Alicia Borrachero: ¡°Ahora soy mejor actriz: he perdido arrojo, pero he ganado sutileza¡±
La actriz, de 56 a?os, estrena ¡®Un delicado equilibrio¡¯, de Edward Albee, obra que ha coproducido y cotraducido con su marido, el actor Ben Temple. ¡°El amor al teatro me sostiene en las traves¨ªas del desierto¡±, confiesa
Sucede con Alicia Borrachero algo que ocurre con las actrices a las que se ha visto madurar en pantalla m¨¢s o menos a la vez que una misma fuera de ella. Pareciera que la conoces de toda la vida, aunque sea la primera vez que las ves en persona, y te invade una sensaci¨®n de familiaridad que no tiene por qu¨¦ ser correspondida por la otra parte y que puede, bien contribuir a una complicidad inmediata, o bien carg¨¢rsela para siempre. Con Borrachero (Madrid, 56 a?os), sucede lo primero. Llego al lugar de la cita, un restaurante madrile?o de moda, pared con pared con el teatro Fernando Fern¨¢n G¨®mez, donde estrenar¨¢ Un delicado equilibrio, y me la encuentro charlando con Manuela Velasco, coprotagonista de la obra, que ya se est¨¢ yendo y me la deja en suerte. Al quedarnos solas, Borrachero ¡ªla redactora Ana Ruiz en la teleserie Periodistas y la doctora Cruz G¨¢ndara en Hospital Central¡ª es, o parece, tal como una se la imagina. O no tanto.
Igual se me escapa llamarla Ana o Cruz, espero que me perdone.
Qu¨¦ bonito eso que dices. En la tele de entonces, que no en la de ahora, nos met¨ªamos en las casas a la hora de la cena y ¨¦ramos parte de la vida cotidiana. Hab¨ªa compa?eros que ven¨ªan del cine o del teatro, y nos miraban a los de la tele como algo menor. Pero yo ten¨ªa otra sensaci¨®n. Mientras ellos despertaban en el espectador una admiraci¨®n desde la lejan¨ªa, a m¨ª me ve¨ªan como su hermana. De hecho, me he re¨ªdo muchas veces con compa?eras actrices, cuando fantaseamos con que nos iban a llamar para hacer publicidad. Yo tengo claro que no me van a llamar, pero si me llamaran, ser¨ªa para anunciar algo muy casero, tipo caldos, porque la tele me ha hecho muy popular en ese sentido.
Algo habr¨¢ hecho usted para eso.
S¨ª, tambi¨¦n hay algo en m¨ª, en c¨®mo entiendo mi trabajo. Yo me hice actriz, sin saberlo, porque ten¨ªa necesidad de comunicar y de recibir el impacto de esa comunicaci¨®n. No solo por el aplauso, que tambi¨¦n, sino por la comunicaci¨®n en s¨ª misma. Y con los a?os me he dado cuenta de que mis mejores trabajos han sido aquellos en los que aparec¨ªa algo muy m¨ªo, aunque fuera transformado en personaje.
O sea que, en Periodistas sac¨® a la reportera que lleva dentro.
Ese ejemplo es bueno porque ese personaje fue de los primeros y lo hice con menos conciencia de nada, por puro instinto. Entonces, sin comerlo ni beberlo, aquella Ana Ruiz, tan ambiciosa, tan contestona, tan reivindicativa, ten¨ªa esa parte m¨ªa de querer comerme el mundo, de decir lo que pensaba y de no dejarme pisar por nadie por ser mujer. Todo eso me reson¨® y me lanc¨¦ sin red. Ahora tengo otra edad y hago otras cosas.
?Qu¨¦ ha ganado y perdido en este viaje tan largo?
He perdido arrojo, confianza, seguridad. Cada vez soy m¨¢s insegura. Yo antes llegaba a un teatro y me lanzaba en plancha; ahora todo me da m¨¢s miedo que cuando empezaba. Pero tambi¨¦n he vivido, tengo experiencia y he ganado sutileza, calma y herramientas. Pero me gustar¨ªa recuperar ese arrojo.
?Eso c¨®mo se hace?
