Pepe de Luc¨ªa, cantaor: ¡°Cuando ¨¦ramos ni?os Paco y yo, y est¨¢bamos siempre juntos, hasta las cucarachas eran bonitas¡±
El ¨¢lbum ¡®Pepito y Paquito¡¯ recupera grabaciones in¨¦ditas de los hermanos De Luc¨ªa cuando ten¨ªan 11 y 13 a?os. ¡°He sufrido mucho, y he aprendido mucho de ese sufrimiento¡±
Jos¨¦ S¨¢nchez G¨®mez, Pepe de Luc¨ªa (Algeciras, 79 a?os), leyenda del flamenco, es alto, de piel oscura y ojos brillantes. Es domingo 18 de febrero y el cantaor y productor se encuentra de buen humor. Tiene d¨ªas, dicen en su entorno, verdaderamente oscuros. Hoy no es uno de ellos. Ha llegado a Madrid y al d¨ªa siguiente partir¨¢ a Nueva York. ¡°A?oro Madrid de una forma incre¨ªble¡±, dice mientras pide un botell¨ªn de agua. ¡°Es algo que que no tiene explicaci¨®n: cada vez que llego aqu¨ª respiro de otra manera, siento de otra manera, pienso de otra manera. Soy de otra manera¡±. Todos los d¨ªas de su vida, todos, dice, escucha a su hermano Paco de Luc¨ªa y a Camar¨®n de la Isla. ¡°?ramos el equipo A: Paco, Camar¨®n, Tomate y yo¡±.
Se cumplen 10 a?os de la muerte repentina en M¨¦xico, v¨ªctima de un infarto, del alma gemela de Pepe de Luc¨ªa, Paco de Luc¨ªa. Se recuperan (el ¨¢lbum Pepito y Paquito) cantes flamencos grabados cuando Paco ten¨ªa 11 a?os y Pepe 13, una exhibici¨®n de genio y talento que estremece escuchar. Y Pepe de Luc¨ªa, que mide sus apariciones en prensa, accede a hablar una hora con EL PA?S. ?De qu¨¦?. ¡°De lo que preguntes. Por ejemplo de c¨®mo llegu¨¦ yo aqu¨ª. Mi padre con dos ni?os chicos en una m¨¢quina de carb¨®n, sentados en asientos de palos en tercera. Paraba en Bobadilla el tren y escuch¨¢bamos: ¡®Hay gaseosa, Citronia, Coca-cola, bocadillo¡¯. ¡®No preocuparos que mam¨¢ ha echado comida aqu¨ª en la bolsa¡¯, nos dec¨ªa¡±. Los tres, a?os cincuenta, se alojaron en una pensi¨®n de la calle Santa Isabel de Madrid; cada ma?ana sal¨ªan a buscarse la vida yendo de promotor en promotor sin suerte (¡°Los ni?os son muy peque?os¡±; ¡°La censura est¨¢ muy mal¡±) y terminando los d¨ªas en su cuarto comiendo queso con membrillo, el padre en una cama y los ni?os abrazados en otra para darse calor.
Pregunta. Y un d¨ªa se fueron al programa de Jos¨¦ Luis Pecker.
Respuesta. Cantamos all¨ª de muerte y toc¨® Paco de esc¨¢ndalo. Nos regalaron un mecano y un tren. Mi padre r¨¢pidamente pens¨® en Jos¨¦ Mar¨ªa Pardo, un guitarrista que siempre fue con Valderrama y con mi hermano Ram¨®n, y le llevamos el mecano y el tren a su casa, en la calle Mes¨®n de Paredes. Se los quedaron sus dos hijos y nosotros comimos una semana.
P. Y se van a un restaurante de lujo, de dos plantas, a tocar, por insistencia de su padre.
R. All¨ª iba mucha gente de la alta sociedad. El due?o era F¨¦lix, que nos dijo que nos sent¨¢semos en una sillita a cantar y que sin problema. Y los clientes nos iba dejando dinero. Un d¨ªa lleg¨® una mujer encantadora de la que no olvidar¨¦ su cara ni su sonrisa: la gran Nati Mistral. Cuando nos vio, abri¨® los ojos como asombrada de lo que hac¨ªamos, de c¨®mo tocaba Paco y c¨®mo cantaba yo, y nos regal¨® 6.000 pesetas que nos sirvi¨® para comer en la calle Echegaray durante una semana. Y durar m¨¢s tiempo en Madrid.
Yo me escapaba del colegio. No me gustaba. Y Paco lo mismo¡±
P. Se fue a Nueva York.
R. Un d¨ªa lleg¨® Jos¨¦ Greco y nos dice: me llevo al ni?o a Nueva York. Una semana, para hacer all¨ª un show importante. Cuando llegu¨¦ a Nueva York sub¨ª a la habitaci¨®n del hotel Bristol y all¨ª vi estrellitas como cuando te pegas un porrazo en el suelo muy grande: los rascacielos de noche. Cuando baj¨¦ a cenar me dice Greco: ¡°Pepe, te voy a presentar un amigo m¨ªo¡±. Un t¨ªo vestido de negro, con una camisa blanca, fuerte: Rocky Marciano. Leyenda absoluta del boxeo, amigo de la mafia de Nueva York.
