Cyb¨¨le Varela, el testimonio del Brasil contracultural que la dictadura no pudo detener: ¡°La calle fue mi verdadera escuela¡±
La artista de 80 a?os presenta su libro ¡®Trayectorias¡¯ en Madrid, en el que se recogen casi seis d¨¦cadas de un trabajo que retrata a la nueva sociedad del gigante sudamericano
Cuando el Departamento de Orden Pol¨ªtico y Social (DOPS), responsable de la censura y del terrorismo de Estado contra opositores del r¨¦gimen militar brasile?o, realiz¨® la rutinaria inspecci¨®n de la novena Bienal de Arte de Sao Paulo (1967), se encontr¨® con dos obras que le incomodaron. Una era la serie de cinco pinturas sobre la bandera brasile?a de Quissak Junior y la otra una caja de madera pintada de ...
Cuando el Departamento de Orden Pol¨ªtico y Social (DOPS), responsable de la censura y del terrorismo de Estado contra opositores del r¨¦gimen militar brasile?o, realiz¨® la rutinaria inspecci¨®n de la novena Bienal de Arte de Sao Paulo (1967), se encontr¨® con dos obras que le incomodaron. Una era la serie de cinco pinturas sobre la bandera brasile?a de Quissak Junior y la otra una caja de madera pintada de Cyb¨¨le Varela (Petr¨®polis, 80 a?os), una artista entonces emergente, que participaba en exposiciones colectivas y consegu¨ªa sus primeros premios. Su trabajo, titulado O Presente (El regalo), simulaba un paquete de regalo en cuyo interior el espectador encontraba el torso de un militar retratado sobre el mapa de Brasil. De su pecho saltaba, con la ayuda de un resorte, un coraz¨®n de espuma con un verso del himno a la bandera brasile?a: ¡°Recibe el afecto que se encierra en nuestro pecho juvenil¡±. Sarcasmo y acidez de una artista de 24 a?os que desafiaba a la dictadura instaurada en 1964 a ganarse el cari?o de la juventud. La pieza fue retirada de la muestra, pero marc¨® el esp¨ªritu de la producci¨®n de Varela: plasmar a una generaci¨®n que mientras era gobernada con mano dura, buscaba nuevas formas de vivir, expresarse y vestir, salir de la arraigada tradici¨®n cat¨®lica y abrazar la contracultura de los sesenta.
¡°Me qued¨¦ muy triste [con la censura de O presente] porque estaba hecha justamente para interactuar con el p¨²blico. Hab¨ªa un ambiente de tensi¨®n y desconfianza en esa ¨¦poca. Un primo de segundo grado desapareci¨® y hasta hoy su padre no ha podido enterrar su cuerpo¡±, recuerda Varela desde su piso en Madrid, la ciudad que es su hogar desde hace seis a?os y donde presenta este lunes en Casa de Am¨¦rica su libro Trayectorias de la editorial italiana Silvana. La publicaci¨®n enfatiza su primera etapa art¨ªstica que se desarroll¨® bajo una ¨¦poca de profundas transformaciones en Brasil. Adem¨¢s de la dictadura, la efervescencia cultural era palpable en las m¨²ltiples corrientes que surgieron en todas las artes y buscaban una ruptura con el pasado, como la Nueva Objetividad Brasile?a (a la que se adscrib¨ªa Varela), la m¨²sica tropical¨ªa, el Cinema Novo o el movimiento M¨²sica Popular Brasile?a (MPB). El cr¨ªtico de arte Paulo Miyada escribe en Trayectorias que ¡°opini¨®n¡± es la mejor palabra para definir a esa generaci¨®n: ¡°No por casualidad se la utiliz¨® en aquellos a?os como nombre de exposiciones, espect¨¢culos musicales, grupos de teatro, festivales de teatro y peri¨®dicos¡±.
El tr¨ªptico de Varela De todo aquello que puede ser (1967), exhibido en la muestra The World Goes Pop (2015) del Tate Modern de Londres, sintetiza esa voluntad de dejar el conservadurismo y construir una nueva idiosincrasia. Los cuadros que lo conforman son secuenciales y narran una escena urbana. En el primero, se ven a dos adolescentes con minifaldas (s¨ªmbolo de rebeld¨ªa popularizado por la modelo Twiggy) en un lado de la calle y del otro, a dos monjas; en el segundo, se encuentran en el paso de cebra y en el tercero aparecen con sus prendas intercambiadas: la monja usa minifalda y la chica el h¨¢bito religioso. En las tres pinturas aparece una se?alizaci¨®n de tr¨¢fico: ¡°Siga hacia delante¡±. ¡°Quer¨ªa mostrar a la calle como ¨²nico punto de contacto entre dos mundos, dos tiempos¡±, comenta la artista.
