Sexo, v¨ªsceras y sectas, la sofisticada y vacua nueva provocaci¨®n de Yorgos Lanthimos

El ya no tan ni?o terrible del cine griego, Yorgos Lanthimos (50 a?os, Atenas) lleva tiempo acomodando su transgresi¨®n al p¨²blico de masas. La favorita (2018) y, sobre todo, Pobres criaturas (2023) lo han convertido en un cineasta comercial legitimado por la etiqueta de gran provocador. Su dominio de la puesta en escena es innegable, como su talento est¨¦tico, pero Pobres criaturas (Le¨®n de Oro del ¨²ltimo festival de Venecia) acababa ahogada en su barroquismo. Lo mejor de la pel¨ªcula era su personaje central, Bella Baxter, interpretado con innegable riesgo por Emma Stone, una actriz que ha encontrado en Lanthimos un c¨®mplice perfecto para explorar personajes femeninos libres y desatados. Bella Baxter, sin embargo, encerraba una problem¨¢tica paradoja: su revoluci¨®n sexual se sosten¨ªa sobre una de las fantas¨ªas er¨®ticas m¨¢s mis¨®ginas que existen, el de una mujer con el cerebro de una ni?a. Una ninf¨®mana pura e inocente que, en el fondo, no incomoda a nadie, sino m¨¢s bien al rev¨¦s.

La extravagancia de Pobres criaturas funcion¨® tan bien que Lanthimos ha debido de sentir un poco de culpa y quiz¨¢ incluso de p¨¢nico por acabar absorbido por la falsa contracorriente de Hollywood. Se impon¨ªa la necesidad de volver a sus or¨ªgenes, a su cine m¨¢s extra?o y enfermizo y, en ese sentido, su nueva pel¨ªcula, Kinds of Kindness, presentada este viernes en la secci¨®n oficial de Cannes, no defrauda. Tampoco convence. Est¨¢ hecha para desagradar e incomodar. El problema es que m¨¢s all¨¢ de eso no hay mucho m¨¢s.

Kinds of kindness est¨¢ compuesto por tres f¨¢bulas alrededor de las aver¨ªas afectivas, bien sazonadas de v¨ªsceras y sexo, y con el mismo elenco de actores en diferentes papeles: Emma Stone, Jesse Plemons, Willem Dafoe, Margaret Qualley, Hong Chau, Joe Alwyn, Mamoudou Athie y, en un cameo que parece hecho solo para desnudarla, Hunter Schafer. Aunque las historias no est¨¢n conectadas entre s¨ª, a?aden capas malsanas.

El primer relato es un macabro juego de poder en el que un hombre rico (Dafoe) manipula a un pobre hombre (Plemons) para que atropelle a otro. El episodio esconde un fetichismo curioso con objetos de mitos del deporte. En el segundo, la atm¨®sfera se empieza a viciar cuando una mujer (Stone) regresa a su casa despu¨¦s de haber pasado por una experiencia extrema de supervivencia. Ella y su pareja (Plemons) suelen quedar con otro matrimonio para cenar y tener sexo, pero ¨¦l, que sospecha de algo extra?o en la actitud de su mujer desde que regres¨®, empieza a pedirle a ella que se mutile para probarle su amor. El tercer relato es sobre una secta, con su gur¨² (Dafoe) con derecho de pernada y una fan¨¢tica (Stone) en busca de una mujer joven para una misi¨®n tambi¨¦n macabra. En fin, las tramas dan un poco igual, la pel¨ªcula circula instalada en la permanente desaz¨®n, algo que agota tanto como su cinismo. Stone y, sobre todo, un magn¨ªfico Plemons, saben seguirle perfectamente la cuerda a Yanthimos y eso ayuda bastante a que el tono m¨®rbido general funcione.

Tambi¨¦n, que la sofisticada est¨¦tica del cineasta griego es, sin duda, absorbente. Pero en el fondo, y pese al elegante envoltorio ¡ªlo m¨¢s inolvidable es un cochazo morado pasado de revoluciones conducido por Emma Stone¡ª, no hay nada ni tan arriesgado ni tan bestia ni tan divertido en su nueva exploraci¨®n de nuestras rarezas. Que s¨ª, que los humanos somos lo peor, que nuestra alma es oscura e insondable, que somos unos pobres tarados y que la fe en la humanidad es cursi y del pasado. Pero esa provocaci¨®n es a estas alturas vacua y redundante, tanto que no vale ni para escandalizarse ni para echarse unas risas.