Jorge Juan, el marino cient¨ªfico que espiaba a Inglaterra por orden del rey de Espa?a
Una exposici¨®n en el Museo Naval, inaugurada por Felipe VI, recupera la figura del militar que moderniz¨® la Armada espa?ola y demostr¨® el achatamiento del globo terr¨¢queo
El marqu¨¦s de la Ensenada, secretario de Hacienda, Guerra, Marina e Indias de Fernando VI, le dio una orden directa: era necesario espiar las nuevas t¨¦cnicas navales inglesas. El estrat¨¦gico Pac¨ªfico ¨Dconocido como el Lago espa?ol, as¨ª como la costa norteamericana¨D estaba en peligro ante los avances t¨¦cnicos de los brit¨¢nicos. Y as¨ª fue como el alicantino Jorge Juan y Santacilla (1713-1773) se convirti¨® en un afable m¨ªster Josues que lleg¨® a intimar con el almirante de la Royal Navy George Anson y el primer ministro John Russell, IV duque de Bedford. En menos de una semana logr¨® lo que el embajador espa?ol en Londres no hab¨ªa conseguido en a?os. No obstante, la polic¨ªa inglesa le descubri¨®, pero consigui¨® alcanzar el Canal de la Mancha y huir a Par¨ªs. Ahora la trepidante vida de marino, ingeniero y cient¨ªfico de Novelda (Alicante) ha sido recuperada en la exposici¨®n Jorge Juan. El legado de un marino cient¨ªfico, que ha inaugurado este vienes en el Museo Naval de Madrid el rey Felipe VI para conmemorar el 250? aniversario de su muerte.
Comisariada por Jos¨¦ Mar¨ªa Moreno y Blanca Sazatornil, la exposici¨®n re¨²ne 113 piezas relacionadas con el alicantino que proceden de 15 instituciones nacionales e internacionales. Entre ellas, destacan algunas que se muestran por primera vez en Espa?a, como el retrato pintado durante su etapa de formaci¨®n como caballero de la Orden de Malta, que actualmente se exhibe en el palacio del Gran Maestre de La Valeta, o los retratos de los cient¨ªficos franceses Louis Godin y Charles-Marie de La Condamine, prestados por el Observatorio de Par¨ªs. La exposici¨®n re¨²ne, adem¨¢s, otras piezas procedentes de archivos, bibliotecas y museos nacionales, como la Biblioteca Nacional de Espa?a, el Archivo General de Simancas, el Museo Nacional del Prado o la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Instruido en la Real Academia de Guardiamarinas de C¨¢diz, logr¨® una gran formaci¨®n en matem¨¢ticas, navegaci¨®n, astronom¨ªa y construcci¨®n naval. Por eso, cuando en 1733 la Academia de Ciencias francesa decidi¨® organizar dos expediciones ¨Duna a Laponia y otra al Ecuador¨D para determinar la verdadera forma de la tierra, los guardamarinas Jorge Juan y Antonio de Ulloa fueron designados por la Corona espa?ola para participar en la misi¨®n que se dirig¨ªa al Per¨². La expedici¨®n cont¨® con los instrumentos cient¨ªficos m¨¢s modernos de la ¨¦poca, que permitieron calcular la medida del arco del meridiano con una precisi¨®n sorprendente a pesar de las dificultades planteadas por la complicada orograf¨ªa del terreno.
Los resultados resolvieron as¨ª la disputa cient¨ªfica y confirmaron que la Tierra era una esfera achatada en los polos. Las conclusiones de la expedici¨®n geod¨¦sica fueron recogidas en varias obras publicadas por sus integrantes a su regreso a Europa. Jorge Juan y Antonio de Ulloa reunieron sus experiencias en dos obras principales: Observaciones astron¨®micas y f¨ªsicas hechas de orden de S.M. en los Reynos del Per¨² y Relaci¨®n Hist¨®rica del Viage a la Am¨¦rica Meridional. En paralelo a este encargo real, ambos marinos tuvieron que asumir responsabilidades militares que les obligaron a viajar por buena parte de la regi¨®n sudamericana. Estos viajes les facilitaron, a su vez, levantar cartograf¨ªa detallada de las costas e islas americanas del Pac¨ªfico y conocer de primera mano las costumbres y formas de vida de los habitantes del virreinato peruano.
En 1750, nada m¨¢s terminar su exitosa y peligrosa misi¨®n de espionaje en tierras brit¨¢nicas, el marqu¨¦s de la Ensenada le encomend¨® la construcci¨®n de los arsenales de Ferrol, Cartagena y La Carraca (C¨¢diz). A esta tarea dedic¨® los siguientes 12 a?os, adem¨¢s de poner en marcha un m¨¦todo de construcci¨®n conocido como Sistema Jorge Juan, que desarrollaba conocimientos en mec¨¢nica, teor¨ªa del buque y c¨¢lculo infinitesimal. As¨ª se armaron m¨¢s de una docena de modernas naves, entre ellas el San Genaro, el Velasco y el Real Carlos, orgullo de la renovada Armada espa?ola.
Como capit¨¢n de la Compa?¨ªa de Guardiamarinas, promovi¨® manuales cient¨ªficos, fundamentalmente sobre astronom¨ªa, que se plasmaron en la creaci¨®n de un revolucionario Real Observatorio de C¨¢diz. Pero, adem¨¢s, como amante de las tertulias cient¨ªficas cre¨® la Asamblea Amistosa Literaria, con tanto ¨¦xito que llam¨® la atenci¨®n de nuevo de la Corona, que le requiri¨® para los m¨¢s dispares proyectos, como mejorar el rendimiento de las minas de azogue de Almad¨¦n (Ciudad Real) o la recuperaci¨®n de tres nav¨ªos hundidos en el puerto de La Habana.
En 1762, sufri¨® lo que los m¨¦dicos de la ¨¦poca diagnosticaron como un ¡°c¨®lico vilioso convulsivo de nervios¡± ¨Dposiblemente un c¨®lico biliar¨D que casi le llev¨® a la tumba. A pesar de sus graves problemas de salud, cinco a?os despu¨¦s fue nombrado embajador extraordinario en Marruecos. Antes de fallecer, public¨® Examen Maritimo Theorico Pr¨¢ctico, donde reuni¨® todos sus conocimientos en construcci¨®n naval y navegaci¨®n.
Muri¨® en 1773 y fue enterrado en una desaparecida iglesia cerca de la madrile?a plaza de las Descalzas. A causa del derribo del templo, sus restos fueron trasladados a los s¨®tanos del Ayuntamiento de Madrid, donde permanecieron hasta 1854, cuando se los reubic¨® en el Pante¨®n de Marinos Ilustres de San Fernando. Jorge Juan fue ampliamente reconocido por la comunidad cient¨ªfica internacional de su tiempo. Fue miembro de la Real Academia de San Fernando, de la Academia de las Ciencias de Par¨ªs, de la Real Sociedad de Londres y de la Academia de Berl¨ªn. ¡°Su legado sigue con nosotros¡±, le record¨® como bienvenida el director del Museo Naval, Juan Escrigas, al rey Felipe VI cuando este viernes acudi¨® a la exposici¨®n vestido de uniforme marino de gala.
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