La casta de Dolores en la (irracional) ¨¦pica de Dami¨¢n Casta?o
El salmantino cae herido ante una corrida seria y de gran inter¨¦s de la divisa sevillana
Una imagen para el recuerdo que resume a la perfecci¨®n lo que dio de s¨ª el conjunto del festejo. As¨ª fue la muerte del sexto toro de Dolores Aguirre. Tras haberse echado en la arena, con una estocada mortal en el mism¨ªsimo hoyo de las agujas, el astado se levant¨® en una demostraci¨®n de poder y casta brava. Y, as¨ª, completamente herido, se mantuvo durante unos minutos m¨¢s, aferrado a la vida.
El p¨²blico, puesto en pie, aplaudi¨® tan emotiva y solemne escena. La casta, ese milagro de la naturaleza, en todo su esplendor.
Ese ¨²ltimo, sin embargo, no fue bravo; al contrario, cant¨® la gallina en el caballo y manse¨® en distintos momentos de la lidia. Un comportamiento que no fue exclusivo de ese ejemplar; como el poder que exhibi¨® toda la corrida. Pese a recibir la friolera de 23 puyazos, algunos de ellos infames y sanguinarios, s¨®lo el quinto perdi¨® en alg¨²n momento las manos. El resto, impert¨¦rrito ante semejante castigo, nunca se afligi¨®.
Un encierro de impecable presentaci¨®n, que acudi¨® con presteza al caballo, pele¨® de forma desigual bajo el peto y derroch¨® nobleza y movilidad en la muleta. No fue sobresaliente, no, pero s¨ª interesant¨ªsimo.
Destacaron los animales lidiados en primer y segundo lugar. Precisamente, los que m¨¢s se emplearon en varas. Ambos nobles -que no tontos-, embistieron con fijeza y codicia hasta el final. Sin regalar nada, como debe ser.
Dami¨¢n Casta?o, que hab¨ªa recibido con el capote al segundo con gran seguridad, aprovech¨® luego el notable pit¨®n derecho del toro de Dolores en una faena desigual y apasionada en la que por momentos tore¨® desmayado y en otros m¨¢s largo y profundo. En algunos redondos y naturales, de frente y cargando la suerte, o en los pases de pecho a la hombrera contraria, surgi¨® esa simbiosis perfecta entre un toro encastado y un torero valiente y entregado.
Una faena de premio que, una vez m¨¢s, no rubric¨® con la espada. Ante el asombro de todos, el salmantino tir¨® la muleta y se lanz¨® sobre su oponente espada en alto. Pinch¨® y result¨® cogido, claro. Una paliza que, aparentemente, qued¨® en eso.
Por si fuera poco, y visiblemente mermado de facultades, se march¨® a la puerta de chiqueros a recibir al quinto. Otra vez result¨® cogido y, en esta ocasi¨®n, ya no pudo salir de la enfermer¨ªa.
A ese toro lo tuvo que lidiar y estoquear finalmente Sergio Serrano, que en ninguno de sus tres oponentes dio el paso que la ocasi¨®n requer¨ªa. Una tanda ligada al natural, al hilo del pit¨®n, frente al primero, y otra, esta vez en redondo, de estimable templanza, a ese quinto, fue lo m¨¢s positivo de su balance art¨ªstico. Ante el imponente cuarto -?qu¨¦ estampa!-, que lleg¨® aplomado al ¨²ltimo tercio tras ser masacrado en varas, no tuvo opci¨®n.
Tampoco estuvo a la altura de su lote Francisco Montero, tan voluntarioso, como acelerado y vulgar. Entre zapatillazos, voces y mantazos se le fueron dos toros que merecieron mucho m¨¢s.
Dolores Aguirre: la reivindicaci¨®n del trap¨ªo, la casta y la emoci¨®n.
Dolores Aguirre / Serrano, Casta?o, Montero
Toros de Dolores Aguirre, bien presentados, en general, cumplidores en varas (bravos 1º y 2º; manso el 6º), encastados, poderosos y nobles. Al muy completo 2º, de gran pitón derecho, se le dio la vuelta al ruedo.
Sergio Serrano: pinchazo _aviso_, dos pinchazos y estocada corta (palmas); estocada corta perpendicular y atravesada (silencio); estocada desprendida (saludos).
Damián Castaño: pinchazo entrando a matar sin muleta, dos descabellos _aviso_ y cuatro descabellos más (vuelta). Herido en su segundo, fue trasladado al hospital para estudio radiológico.
Francisco Montero: _aviso_ tres pinchazos _segundo aviso_ y estocada corta caída y perpendicular (silencio); estocada (vuelta protestada tras leve petición).
Plaza de toros de San Agustín de Guadalix. Feria del aficionado organizada por la Peña Tres Puyazos. Alrededor de dos tercios de entrada.
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