P. Deslumbrado.
R. Deslumbrado. Sobre todo cuando volv¨ª a Estados Unidos y, en medio de la gira, me dice Greco en Chicago que se viene con nosotros mi hermano Paco. Y Paco conmigo¡ Le dije al llegar: ¡°Este, ese y aquel se han portado mal conmigo¡±. Y cogi¨® la guitarra y se fue a hablar con ellos porque Paco era de callar mucho, pero una bestia f¨ªsica: nadaba en Algeciras kil¨®metros y kil¨®metros. Los puso a todos firmes, ¨¦ramos unos chiquillos.
P. Estuvieron en Tijuana.
R. Comimos all¨ª con mujer que nos invit¨® a su casa, una mujer con el pelo blanco, un delantal blanco y una cara de ¨¢ngel, una mujer mayor. Y hab¨ªa una foto muy grande de un hombre all¨ª. ¡°?Y ese hombre qui¨¦n es?¡±. ¡°Ese hombre es Pancho Villa. Es mi marido¡±. Luego me enter¨¦ que Pancho Villa ten¨ªa varias esposas.
Un nombre clave en Los Luc¨ªa es el guitarrista y letrista Antonio S¨¢nchez Pecina, casado con Luc¨ªa G¨®mez Gonz¨¢lez, que dio su nombre a la saga. Tuvo tres trabajos. Ten¨ªa fama de autoritario y duro; 30 a?os despu¨¦s de su muerte, Pepe de Luc¨ªa dice que es mentira: le gustaba, eso s¨ª, la perfecci¨®n. ¡°Mi padre, por la noche, con hemorroides muy graves, que yo lo escuchaba de llorar, se arreglaba y cog¨ªa la guitarra, se pon¨ªa su boina y se iba a buscar la vida a un cabaret que se llamaba El Pasaje Andaluz. Una vez, en una bronca, le partieron una guitarra a mi padre, que lleg¨® llorando a casa. Ten¨ªa una verduler¨ªa en la plaza. Y por la tarde hac¨ªa de corredor, y vend¨ªa telas. Tocaba la bandurria, ten¨ªa un grupo que se llamaba Los Chocleros. No fue una vida f¨¢cil. ?Pero sabes lo que pienso? Pienso en la sencillez, ese saborear la vida como yo la saboreaba con mi madre por la ma?ana: son vivencias que me ense?aron que no hay nada m¨¢s grande que la honestidad y que la humildad¡±.
P. Fue hu¨¦rfano su padre.
R. Se qued¨® hu¨¦rfano con diez a?os. Viv¨ªa en un chozo ¨¦l solo. Me lo contaba cuando era muy mayor, llorando a l¨¢grima viva. ¡°Yo soy muy desgraciado, hijo. Yo viv¨ªa en un chozo solo. Yo me iba a un cuartel con una lata a pedir de comer, que me echaran los soldados. Una mujer me guardaba el pan duro y luego me iba a dormir a la choza. Muerto de miedo porque ten¨ªa diez a?os y iba a tirar del copo, de la cuerda, de los pescados a ver que me daban. Ni me daban nada, un real o cualquier cosa. Y con eso yo iba tirando, yo iba tirando¡±. Fue un hombre que sufri¨® tanto de peque?o que lo alabo de verdad. Y por ¨¦l por ¨¦l fuimos lo que somos y no somos nada. Pero en fin: fuimos lo que somos.
P. F¨ªjese, viaj¨® a Nueva York con 13 a?os. Y ha vuelto ahora.
R. Yo me escapaba del colegio. No me gustaba. Y Paco lo mismo. Mi padre un d¨ªa me descubri¨® y fue a hablar con el maestro, y al volver nos dijo que no ¨ªbamos m¨¢s al colegio: si no quer¨¦is estudiar, a aprender a tocar la guitarra.
P. Eran pobres y felices.
R. Mi madre me mandaba a Venancio, que nos fiaba todo. ¡°Un cuarto de kilo de az¨²car, un poco de manteca color¨¢ y ya est¨¢¡±. ¡°Bueno, ll¨¦vate un poquito de esto y tambi¨¦n esto y lo apunto aqu¨ª¡±. Venancio sab¨ªa que hab¨ªa tanta hambre que nos fiaba todo a todos, y ni pod¨ªa pagar a los proveedores: se termin¨® ahorcando en el r¨ªo Palmones. Yo luego me hice amigo de sus hijos. Me estremezco contando esto.