Primero estoy en fase de reconocerlo, porque no me hab¨ªa dado cuenta hasta ahora, en v¨ªsperas del estreno de esta obra. Llegu¨¦ al teatro y me di cuenta de que estaba asustada y me sorprend¨ª a m¨ª misma. Me pregunt¨¦: ¡°?No es esto lo que te gusta? ?Qu¨¦ te pasa?¡±. Se me hab¨ªa olvidado que esto es lo m¨ªo y que, aparte de la responsabilidad, lo puedo disfrutar.
Igual es porque ahora tiene m¨¢s que perder.
Tengo m¨¢s que perder porque tengo m¨¢s construido. Es la primera vez que me meto a contribuir a la producci¨®n: hemos estado seis meses mi marido, Ben Temple, y yo traduciendo el texto. Ten¨ªamos ganas de invertir en teatro. Seguro que no soy la primera actriz que te lo dice: el lugar del actor es el teatro. Seg¨²n va evolucionando la industria, estamos tan a merced de las modas, de las relaciones, de la suerte, que yo cada vez necesito hacer m¨¢s teatro para estar viva como actriz. Ojal¨¢ no deje de trabajar y, gracias a Dios, a¨²n sigo trabajando en cine y televisi¨®n, pero mi amor est¨¢ en el escenario.
?Ha pasado alguna traves¨ªa del desierto?
S¨ª, y las m¨ªas, porque no ha sido una sola, no han sido muy largas, pero han sido terribles, porque me encontraba, no s¨¦ ni c¨®mo decirlo, como si me hubieran quitado la identidad. Es una sensaci¨®n de mucha soledad, de miedo, de incertidumbre, por supuesto, pero es algo m¨¢s ¨ªntimo. Hay un dolor, algo horrible. Nadie te puede comprender.
Su marido s¨ª: es actor.
S¨ª, pero incluso con ¨¦l hay una especie de pudor de hablar de esas cosas. Nosotros somos m¨¢s que una pareja. Somos un equipo. A veces es como si fu¨¦ramos la misma persona. Yo le ayudo en sus proyectos, ¨¦l a m¨ª con los m¨ªos. Unas cosas nos han salido bien; otras, no. ?l es m¨¢s paciente y tiene m¨¢s confianza en s¨ª mismo que yo, y eso que ¨¦l, en sus ¨¦pocas de desierto, lo tiene m¨¢s dif¨ªcil porque es un actor americano en Espa?a. Y, aun as¨ª, se ha hecho su hueco. Hizo Upon Entry, la pel¨ªcula revelaci¨®n del a?o. Lo conoc¨ª cuando yo ten¨ªa 19 a?os y ¨¦l 18. Fui a Estados Unidos a estudiar arte dram¨¢tico, pero en realidad fui a encontrar el amor de mi vida. Por eso creo que no controlamos lo que nos pasa en la vida, tanto lo bueno como lo que nos ocurre a nuestro pesar.
?C¨®mo se pasa de interpretar a una se?ora de clase alta, a Reme, la tata de los Bos¨¦, y viceversa?
Bromeo con las compa?eras con que he hecho de todas las clases sociales. He tenido mi ¨¦poca de profesionales: periodista, m¨¦dicos. Luego tuve mi ¨¦poca de reinas: la de Narnia, Isabel la Cat¨®lica en una serie inglesa, la reina de Granada en la tele. Luego empec¨¦ la ¨¦poca de Las criadas, en teatro. Esa es una de las cosas m¨¢s bonitas de nuestro trabajo. A nivel ¨ªntimo, una va conoci¨¦ndose cada vez m¨¢s a trav¨¦s de sus personajes. En el caso de la tata de Bos¨¦, meterme en la piel de alguien con una mentalidad y un entorno tan distinto, pero con una sabidur¨ªa y un amor innato, fue una experiencia brutal. Lo hice todo a trav¨¦s de la comprensi¨®n de ese amor, de esa devoci¨®n de esa mujer por esa familia.
Habla mucho de sus compa?eras actrices. En su generaci¨®n son muchas y muy buenas. ?Se pican entre ustedes?
Cuando realmente tienes confianza y afecto sincero, es importante ser sincero con todo lo que puede ser ¨²til y constructivo, como un ejercicio de cari?o y admiraci¨®n. Nos han pasado muchas cosas. Mira, hay una frase que se dice en Un delicado equilibrio y que me encanta: ¡°El tiempo sucede, le sucede a la gente¡±. Pues eso, a cada una nos ha sucedido lo nuestro.
