Museos sobre la emigraci¨®n en Europa, un ant¨ªdoto contra el ascenso de la ultraderecha
La incorporaci¨®n del relato migratorio a los museos europeos, sustentado por la historiograf¨ªa que ha trabajado esta cuesti¨®n desde hace d¨¦cadas, se produce en medio del auge de los discursos ultranacionalistas y xen¨®fobos
Desde hace algunos a?os, se est¨¢ produciendo una revisi¨®n de las narrativas de los museos europeos, de acuerdo con las nuevas investigaciones hist¨®ricas y con las inquietudes y denuncias de la sociedad actual. Gran parte de estos relatos tratan de superar las visiones euroc¨¦ntricas, nacionalistas y colonialistas y tambi¨¦n aquellas que tienen un sesgo en temas de g¨¦nero. El objetivo de esta resignificaci¨®n de los espacios muse¨ªsticos es analizar los ¨¢ngulos ciegos de la Historia, en gran parte de las ocasiones inc¨®modos, para poder tener una mejor comprensi¨®n sobre el pasado y el presente. Entre los temas m¨¢s afectados por estas nuevas visiones se podr¨ªan destacar las colonizaciones y las migraciones. Espa?a, tras las declaraciones sobre la ¡°descolonizaci¨®n¡± de los museos de Ernest Urtasun, ministro de Cultura, se ha introducido en los debates europeos sobre las narrativas de ciertos acontecimientos del pasado. El objetivo es obtener una visi¨®n m¨¢s precisa, factual y completa del contexto hist¨®rico de cada momento, o, como ha mostrado en numerosas ocasiones el historiador ?lvarez Junco, aprender qu¨¦ hacer con un pasado sucio, sin necesidad de renunciar a ¨¦l.
Este intento de acabar con las visiones simplistas sobre el pasado est¨¢ permitiendo introducir los movimientos migratorios en los relatos nacionales, como elemento esencial para comprender la vertebraci¨®n de las sociedades actuales y no como un problema social, tal y como la muestran ciertos discursos pol¨ªticos europeos. Hasta hace algunos a?os ¡ªy todav¨ªa a d¨ªa de hoy en pa¨ªses como Espa?a¡ª, las narrativas oficiales, e incluso las de los libros de texto, olvidaban mostrar el impacto de las migraciones en la constituci¨®n de las sociedades actuales. Este olvido nos impide comprender el mundo en el que vivimos. Si hacer referencia a la colonizaci¨®n es esencial para entender el siglo XIX europeo y su auge industrial y econ¨®mico, las alusiones a la emigraci¨®n son imprescindibles, entre otras cosas, para comprender la reconstrucci¨®n de la postguerra europea y, en el caso espa?ol, la realidad econ¨®mica y pol¨ªtica del franquismo. Todo esto est¨¢ provocando que en varios pa¨ªses europeos la emigraci¨®n se est¨¦ convirtiendo en un tema protagonista, aunque no siempre con los mismos objetivos.
En Francia, el pasado verano se reabri¨® el Museo de la Historia de la Inmigraci¨®n en el imponente Palacio de la Porte Dor¨¦e, edificado para la exposici¨®n colonial internacional de 1931. Este museo pone en valor la contribuci¨®n econ¨®mica, pol¨ªtica y social de la emigraci¨®n en Francia, sin olvidar que, en diferentes momentos, la sociedad de este pa¨ªs tambi¨¦n tuvo que hacer las maletas por motivos pol¨ªticos o econ¨®micos. Al mismo tiempo, permite reflexionar sobre c¨®mo los flujos migratorios est¨¢n muy relacionados con las coyunturas econ¨®micas y pol¨ªticas de los pa¨ªses, lo que convierte a las personas en sujetos-objetos dependientes del efecto llamada o de las pol¨ªticas restrictivas de entrada. La muestra, que cuenta con una gran cantidad de documentos y fotos de ¨¦poca, est¨¢ organizada cronol¨®gicamente a trav¨¦s de 11 hitos hist¨®ricos relacionados con la emigraci¨®n desde 1685 hasta la actualidad. La cronolog¨ªa ha sido, precisamente, una de las cuestiones m¨¢s debatidas entre algunos historiadores de la emigraci¨®n, ya que este concepto suele referirse exclusivamente a la ¨¦poca contempor¨¢nea por su vinculaci¨®n con el surgimiento de la ciudadan¨ªa y de los Estados-Naci¨®n.