La transici¨®n del Brasil en los sesenta no solo afect¨® a la esfera cultural, sino tambi¨¦n a la poblaci¨®n y a la sociedad. La demograf¨ªa urbana se vio dilatada con la migraci¨®n campo-ciudad ¨D el sudeste, la regi¨®n m¨¢s poblada del pa¨ªs, perdi¨® 43,2% de sus habitantes rurales en la d¨¦cada del sesenta ¨D, con la ampliaci¨®n del sistema educativo y con la entrada de un mayor n¨²mero de mujeres de clase media en el mercado de trabajo. Ese compendio de diversidad se representa en otro tr¨ªptico, Peatones (1967). Hombres negros, mujeres rubias, hombres de corbata y abrigo, hippies, campesinos, la polic¨ªa militar y comerciantes callejeros se dan encuentro en un se?al de sem¨¢foro rojo. ¡°Me llamaban la atenci¨®n las escenas urbanas, los vendedores ambulantes, los personajes que coincid¨ªan en los pasos de cebra¡±.
Otra pintura que muestra la agitaci¨®n y crecimiento de la urbe es Escenas de la calle (1968). ¡°La calle, la cultura de la calle, de la masa. Esa fue mi verdadera escuela. Eso me form¨® y me dio una base. No fue Iv¨¢n Serpa [su profesor en el Museo de Arte Moderno de R¨ªo], ni mi padre. Hubo auxilios pero la base la saqu¨¦ de la cultura de masas, me impresionaba con los colores de la calle¡±, cont¨® Varela a Valentina Locatelli en 2018, quien ha ejercido de comisaria en varias de sus exhibiciones. La pluralidad de nuevas identidades y las propuestas culturales que las hac¨ªan visibles sufri¨® un golpe duro con el hist¨®rico Acto Institucional No. 5, que suspend¨ªa los derechos pol¨ªticos, institucionalizaba la represi¨®n violenta y ampliaba los poderes del general y presidente Artur Da Costa.
La dictadura impuls¨® a Varela a autoexiliarse a Par¨ªs en 1967 y desde entonces no ha vuelto a vivir en Brasil. Despu¨¦s de la ciudad de la luz vino una estad¨ªa en Ginebra, luego Roma y desde 2018, la capital espa?ola. ¡°Creo que en Madrid existe mayor actividad para el arte contempor¨¢neo. La gente que va a Roma suele a ver a los maestros cl¨¢sicos¡±, justifica la decisi¨®n de su traslado. Su obra El beso (1967) fue adquirida a fines del a?o pasado por el Reina Sof¨ªa, que la llam¨® ¡°una de las artistas brasile?as m¨¢s importantes de la segunda mitad del siglo XX¡±, y form¨® parte de la exposici¨®n Un tiempo propio (2023) del Pompidou de M¨¢laga.
En una entrevista de 2018 dec¨ªa que sent¨ªa que los brasile?os no sab¨ªan qui¨¦n era Cyb¨¨le Varela. Hoy, asegura que la sensaci¨®n ha desaparecido. ¡°Ten¨ªa ese presentimiento porque me traslad¨¦ muy joven a Europa y eso me distanci¨®. Incluso as¨ª, expon¨ªa cada dos a?os en la galer¨ªa Bonino de R¨ªo. Me qued¨¦ con mucha nostalgia pero mataba a saudade con mis cuadros¡±. En sus primeros a?os en el exterior continu¨® representando a esa sociedad en mutaci¨®n que hab¨ªa dejado al otro lado del Atl¨¢ntico. Los medios de comunicaci¨®n masivos fueron otro de sus objetivos, principalmente la televisi¨®n que lleg¨® a todos los rincones del pa¨ªs con la fundaci¨®n de TV Globo en 1965.
