?Por qu¨¦ Hello Kitty no es un gato? El icono cumple 50 a?os con su feminismo cuestionado
Un encuentro en la feria del libro infantil y juvenil de Bolonia celebra los 50 a?os de una marca global de ¡°la cultura popular¡±, seg¨²n la compa?¨ªa propietaria, que le supone un negocio imparable y desata debates sobre su presunto feminismo
Dif¨ªcil decir c¨®mo se lo pas¨® la cumplea?era. Nunca se le ha visto sonre¨ªr en cinco d¨¦cadas. Ni tampoco enfurru?arse. No iba a hacer una excepci¨®n justo ayer, martes. Al fin y al cabo, la ausencia de boca es una de las claves del triunfo de Hello Kitty. As¨ª, cada cual puede interpretar los sentimientos del personaje como quiera, seg¨²n repite Sanrio, la empresa japonesa propietaria de la marca. Puestos a adivinar, eso s¨ª, ten¨ªa razones de sobra para el entusiasmo. Por las cifras abrumadoras que enumer¨® Silvia Figini, directiva operativa de la compa?¨ªa, en la conferencia que le dedic¨® la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia, la m¨¢s importante del sector. Porque es un ¡°icono de cultura popular y moner¨ªa¡±. Y porque ah¨ª estaban las dos cosas favoritas de Hello Kitty, seg¨²n su biograf¨ªa oficial: amigos y tartas. Nadie quiso amargarle la fiesta con las pol¨¦micas que tambi¨¦n la rodean. Se celebraba medio siglo rebosando salud. Ya lo querr¨ªan para s¨ª m¨¢s gatos. Y humanos.
Puede que la palabra m¨¢s repetida del encuentro fuera ¡°cute¡±. Es decir, el adjetivo ¡°mono¡±. Seguida por ¡°¨¦xito¡±. Entre ambas resumen la trayectoria de la felina creada por la dibujante Yuko Shimizu y estampada por primera vez en un monedero el 1 de noviembre de 1974. Desde entonces, el negocio ha logrado unos 7.400 millones de euros anuales y su alcance resulta imparable: desde camisetas y relojes, a personalizar tostadoras, aceite de motor o aviones; de j¨®venes influencers e ¨ªdolos del K-pop coreano a divas como Lady Gaga, Dua Lipa o Steven Tyler.
Figini celebr¨® su capacidad de ¡°mantenerse estable¡± en el mercado, sostuvo que el conocimiento de la marca ha subido un 90% en un a?o y que llevan cuatro de ¡°crecimiento exponencial¡±. Asegur¨®, adem¨¢s, que ya despierta tambi¨¦n el fervor adulto y masculino. Como muestra, los asistentes a la charla: mayor¨ªa joven y femenina, pero con alg¨²n se?or canoso, y la cincuentena de sillas ocupad¨ªsima, con unos cuantos interesados de pie. Se estima que el personaje aparece en unos 50.000 productos. Imposible, en cambio, calcular su p¨²blico. Las cifras de seguimiento en redes sociales presentadas ayer no paraban de arrojar millones. Normal: lo que m¨¢s le gusta a Hello Kitty es ¡°hacer amigos¡±. A lo largo de los a?os, su pandilla se ha agrandado: el panda Aggretsuko, el ping¨¹ino Badtz-Maru o la traviesa coneja Kuromi, especialmente viral en Espa?a seg¨²n la compa?¨ªa.
Tambi¨¦n le encantan cualidades como ¡°respeto, empat¨ªa, conexi¨®n y amabilidad¡±. En ning¨²n momento, en cambio, Figini pronunci¨® otro t¨¦rmino: gata. Que nadie se atreva a llamarla as¨ª. Sanrio ya le ech¨® un rapapolvo a la antrop¨®loga Christine Yano, de la Universidad de Haw¨¢i, como se lee en la web de la ONU (?!). De la que, por cierto, Hello Kitty es representante en algunas campa?as y embajadora para Unicef. La compa?¨ªa defiende que se trata de una ni?a ¡°que vive en los suburbios de Londres, con sus padres y su hermana gemela, Mimmy¡±, que sue?a con ser poeta y mide una altura de cinco manzanas. El principal argumento para no considerarla una felina es que nunca se la ha visto a cuatro patas y que ¡°camina y se sienta como una criatura de dos piernas¡±. A lo que un art¨ªculo de The New Yorker, en 2014, contest¨® que, por supuesto, Mickey Mouse tampoco es un rat¨®n, ya que lleva pantalones y tiene un perro por mascota, ni Winnie the Pooh puede ser un oso debido a la fluidez con la que habla ingl¨¦s.
