Adi¨®s al intelectual p¨²blico: escritores latinoamericanos reflexionan sobre la p¨¦rdida de su influencia social
Una treintena de autores participan en la Casa de M¨¦xico en Espa?a para reflexionar por qu¨¦ han perdido relevancia en la agenda de la regi¨®n
La foto fue tomada en 1994, pero pas¨® a la posteridad. Aparece un Bill Clinton bronceado en el medio y los escritores Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez y Carlos Fuentes a sus dos lados sonriendo. El expresidente de EEUU les invit¨® a cenar para escuchar sus opiniones sobre Cuba o el narcotr¨¢fico y preguntarles d¨®nde deber¨ªa ser la sede de la Cumbre de las Am¨¦ricas. Treinta a?os despu¨¦s, la postal ilustra la importancia que tuvo tiempo atr¨¢s la figura del literato latinoamericano como mediador de gran influencia social y pol¨ªtica. Un personaje anacr¨®nico, as¨ª lo recuerdan la treintena de escritores iberoamericanos que se reunieron hasta este mi¨¦rcoles 10 de abril en Madrid en el III Encuentro de Creadores Iberoamericanos, celebrado en la Fundaci¨®n Casa de M¨¦xico en Espa?a. A trav¨¦s de varias mesas redondas, se preguntan si son ellos mismos los culpables por no escribir ya tanto sobre temas sociales o pol¨ªticos o si se debe m¨¢s bien al monopolio que hacen las redes sociales de lo p¨²blico, al tiempo que se preocupan de no tener la suficiente fuerza para alertar de la escalada de populismos en la regi¨®n.
¡°La influencia que tenemos hoy es m¨ªnima y es un problema de los mismos escritores, que se han dejado de sentir responsables de emitir una opini¨®n que guiara a la sociedad como en los setenta y ochenta¡±, dice el periodista y escritor de no ficci¨®n salvadore?o Carlos Dada. El autor mexicano y fact¨®tum del evento, Jorge Volpi, rastrea esa p¨¦rdida de sentido de la responsabilidad con la llegada de las democracias a finales del siglo pasado y comienzos del nuevo. ¡°Los escritores latinoamericanos eran pr¨¢cticamente la ¨²nica voz en los reg¨ªmenes del siglo XX, porque la censura no permit¨ªa que existiera una opini¨®n. Despu¨¦s del fin de las dictaduras, hacia finales de los noventa, fueron reemplazados, primero, por economistas, t¨¦cnicos e historiadores en los medios tradicionales y, ahora, por cualquiera en las redes sociales¡±.
El argentino Mart¨ªn Caparr¨®s es de los que escriben sin pensar en causar un impacto: ¡°Escrib¨ª un libro sobre el hambre y no creo que desde entonces haya dos personas menos con hambre en el mundo¡±. El peruano Santiago Roncagliolo, por su parte, no cree que la falta de relevancia de los pensadores tenga que ver con su predisposici¨®n o no de causar un efecto social, sino que el debate p¨²blico actual exige voces diversas y que hist¨®ricamente han sido silenciadas. ¡°Cuando era chico, los escritores m¨¢s comprometidos hablaban de darle voz a los que no tienen voz. Hoy en d¨ªa eso suena un poco paternalista, los que no tienen voz hablan solitos. La opini¨®n de un se?or urbano de clase media no representa a nadie¡±, comenta el peruano.
Coincide con esa opini¨®n el boliviano Edmundo Paz Sold¨¢n, que se?ala un ejemplo que parece aludir al Canto general, de Pablo Neruda. ¡°Los silenciados que dice representar pueden reclamar por qu¨¦ ¨¦l se apropi¨® de ese derecho si nadie se lo dio¡±. Neruda, Garc¨ªa M¨¢rquez, Vargas Llosa (antes de su viraje pol¨ªtico hacia la derecha) o Eduardo Galeano son algunos de los que arengaban a las sociedades desde el exilio. Fueron la base culta sobre la que se erigieron las guerrillas que peleaban contra las dictaduras militares y que, en algunos casos, continuaron con su apoyo cuando se convirtieron en cuestionables gobiernos. Es otra de las hip¨®tesis que han surgido durante el encuentro.
