Reivindicar la diferencia, agitar lo normativo: la danza de Poliana Lima mantea la escena
La bailarina y core¨®grafa brasile?a estrena en Madrid ¡®The commom ground¡¯, un ¡®freakshow¡¯ intercultural que abandera lo monstruoso y la hibridaci¨®n cultural
¡°?Qu¨¦ es lo que se supone que no puedo hacer? Desde lo establecido en lo cultural, en la identidad colectiva, por ser mujer¡ Porque, mira, lo voy a hacer todo¡±, se pregunta en voz alta la bailarina y core¨®grafa Poliana Lima (S?o Paulo, Brasil, 40 a?os) al hablar con este peri¨®dico sobre su pr¨®ximo estreno: el espect¨¢culo The common ground, que se ver¨¢ en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid los d¨ªas 21 y 22 de marzo y est¨¢ desde hace d¨ªas con casi todas las entradas vendidas.
Esta bailarina y core¨®grafa migrante, que lleg¨® a Madrid en 2011 huyendo de las grandes audiciones de las compa?¨ªas europeas ¡ª¡°En las que no encajaba ni por f¨ªsico ni por personalidad¡±, asegura¡ª y del fr¨ªo y la nieve, se pregunta m¨¢s cosas; en esta nueva obra y a lo largo de su trayectoria. Especialmente desde Oro negro (2022), montaje con el que empez¨® lo que ser¨¢ una trilog¨ªa que contin¨²a ahora con The commom ground y terminar¨¢ con Carnaval, ¡°una obra de gran formato para 10 o 12 bailarines, seg¨²n el dinero que haya¡±, explica. Se cuestiona, por ejemplo, la identidad cultural por pura herencia y lo monstruoso que resulta, a ojos de algunos, el salirse de ah¨ª.
Y si en Oro negro, un solo para dos cuerpos (Lima compart¨ªa escena con otro int¨¦rprete que solo la miraba), esta idea situaba su movimiento y su cuerpo en un lugar irreverente y profundo, ahora la cosa se torna colectiva y aparece el concepto de comunidad subversiva. ¡°Como mujeres tenemos muy interiorizada la voz de lo que se puede o debe hacer y lo que no, y todo esto marca nuestro comportamiento. En este sentido, en Oro negro sent¨ª que si hab¨ªa que morir o matar desde lo art¨ªstico, eleg¨ªa lo segundo. En The common ground la idea es: ¡®Voy a seguir matando y adem¨¢s he llamado a unos amigos¡±, r¨ªe. ¡°Trato lo monstruoso como todo aquello que no encaja en lo bueno, lo bonito y lo verdadero que establecen algunos. Y reivindico que si tu ser, tu cuerpo, no encaja en esto o lo otro y sientes que las normas y lo que t¨² eres no tiene espacio ah¨ª, tu oficio de vida es explotar y dinamitar esas normas. No solo para que quepas t¨², sino para que tambi¨¦n lo hagan otros¡±.
Seis int¨¦rpretes, Almudena P¨¦rez, Dar¨ªo Barreto, Dar¨ªo Sigco, Malvin Montero, Natalia Fernandes y Poliana Lima, forman esta comunidad art¨ªstica e identitaria de un margen no establecido (porque tambi¨¦n est¨¢n los m¨¢rgenes normativos) que es The common ground. Una especie de freakshow intercultural, heredero en varios aspectos de la m¨ªtica obra May B, de la core¨®grafa Maguy Marin, pero tambi¨¦n de la pel¨ªcula El sabor de la sand¨ªa (2005), del taiwan¨¦s Tsai Ming-liang, de alg¨²n perre¨ªto de la cantante brasile?a Anitta e incluso de la cuarta temporada de American Horror Story, aquella serie ambientada en uno de los ¨²ltimos espect¨¢culos de fen¨®menos que abogaba, entre otras cosas, por lo terror¨ªfico y verdadero de la supervivencia en el filo. ¡°Todos los int¨¦rpretes que formamos esta obra hemos sido rechazados por esto o lo otro en alg¨²n momento y en alg¨²n contexto. Por no encajar en la norma. Y quer¨ªa que en el grupo estuviera muy clara la personalidad de cada uno y la rabia, pero tambi¨¦n la libertad de haber sido unos outsiders que abrazan lo que esto nos brinda¡±, reivindica la creadora, que explica que este espect¨¢culo les sirve para coronarse como excluidos, y que no lo contrario.
Exhaustos
Del ensayo general con luces, vestuario, m¨²sica, pero sin p¨²blico, al que este peri¨®dico ha sido invitado, los int¨¦rpretes salen satisfechos ¡°aunque el final no es del todo as¨ª¡±, explica Lima. Tambi¨¦n exhaustos. Porque no paran en los setenta minutos que dura el espect¨¢culo y porque la coreograf¨ªa se sustenta en la repetici¨®n y un vaiv¨¦n de emociones que tiemblan de la contenci¨®n al desbordamiento. No hay grandilocuencias en la escenograf¨ªa, ni artefactos vistosos que la sustenten. Son seis cuerpos en una especie de ring de variedades, absolutamente marcado de una manera espl¨¦ndida por la composici¨®n musical de Pablo S¨¢nchez, que incluye ritmos brasile?os, m¨²sica de Bach, sonidos de funk e incluso un pasodoble, todo matizado en un coherente espacio sonoro.
Adem¨¢s hay risas, aplausos y abucheos enlatados cuya finalidad es la de enmarcar la importancia del otro, del que mira, para aprobar o excluir. ¡°Tambi¨¦n hace referencia al hecho mismo de la representaci¨®n. Qui¨¦nes somos en escena y qui¨¦nes creen los dem¨¢s que somos¡±, aclara Lima, seguidora confesa del credo de Samuel Beckett, desde que vio una representaci¨®n de Esperando a Godot con 18 a?os. ¡°El mundo dentro del mundo. No por la conquista individual del drama o el triunfo, sino por la locura de estar aqu¨ª¡±, aclara.
¡°De mis trabajos me han dicho que les recuerda a una posesi¨®n demoniaca o espiritual o incluso que me sexualizo¡±, cuenta divertida. ¡°Pero todo viene de un lugar m¨¢s inocente y las danzas brasile?as que he bailado desde peque?a. Aun as¨ª, qu¨¦ pasa, ?que porque seas una persona seria o profesional ya no puedes poner tu culo en la cara de alguien?¡±.
¡ª?Y en qu¨¦ medida le afecta lo que se diga de sus trabajos?
¡ªMe afecta, porque me quejo o lloro, pero luego hago lo que quiero ¡ªsuelta una carcajada¡ª. Lo que quiero decir es que lo que de verdad me importa es que el reconocimiento que reciba, aunque no sea grandioso, sea por lo que hago y desde el lugar ¨ªntimo en el que lo hago. No voy a cambiar lo que hay en m¨ª para llegar m¨¢s lejos. Y tan contenta.
Desde Palo en la rueda, su primera creaci¨®n, un solo de diez minutos de 2011, hasta la actualidad, Lima atesora 12 producciones y un s¨®lido lugar en la danza de este pa¨ªs que la posicionan, por ejemplo, como firme candidata para el pr¨®ximo Premio Nacional de Danza. Ella se aferra a lo que atraviesa su discurso desde el principio: la inocencia y la fe. ¡°En la vida y en la creaci¨®n. De hecho, creo que el paso de los a?os no ha hecho sino potenciar estos dos aspectos. Me conmueve cuando lo pienso¡±, concluye visiblemente emocionada.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.