Tampoco hubo ayer espacio para otros debates que despierta Hello Kitty. Hace 10 a?os, la revista Time encerr¨® el principal dilema en el titular ?Vuelta al pasado machista o icono de empoderamiento? Para algunos, el personaje ha mejorado la vida de millones de ni?as, presentado una alternativa al dominio estadounidense de Barbie y hecho sentir m¨¢s incluidas a las j¨®venes asi¨¢ticas. Ha difundido la cultura japonesa ¡°kawaii¡±, centrada en la defensa de amabilidad y felicidad. En definitiva, ha popularizado la libertad de querer ser mona y ¡°femenina¡±, tal y como se entendi¨® hist¨®ricamente el concepto, si as¨ª le da a una la santa gana. ?Y si no, por qu¨¦ hasta las combativas punkis Pussy Riot la adoptaron como s¨ªmbolo?
Sin embargo, bonita y callada es como el patriarcado ha querido siempre a la mujer, seg¨²n el otro frente. Demasiado ha luchado el feminismo para tener voz como para que Hello Kitty lo arrastre al silencio. Un editorial en The Japan Times en 2004 critic¨® incluso que Unicef la empleara como reclamo para recaudar dinero a favor de programas educativos para ni?as: ¡°Alguien deber¨ªa explicar c¨®mo una gata sin boca puede ser la portavoz de algo, y c¨®mo una imagen que encarna la sumisi¨®n femenina puede ayudar a acabar con los estereotipos de g¨¦nero¡±.
La magnitud del fen¨®meno, junto con los temas que sacude, hace tambalear una tercera postura, que se coloca entre medias: que se trata tan solo de un placer, un hobby, sin m¨¢s fondo filos¨®fico. Pero ya hay ensayos sobre el personaje, sale citada en series como Los Simpson o The Office, tiene series, pel¨ªculas, videojuegos, discos y hasta una investigaci¨®n universitaria se plantea si ha moldeado, de alguna manera, a la sociedad taiwanesa. El ardor con el que decenas de aficionadas buscaban al final del acto a una recreaci¨®n de la gata para hacerse una foto y probar sus pastelitos da fe de lo que supone Hello Kitty. Aunque basta un paseo por la feria de Bolonia ¡ªa la que este diario fue invitado por la organizaci¨®n¡ª para constatar el poder¨ªo de ciertos iconos infantiles y juveniles.
Spiderman, Peppa Pig o Geronimo Stilton ya no son solo protagonistas de sus tramas, sino de la cultura contempor¨¢nea. Si acaso, del planeta. Justo aqu¨ª en Bolonia, hace d¨¦cadas, Harry Potter despeg¨® con su escoba hacia el estrellato. Las sillas del evento de Hello Kitty llevaban dibujos de Pok¨¦mon. Y, en esta edici¨®n, otras dos efem¨¦rides intentan competir por los focos: los 35 a?os del elefante multicolor Elmer y los 80 de los Mumins. A la 50? cumplea?era le surgi¨® adem¨¢s otro rival inesperado: una gigantesca versi¨®n de la perrita Bluey (otro mito, m¨¢s reciente, de los peque?os) que se pase¨® justo delante de la cata de tartas en honor de la gata. Hasta le rob¨® alg¨²n seguidor. Y demostr¨®, desde luego, no haber escuchado su clase magistral sobre cordialidad y gentileza.
Aunque, para Figini, Hello Kitty tambi¨¦n es maestra en econom¨ªa: ¡°Fuimos pioneros en empezar colaboraciones en todas las categor¨ªas¡±. Entre las m¨¢s recientes, Primark, Bershka, Casio o su renovado pacto con Adidas. Otra lista arrolladora. Aunque nada se dijo de la multa de 6,2 millones que la Comisi¨®n Europea impuso en 2019 a Sanrio por violar las reglas sobre competencia justo en su pol¨ªtica de licencias. La compa?¨ªa acept¨® la sanci¨®n sin rechistar.
La fiesta, mientras, contin¨²a. A las muestras en Asia y en Londres seguir¨¢n eventos en Colonia, Helsinki y Roma. Y apariciones en la semana de la moda de Par¨ªs y Mil¨¢n. Ah¨ª donde la necesitan, Hello Kitty va. Y ni siquiera abre la boca para quejarse de la agenda. Es lo que tiene su lema: ¡°Nunca puedes tener demasiados amigos¡±. Una fidelidad intachable. Qu¨¦ mona.
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