En Irlanda, en 2016 se inaugur¨® el EPIC The Irish Emigration Museum en un antiguo almac¨¦n industrial del siglo XIX. Esta exposici¨®n permanente, a pesar de que tambi¨¦n analiza los movimientos de poblaci¨®n en Europa, tiene una orientaci¨®n y unos objetivos muy diferentes a los del museo franc¨¦s. En primer lugar, dada la propia historia irlandesa ¡ªy tambi¨¦n a los objetivos de esta muestra, de los que se hablar¨¢ m¨¢s adelante¡ª, el museo se centra en la di¨¢spora irlandesa repartida por todo el mundo, sin hacer apenas menci¨®n a la emigraci¨®n que han recibido en el ¨²ltimo siglo, a pesar de que el 17,4% de su poblaci¨®n es inmigrante, seg¨²n los datos de la ONU de 2020. En segundo lugar, el museo es una iniciativa privada enfocada fundamentalmente al turismo con el principal objetivo de mostrar los valores y la cultura irlandesa y como sus ciudadanos mantienen el v¨ªnculo con su pa¨ªs natal, al mismo tiempo que exportan sus tradiciones. Esto provoca que en algunos momentos el concepto de emigraci¨®n se confunda con el de identidad nacional, difuminando, e incluso banalizando, el propio significado de la emigraci¨®n. Se cita, por ejemplo, a Barack Obama, a pesar de no ser irland¨¦s ni hijo de irlandeses, ?e incluso se nombra a cuatro expresidentes de Espa?a por sus relaciones con Irlanda! (sin citar los nombres). A diferencia del museo franc¨¦s, en este caso el contenido no tiene una organizaci¨®n cronol¨®gica, sino tem¨¢tica y el componente hist¨®rico solo tiene un protagonismo relevante en las primeras salas en las que se habla de la emigraci¨®n de la gran hambruna (1845-1849), entre otros episodios.
Estas dos exposiciones nacionales son solo dos ejemplos de c¨®mo los movimientos de poblaci¨®n se est¨¢n introduciendo en los discursos nacionales, aunque con diferentes objetivos. La exposici¨®n temporal Wer wir sind en Alemania, la muestra itinerante Nous saisonniers, saisonni¨¨res en Suiza o el museo Red Star Line en Amberes son otros ejemplos que, como en el caso de Francia, tratan de incluir las migraciones en sus narrativas nacionales. Todas estas representaciones muestran c¨®mo Europa se ha caracterizado en toda la ¨¦poca contempor¨¢nea por su movilidad ¡ªmigraciones y exilios¡ª, tanto de obreros como de emigrantes de cuello blanco, sin olvidar a los intelectuales. Esta renovaci¨®n de los discursos muse¨ªsticos y sociales viene acompa?ada por unos estudios hist¨®ricos transaccionales, los cuales tratan de transcender los marcos nacionales, pues solo de esa manera se puede comprender la sociedad en su complejidad.
La incorporaci¨®n del relato migratorio a los museos europeos, sustentado por la historiograf¨ªa que ha trabajado esta cuesti¨®n desde hace d¨¦cadas, llega en un momento especialmente importante y complicado. El auge de los discursos ultranacionalistas y xen¨®fobos provoca que en la actualidad sea necesario incluir las migraciones en los relatos muse¨ªsticos para mostrar que la conformaci¨®n de las sociedades actuales no se puede entender si no se atiende a los movimientos migratorios como elementos explicativos de nuestra cultura, econom¨ªa y pol¨ªtica. Estas narrativas deben hacerse con rigor y seriedad, para evitar caer en discursos nacionalistas que vuelven a sumergirnos en los mismos debates y errores. Al mismo tiempo que los discursos xen¨®fobos muestran la necesidad de actualizar las narrativas para evidenciar sus propias contradicciones, esos mismos movimientos de ultraderecha convierten esta tarea en un gran reto. Su presencia en las instituciones europeas obstaculiza la organizaci¨®n de museos p¨²blicos que analicen con rigor nuestro pasado migrante. Mientras tanto, siempre nos quedar¨¢ recurrir a Un franco, 14 pesetas o a Chocolat, la v¨¦ritable histoire d¡¯un homme sans nom para recordar que el desprecio a las migraciones es negarnos a nosotros mismos.
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