La popularizaci¨®n de la caja tonta trajo la emisi¨®n del certamen Miss Brasil que hac¨ªa de las ganadoras verdaderas estrellas que copaban las portadas de las revistas. Varela ironiz¨® el concurso en Miss Brasil y el Cisne (1968), en el que, con colores fuertes y figuras simples, pintaba a cuatro mujeres id¨¦nticas para eliminar sus subjetividades y reproducirlas como un patr¨®n de consumo, padronizado, repetido y descartable. La mujer ser¨ªa m¨¢s adelante de nuevo protagonista en su obra, pero antes, en los setenta y ochenta, atraves¨® una etapa conceptual en la que estudia la luz, los efectos de la sombra y las formas geom¨¦tricas que proyecta en la pared. Hizo ejercicios de luz con pintura, fotograf¨ªa y v¨ªdeo como en Images (1976), que fue adquirido por el Museo Pompidou de Par¨ªs.
La figura femenina vuelve en los cuadros La artista 1 y La artista 2, ambos de 1999. Toma un escenario surrealista para autorrepresentarse pintando pero tambi¨¦n se la puede ver, en otras im¨¢genes m¨¢s peque?as dentro de la misma obra, realizando los quehaceres de la casa: cocinando, planchando. ¡°Eso demuestra la dificultad de una mujer para ejercer una carrera y tener que ocuparse de los deberes dom¨¦sticos al mismo tiempo. Era muy dif¨ªcil. A veces, me tocaba ir a las galer¨ªas para encuentros profesionales con mi beb¨¦ porque no ten¨ªa con quien dejarlo¡±. En otras pinturas como Nada a declarar (2010) o Peligro (2012) proyecta a los movimientos feministas m¨¢s embravecidos como ninjas armadas de katanas y espadas.
A pesar de que nunca form¨® parte de colectivos feministas, Varela es consciente de que su trabajo est¨¢ siendo revalorizado ¨Dprotagoniz¨® una retrospectiva en 2018 en Basel y otra en 2023 en el Museo de Arte Contempor¨¢neo de S?o Paulo ¨D gracias a un movimiento que est¨¢ revalorizando el trabajo de mujeres que fueron invisibilizadas en su tiempo. Recuerda, a prop¨®sito, cuando fue la ¨²nica artista mujer incluida en la exhibici¨®n del itinerante 30 Createurs , que inclu¨ªa a representantes del movimiento Figuration Narrative, como Peter Klasen o Pierre Alechinsky. ¡°El escenario entonces en Par¨ªs era muy masculino, hab¨ªa colegas antip¨¢ticos y groseros, pero no me afect¨® porque sent¨ªa el respaldo de la cr¨ªtica que siempre me apoyaba¡±, rememora Varela a quien le dedicaron art¨ªculos Le Monde y Le Figaro e incluso tuvo un encuentro con Dal¨ª.
Si bien las cuestiones sociales son transversales a su trabajo, Varela nunca se consider¨® una artista pol¨ªtica. La percepci¨®n de su entorno lo ha construido en base a su vivencia en un pa¨ªs tan particular en una ¨¦poca tan excepcional, que la llev¨® a lidiar con las contradicciones de su tiempo. Su imaginario est¨¢ compuesto de las im¨¢genes que ve¨ªa en sus viajes diarios en bus de su natal Petropol¨ªs a Rio de Janeiro para estudiar en el Museo de Arte Moderno. De las charlas despu¨¦s de clase con sus compa?eros y posteriores representantes de la Nueva Objetividad Brasile?a (Rubens Gerchman, Claudio Tozzi). ¡°He conservado mi identidad como brasile?a a trav¨¦s de mis colores. Los colores, las personas, los sonidos de Brasil son fuertes y ¨²nicos¡±.
A sus 80 a?os se mantiene produciendo obra nueva, que guarda en secreto con recelo en su taller hasta que se exhiba p¨²blicamente. Produce para ¡°saciar una necesidad¡± y no ve cerca un fin: ¡°Se vuelve m¨¢s dif¨ªcil con la edad, pero no imposible. Es m¨¢s cansado, me tengo que quedar de pie, necesito lentes para ver de cerca y aprovecho cuando el brazo no me tiembla para hacer l¨ªneas rectas, pero continuo trabajando¡±. Le gusta hablar de su persistencia y lo ilustra con un pasaje de la periodista y cr¨ªtica de arte madrile?a Rosa Olivares en Trayectorias: ¡°La naturalidad con la que Varela se apodera de las nuevas formas, la incluye en aquel grupo de artistas que renov¨® la pintura a trav¨¦s de una hibridaci¨®n de lenguajes j¨®venes y experimentales, y en eso se basa parte de su relevancia y persistencia a lo largo del tiempo¡±.