¡®El color p¨²rpura¡¯: magn¨ªficas canciones, gran decepci¨®n visual

?Puede un musical no ser una buena pel¨ªcula musical a pesar de la excelencia de su m¨²sica? Sin duda. El color p¨²rpura, en versi¨®n cinematogr¨¢fica de Blitz Bazawule, es el ¨²ltimo ejemplo.

Hay una fant¨¢stica colecci¨®n de canciones, con m¨²sica y letra de Brenda Russell, Allee Willis y Stephen Bray, que, abarcando un largo relato que ocupa la primera mitad del siglo XX, va avanzando cronol¨®gica y musicalmente por algunos de los m¨¢s emblem¨¢ticos estilos asociados a la m¨²sica negra y al Sur profundo: el blues, el soul, el g¨®spel, el jazz. Hay tambi¨¦n un notable grupo de int¨¦rpretes, algunos de ellos ¡ªempezando por Fantasia Barrino, su protagonista¡ª ya bregados sobre las tablas de Broadway en su versi¨®n teatral, 11 nominaciones a los premios Tony en 2006 y revitalizada en una reposici¨®n de 2015. Y, por supuesto, est¨¢ la dram¨¢tica y algo lacrim¨®gena historia de su personaje principal, ¡°pobre, negra, fea y mujer¡±, separada de su querida hermana durante d¨¦cadas, masacrada por el martillo ejecutor de los hombres a su alrededor, y salvada por la solidaridad de las mujeres, una nueva adaptaci¨®n de la famosa novela de Alice Walker con la que Steven Spielberg realiz¨® su primera aproximaci¨®n al drama en 1985.

Sin embargo, la visualizaci¨®n del conjunto, desigual, sin identidad, con alg¨²n n¨²mero notable y con alg¨²n otro n¨²mero pedestre, no alcanza el nivel. Bazawule, tras la c¨¢mara, cuyo cr¨¦dito m¨¢s relevante hasta ahora era haber dirigido Black Is King (2020), el ¨¢lbum visual de Beyonc¨¦ inspirado por El rey le¨®n, ¡°concebido para celebrar el halo y la belleza de la negritud ancestral¡±, en palabras de la propia cantante, parece m¨¢s empe?ado en intentar imitar a Spielberg en lo sentimental y en ser el en¨¦simo ¨¦mulo de Terrence Malick y su sol refulgente atravesando las siluetas de sus personajes, que en concebir una verdadera conjunci¨®n entre el drama, la m¨²sica, la danza y la composici¨®n gr¨¢fica de inspiraci¨®n pict¨®rica de los distintos elementos en el plano ¡ª tanto los personajes como el entorno f¨ªsico¡ª, ayud¨¢ndose al mismo tiempo de la utilizaci¨®n de la luz y de los colores del vestuario, que es lo que acaba conformando un buen (o un gran) musical.

Pese a que quiz¨¢ le falte un punto de carisma como int¨¦rprete cinematogr¨¢fica, ese que s¨ª pose¨ªa la (casi) debutante Whoopi Goldberg en la adaptaci¨®n de Spielberg de la novela de Walker, Barrino, procedente de American Idol antes de triunfar en Broadway, tiene una enorme voz y cumple con creces. Tanto Danielle Brooks, nominada al Oscar a la mejor actriz de reparto, como Colman Domingo y la espectacular Taraji P. Henson est¨¢n estupendos en sus papeles. Ahora bien, ya lo hemos dicho, el problema de El color p¨²rpura es visual. Aunque haya buenos n¨²meros, siempre ensalzados por la partitura y salvados por sus int¨¦rpretes, pocas veces hay en la pel¨ªcula un sentido din¨¢mico del espacio, una armon¨ªa y una unidad expresiva.

El cine, por mucho musical que sea, es imagen. Y hay momentos en los que la imagen llega a doler, con dos momentos paradigm¨¢ticos en el socav¨®n: la secuencia ambientada en ?frica, con un festival de clich¨¦s en ambientaci¨®n y vestuario, una luz horrenda y una puesta en escena deplorable, con la c¨¢mara siempre en el lugar menos adecuado; y el n¨²mero final, con el mal sabor de boca postrero, de un abrumador estatismo ¡ªy m¨¢s, trat¨¢ndose de un musical¡ª, con los personajes cantando detr¨¢s de unas mesas intrascendentes, y lleno de feos planos medios cortados por el est¨®mago. Es decir, la ant¨ªtesis de lo que deber¨ªa ser un momento clim¨¢cico del g¨¦nero.