vizca¨ªno, el 13 de noviembre, a las dos de la tarde ¡°apareci¨® un barco frente a cabo Machichaco disparando sus ca?ones pidiendo ayuda¡±. El alcalde de Bermeo, Mart¨ªn de Vaquera, reuni¨® entonces cinco pinazas (peque?as embarcaciones de remo y velas) para socorrerlo entre impresionantes olas. No pudieron hacer nada, el San Bartolom¨¦ se estrell¨® contra la barra de Mundaca antes de que llegase el auxilio. Vaquera decidi¨® entonces dirigirse a Mundaca. ¡°Al llegar, pudo comprobar que ya no hab¨ªa nada que hacer, excepto intentar rescatar a la gente que iba a bordo¡±, que en aquel momento se agolpaba desesperada en la cubierta del barco. Murieron 360 de sus 400 tripulantes, ya que fue imposible rescatarlos debido a las grandes olas y solo una pinaza consigui¨® salir del puerto para tratar de salvar a los tripulantes del gale¨®n que se iban echando al agua. Un total de 280 cuerpos llegaron en los siguientes d¨ªas a la playa, adem¨¢s de numerosas cajas y ba¨²les. Una docena de arcabuceros vigilaban por si aparec¨ªan objetos de valor. Finalmente, ¡°la caja de tres cerraduras y cuatro barras de hierro que conten¨ªa el dinero del rey se recuper¨® en la orilla, vac¨ªa y sin tapa. Presentaba un gran impacto en uno de sus lados, causado probablemente al caerle encima uno de los ca?ones¡±. Los supervivientes, por su parte, fueron atendidos, se les dio ropas y calzado, alimentos, adem¨¢s de dinero. Se les envi¨® a Bilbao y de all¨ª a Ferrol.
La ubicaci¨®n del naufragio en medio de la barra, una zona muy expuesta al fuerte oleaje ¨Dactualmente all¨ª se re¨²nen los mejores surfistas por sus olas de hasta cinco metros¨D, dificult¨® los trabajos de recuperaci¨®n de los restos que pudieran quedar. No fue hasta principios de enero de 1598 cuando Lezama pudo enviar al rey el inventario de los materiales recuperados: tres piezas de artiller¨ªa de bronce, m¨¢s de 3.000 kilos de clavos, 2.700 de cabillas de hierro, el palo del trinquete, cadenas de hierro, dados de bronce, 100 picas, una bandera rasgada, vestidos, manteles, candelabros, tres arcabuces... Ninguna menci¨®n a la hacienda del rey.
¡°Las inusuales circunstancias que rodearon la p¨¦rdida del San Bartolom¨¦ han dado lugar a diversas hip¨®tesis sobre su ubicaci¨®n. Sin embargo, el hecho de que el gale¨®n fuera uno de los buques m¨¢s robustos de la Armada y, por tanto, el elegido para transportar una importante cantidad de dinero, contribuy¨® indirectamente a que se generara una abundante colecci¨®n de documentos relacionados con su p¨¦rdida y los posteriores trabajos de salvamento, lo que permite reconstruir los acontecimientos que condujeron a la p¨¦rdida del gale¨®n. Los nuevos datos aportados por los manuscritos hallados en el Archivo de Simancas tambi¨¦n confirman, de forma inequ¨ªvoca, que el San Bartolom¨¦ naufrag¨® en la barra de Mundaca el 13 de noviembre de 1597¡å. Y all¨ª debe de seguir, seg¨²n el informe del Institute of Nautical Archaeology de Texas.
Babelia
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