Hace unas semanas Pepe de Luc¨ªa estuvo viendo a Tomate en el Teatro Maestranza. Ten¨ªa de invitado a la Ni?a Pastori y a la Macanita. Tomate le dedic¨® el concierto a ¨¦l y al recuerdo de su hermano Paco. ¡°Todo el mundo haci¨¦ndose fotos conmigo y d¨¢ndome el lugar¡±, dice. ¡°Pero yo no quiero eso ya. Yo me meto en mi casa y no salgo en todo el d¨ªa. Me gusta hacerme de comer. Yo vivo solo, yo me cocino muy bien, aprend¨ª a cocinar para hacerle de comer a mi hermano, aprend¨ª a lavar para lavarle a mi hermano los calzoncillos blancos con palomino [r¨ªe], de lavarle los pa?uelos, de lavarle sus camisas, sus camisetas, de lavarle su ropa de siempre¡±. Tiene a Paco de Luc¨ªa, genio universal, siempre presente. Eran los peque?os de casa, inseparables. ¡°Lo tengo conmigo. Por la noche lo tengo presente y siempre le pido que me ayude, que me ayude a estar todav¨ªa un poquito m¨¢s aqu¨ª para poder arreglar algo que se pueda arreglar. Jug¨¢bamos cuando peque?os. ?bamos con mi padre y mi madre al cine y lleg¨¢bamos luego a la casa y nos encontr¨¢bamos toda la casa llena de cucarachas, y hasta la cucaracha era bonita en aquella ¨¦poca¡±. Pepe de Luc¨ªa canta mucho a la belleza. La suya y la de su hermano Paco. No se quitaba la guitarra de encima. Me dec¨ªa: ¡°Pelleja [me llamaba Pelleja], t¨² lo que tienes que hacer es d¨¦jate de ir. Si pap¨¢ te dice que pongas la mano derecha, t¨² no la pongas. Ella sola se va a poner derecha, ella sola se va a poner derecha y cuando menos te des cuenta vas a tocar la guitarra sin darte cuenta, como un loco, como una fiera. Yo lo miraba y no dec¨ªa nada. Un d¨ªa descubri¨® c¨®mo se com¨ªa la mano izquierda, y c¨®mo la mano derecha; ten¨ªa una fuerza incre¨ªble. Yo no llegu¨¦ a ese l¨ªmite, ¨¦l era un fuera de serie, algo impresionante¡±.
P. ?Cu¨¢l es el primer recuerdo que tiene de Camar¨®n de la Isla?
R. A m¨ª me llama el palmero de Bambino, Pepe: ¡°Tengo aqu¨ª un ni?o que est¨¢ parando en mi casa. ?Quieres escucharlo ma?ana?¡±. Yo viv¨ªa en la calle O¡¯Donnell. Llamo a Rafael de C¨®rdoba, un cantaor amigo m¨ªo, Rafael de Huelva, y vamos a escucharlo. Llego a la plaza de Cascorro y aparece ¨¦l con un traje azul con su pelito muy guapo, su carita guap¨ªsima. ¡°Yo me llamo Camar¨®n¡±. Y digo: ¡°Vente, vamos al bar de ah¨ª al lado en Cascorro¡±, un bar que hay all¨ª, en un lateral de la derecha. Y all¨ª empez¨® a cantar un poco por sole¨¢ y a m¨ª se me cayeron los palos del sombrajo. Me fui corriendo a la calle Ilustraci¨®n a cont¨¢rselo a mi padre y a mi hermano Paco, a decirles aquello que hab¨ªa visto.
Somos, ¨¦ramos, Paco, Camar¨®n, Tomate y yo: nos met¨ªamos en el estudio y hac¨ªamos verdaderas maravillas. Discos incre¨ªbles porque Camar¨®n era de otro planeta¡±
P. Y le compuso.
R. Ya empec¨¦ a componerle. Dijo Tomate en su concierto que yo era el mejor que le hab¨ªa compuesto, y me llen¨® de orgullo esas palabras de un hermano como el Tomate, porque ¨¦l lo ha vivido con nosotros. Somos, ¨¦ramos, Paco, Camar¨®n, Tomate y yo: nos met¨ªamos en el estudio y hac¨ªamos verdaderas maravillas. Discos incre¨ªbles porque Camar¨®n era de otro planeta, de otra galaxia. Por eso se lo llev¨® tan pronto el destino.
P. ¡
R. Era tan t¨ªmido, tan retra¨ªdo. No se re¨ªa porque le daba verg¨¹enza.
P. Paco de Luc¨ªa y Camar¨®n de la Isla.
R. Paco no pod¨ªa soportar estar sin Camar¨®n. Ten¨ªa mucha tristeza con eso. No se quitaba a Camar¨®n de la cabeza.
P. Y usted los perdi¨® a los dos.
R. Cuando muri¨® Paco a m¨ª me dijeron que yo ten¨ªa un ojo en un lado y otro en otro. Eso se ha visto solo en los tebeos. A m¨ª se me trab¨® la vista. De hecho, yo iba conduciendo al entierro y me par¨® mi compadre Jos¨¦ de And¨²jar, y me dijo ¡°P¨¢rate porque vas dando bandazos¡±. Y no he parado de sufrir. Pero tambi¨¦n la vida es sufrir tambi¨¦n. No es que sea morboso, pero te ense?a mucho.
Babelia
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