El tiempo tambi¨¦n pasa por el rostro. Amparo Larra?aga me dijo que hab¨ªa plantado a un cirujano pl¨¢stico en el quir¨®fano. Usted, ?c¨®mo lo lleva?
Recuerdo cuando a Ren¨¦ Zellweger, una actriz estupenda, se la critic¨® salvajemente por aparecer transformada, y una articulista americana escribi¨®: ¡°Vosotros, alima?as, que la critic¨¢is, si apareciera en la alfombra roja con arrugas y tripita, la criticar¨ªais a¨²n m¨¢s¡±. Es exactamente lo que yo pienso. Todo tiene que ver con una locura que no es nuestra, sino de la sociedad, y que, desde los medios, casi se espera. Si lo haces, te critican, y si no, tambi¨¦n. Yo respeto a todo el mundo. Si una actriz, o actor, pasa por un quir¨®fano no la voy a criticar, yo no lo har¨ªa, pero igual porque yo nunca he vivido de mi f¨ªsico, porque nunca lo he tenido. A unos les parecer¨¦ m¨¢s mona, a otros menos, pero soy una se?ora normal. Me lo dicen por la calle: es usted m¨¢s joven de lo que parece. ?Me est¨¢ usted valorando por joven, o por vieja, por guapa o por fea? Mire, no, yo soy actriz.
?Se siente recompensada en su profesi¨®n?
Hay una parte que s¨ª, y otra que no. Hay una parte en esta vida que es un misterio, tambi¨¦n en la profesi¨®n. Cuando a veces una se pregunta: por qu¨¦ Fulanito hace estas cosas que podr¨ªa hacer yo tambi¨¦n. Yo, por ejemplo, me fui a Estados Unidos y soy biling¨¹e. He hecho cosas all¨ª, he tenido proyectos gord¨ªsimos que se cayeron por cuestiones ajenas a m¨ª. Ha habido siempre algo con Estados Unidos que no acababa de cuajar y muchas veces me pregunto por qu¨¦. Es un misterio. Antes me dol¨ªa, me frustraba, pero estoy empezando a entender que mi vida va por otro camino. O no. A lo mejor todav¨ªa puede pasar algo. Pero ahora ya no tengo espinas. Lo que s¨ª tengo es cada vez m¨¢s amor por mi trabajo. Cuando empec¨¦ ten¨ªa m¨¢s ambici¨®n, ahora tengo m¨¢s amor.
?No es eso la vocaci¨®n?
Exacto, no hay otra palabra. Cuando he estado en el desierto me he dado cuenta de que la ¨²nica manera para m¨ª es continuar atraves¨¢ndolo, no dar marcha atr¨¢s, que es una opci¨®n leg¨ªtima, pero yo no puedo. Cuando comprend¨ª que en el fondo yo esto lo hago por amor a lo que hago empec¨¦ a sostenerme mejor como actriz en las ¨¦pocas duras. Hay algo de m¨ª que necesita esto. Lo que te dec¨ªa de la identidad. No es solo la cuesti¨®n econ¨®mica, el reconocimiento, el ego, que tambi¨¦n est¨¢, claro. Es amor, vocaci¨®n. Por eso, cuando alguien me pregunta sobre si lanzarse o no a esto, solo le digo: ?hay algo que te guste, que te haga feliz y que no sea esto? Hazlo. Si no, esto es lo tuyo, sin remedio.
POR AMOR AL OFICIO
A los 18 años, Alicia Borrachero se fue a Estados Unidos a estudiar Arte Dramático y, desde entonces, no ha dejado de trabajar en un oficio que, dice, es su vida. Saltó a la popularidad masiva con sus papeles en algunas de las series más vistas de la televisión, como Periodistas y Hospital Central, aunque su refugio, siempre, ha sido el teatro. En Un delicado equilibrio, la función de Edward Albee que estrena ahora en Madrid, interpreta a Agnes, una señora de clase alta americana con una tragedia a la espalda cuyo mundo, que se ha matado por sostener en pie, se desmorona. Borrachero, más joven que su personaje, considera que las mujeres españolas de mediana edad como ella, las boomers, son la primera generación que, aparte de haberse incorporado en masa al mundo del trabajo y de haber sostenido sus casas, sus familias y sus proyectos, han tomado conciencia, también, de su derecho a disfrutar de la vida en todas las etapas. En ello está.
Babelia
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