¡°Hay ejemplos de escritores que han sido funcionales para el poder. C¨®mplices de ciertos proyectos de gobierno, defensores de una idea de clase incluso cuando el sistema estaba haciendo agua. Ellos mismos han contribuido a la ca¨ªda de ese prestigio¡±, asegura Paz Sold¨¢n. Aunque no lo se?ale directamente, es evidente la referencia a la amistad sin fin entre Garc¨ªa M¨¢rquez y Fidel Castro. El colombiano Carlos Gran¨¦s, quien recuerda la larga tradici¨®n de escritores convertidos en presidentes en la regi¨®n (R¨®mulo Gallegos, Jos¨¦ Mart¨ª, Domingo Sarmiento), tampoco cree que los creadores y la pol¨ªtica sean una buena combinaci¨®n: ¡°El intelectual proyecta en sus fantas¨ªas sociedades arm¨®nicas, perfectas, pero hay una carencia de contenidos pr¨¢cticos que dificultan la materializaci¨®n de esos sue?os, poder bajar esas utop¨ªas¡±.
No todo es mea culpa entre los creadores latinoamericanos a la hora de buscar razones que expliquen su p¨¦rdida de influencia. En la era de la cibercultura est¨¢ en su auge, la opini¨®n p¨²blica se configura m¨¢s en las redes sociales que en peri¨®dicos y libros. Espacios que no son suficientes, seg¨²n la mexicana Isabel Zapata: ¡°Hay una escasez de lugares donde se puede tener un di¨¢logo real y las redes sociales no han venido a llenar ese espacio. Suele reinar el morbo y te pasan factura de lo que dijiste; cambiar de opini¨®n, algo tan sano, ya no est¨¢ permitido¡±. Sostiene que las principales caracter¨ªsticas de estas nuevas ¡°plazas p¨²blicas¡± son la inmediatez y la indignaci¨®n.
La transmisi¨®n inmediata de mensajes cortos y directos a millones de personas que ofrecen las nuevas formas de comunicaci¨®n es ideal para la escalada de l¨ªderes populistas que han vivido la regi¨®n, apunta Pola Oloixarac. ¡°Es un espacio ideal para ellos. Milei fue primero una estrella de las redes sociales¡±, comenta la argentina, con la que el mandatario argentino se confront¨® en su cuenta de X. Los populismos, dice, son movimientos que manejan un tono ¨¢lgido, ¡°que dan por sentado que la ira y la furia son estructurales. El l¨ªder es quien comanda hacia d¨®nde tenemos que dirigir el odio, crean la necesidad de un enemigo¡±.
Esta nueva tendencia se ha presentado como la alternativa a los tradicionales y fallidos gobiernos de izquierda que reinaban en la regi¨®n: Bolsonaro vino despu¨¦s del impeachment de Dilma Roussef; Milei, tras 20 a?os de kirchnerismo, y Bukele, despu¨¦s del exguerrillero Salvador S¨¢nchez Cer¨¦n. Dada detalla: ¡°Es un voto de castigo, la poblaci¨®n est¨¢ harta de las democracias que fueron incapaces de acabar con la desigualdad. Los anteriores promet¨ªan un para¨ªso en la tierra y los actuales solo les prometen destruir ese sistema. Son proyectos autoritarios y corruptos, nos toca advertir¡±.
El salvadore?o llama a intervenir en un contexto con presidentes que son investigados por llevar relojes Rolex, que ordenan el asalto policial a embajadas, que aparecen con una motosierra en discursos o que no permiten a opositores a inscribirse en las elecciones. No a la manera del intelectual p¨²blico, que consideran una figura anticuada, sino germinando dudas en peque?os grupos. Sugieren talleres, foros o presentaciones en espacios perif¨¦ricos. Pero, sobre todo, contando historias. Ilustra Roncagliolo: ¡°No creo que nuestro compromiso sea decirle a la gente por qui¨¦n tienen que votar, pero tampoco creo que escribir historias sea banal. Pensamos que el compromiso tiene que ver con escribir manifiestos y declaraciones, pero el compromiso mayor es escribir historias que te hagan sentir lo que sienten las personas que est¨¢n ah¨ª, entender sus conflictos como tuyos¡±.
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