La guerra de secesi¨®n que uno lleva dentro
En el mundo de hoy es toda una aventura adivinar si est¨¢s en el bando que te conviene
En algunos cines se est¨¢ exhibiendo estos d¨ªas la pel¨ªcula titulada Civil War, una coproducci¨®n norteamericana y del Reino Unido, dirigida por Alex Garland. Trata de la Guerra de Secesi¨®n de EE UU como una met¨¢fora pol¨ªtica aplicada al mundo de hoy. Se supone que Norteam¨¦rica est¨¢ dividida en dos bandos a causa de unos Estados confederados que luchan por su independencia. El terror se ha apoderado del espacio, la violencia y la confusi¨®n reinan por todas partes, pero no aparecen frentes ni l¨ªneas de fuego concretas y nadie sabe bien por qu¨¦ lucha cada soldado, salvo que hay que matar antes de que te maten. Si el hombre es un lobo para el hombre, seg¨²n lo dej¨® escrito Hobbes, la primera obligaci¨®n consiste en salvar el pellejo. Un grupo de periodistas y fot¨®grafos, a los que hoy llamamos corresponsales de guerra, atraviesa todo el territorio en una furgoneta en direcci¨®n a Washington en medio de una carnicer¨ªa a la que nadie encuentra sentido. Los periodistas intentan llegar a la Casa Blanca antes de que lo logren las fuerzas rebeldes cuyo prop¨®sito consiste en matar al presidente. ?Cu¨¢l es el destino supremo de un corresponsal de guerra? La gloria de haber estado all¨ª para contarlo.
La actriz protagonista es Kirsten Dunst, que en la pantalla se hace llamar Lee en homenaje a Lee Miller, que entre otras cosas fue una famosa reportera en la II Guerra Mundial. En el santoral de todos los corresponsales y fot¨®grafos de guerra que se desayunan con la muerte todos los d¨ªas existen tres ¨ªdolos inapelables: Gerda Taro, la fot¨®grafa amiga de Robert Capa que muri¨® atropellada por un carro de combate en la batalla de Brunete durante la guerra civil espa?ola; el propio Capa, que despu¨¦s de haber desafiado toda clase de bombardeos muri¨® como un novato al pisar una mina en la guerra de Vietnam; y la norteamericana Lee Miller, quien sin abandonar la seducci¨®n que propiciaba su belleza se convirti¨® en una testigo de la barbarie nazi y acab¨® haciendo pasteles en su cocina de ama de casa.
Lee Miller empez¨® como modelo de la revista Vogue en Nueva York. Un d¨ªa el fot¨®grafo Edward Steichen se cruz¨® con ella por la calle y no ces¨® de perseguirla hasta que la convirti¨® en su amante. De ¨¦l hab¨ªa aprendido las primeras lecciones con la c¨¢mara. Lee comenz¨® mandando sus fotos a la revista hasta que en 1929 cay¨® en el Par¨ªs de Montparnasse y su cuerpo se convirti¨® en un artefacto explosivo en sucesivos lechos, desde el de Man Ray al de Picasso. Despu¨¦s de una vida de seducci¨®n en medio de la bohemia de los a?os veinte y las hamacas y sillones blancos de la Costa Azul, se cas¨® con el cr¨ªtico y coleccionista de arte ingl¨¦s Roland Penrose y se fue a vivir a Londres.
El mito de Lee Miller comenz¨® cuando fotografi¨® los primeros bombardeos alemanes sobre esta ciudad y despu¨¦s, en compa?¨ªa del fot¨®grafo David Scherman, de la revista Life, se embarc¨® a la aventura detr¨¢s de los carros de combate de los aliados. Con unos pantalones recios, la chupa de cuero y una c¨¢mara balance¨¢ndose sobre el est¨®mago a prueba de bombas, olvid¨® los d¨ªas de aquella frivolidad exquisita no exenta de perversiones est¨¦ticas en la que le hab¨ªa introducido Man Ray, enamorado de su cuerpo, y meti¨® su rubia cabellera bajo un casco de acero para ser la primera en llegar al Par¨ªs liberado y presentarse cubierta de barro ante Picasso, que tard¨® un rato en reconocerla. Hab¨ªa salido indemne bajo la lluvia de acero en el desembarco de Normand¨ªa, hab¨ªa pasado sobre miles de cad¨¢veres de los soldados aliados en la playa de Omaha y fue la primera en llegar al campo de exterminio de Dachau y entrar en la residencia de Hitler en M¨²nich para adornarse tomando un ba?o de sales en su ba?era y echarse una siesta en su cama. Mientras los amigos escurrieron el bulto bajo el terror nazi, Lee Miller ha pasado a la historia por su glamur y arrojo a tumba abierta.
En la pel¨ªcula Civil War, el grupo de corresponsales de guerra se encuentra en el camino con un tipo armado que les somete a un interrogatorio sumar¨ªsimo: ¡°?Qu¨¦ clase de norteamericano eres?¡±, les pregunta a cada uno. Seg¨²n le guste o no la repuesta apretar¨¢ el gatillo y la metralleta vomitar¨¢ el plomo de forma autom¨¢tica. Robert Capa, Gerda Taro y Lee Miller sab¨ªan d¨®nde estaba el frente y de qu¨¦ lado estaban. Los corresponsales de guerra de esta pel¨ªcula lo ignoran. El espectador tampoco lo sabe. Ese se?or de la guerra armado hasta los dientes con la pregunta solo trata de saber si est¨¢s en el bando que te conviene. En el mundo de hoy es toda una aventura adivinarlo. El espectador de esta pel¨ªcula solo sabe que la l¨ªnea de fuego que marca la independencia pasa por el interior de cada uno. ?Qu¨¦ clase de norteamericano o qu¨¦ clase de espa?ol eres? ?De qu¨¦ lado est¨¢s? ?Seguro que sabes lo que quieres? Deber¨¢s responder a estas preguntas mientras te apunta una metralleta.
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