Elogio de Chillida en 200 fotograf¨ªas
El fotoperiodista Jesus Uriarte repasa en una exposici¨®n el proceso creativo del escultor vasco m¨¢s universal: ¡°Siempre busc¨® la perfecci¨®n¡±
Jesus Uriarte fue un invitado de lujo en la intimidad art¨ªstica de Eduardo Chillida (San Sebasti¨¢n, 1924-2002). El fotoperiodista consigui¨® incrustarse amablemente en el d¨ªa a d¨ªa del escultor vasco m¨¢s universal. As¨ª, durante cerca de dos d¨¦cadas, desde comienzos de los a?os ochenta hasta el fallecimiento del creador guipuzcoano. Pudo convivir con ¨¦l en un territorio al que solo pod¨ªan acceder unos pocos: Chillida con las manos manchadas, vestido con un buzo en la fragua, rodeado de pinceles, l¨¢pices y brochas en su taller de grabado, sonriente y con gafas de soldador en el horno donde coc¨ªa la tierra, subido a una mesa para colocar una gravitaci¨®n en la pared¡ Chillida en estado puro; Chillida trabajando. Con el paso del tiempo, la relaci¨®n de trabajo que entablaron dio lugar a una gran amistad. Jesus Uriarte (Pasai Donibane, Gipuzkoa, 76 a?os) conserva de entonces centenares de negativos y diapositivas (no sabe calcular una cifra) que testimonian el proceso creativo del creador. Una selecci¨®n de casi 200 im¨¢genes, de diferentes formatos, en blanco y negro y en color, est¨¢n reunidas en la exposici¨®n Chillida lanean (Chillida trabajando), que se puede visitar en la sala Arte Gunea de Kutxa Fundazioa, en el centro cultural Takabalera de San Sebasti¨¢n, hasta el d¨ªa 30 de junio.
No hay poses, nada est¨¢ preparado, todo desprende naturalidad. Las fotos muestran a Chillida con las manos en sus obras, casi nunca con la mirada dirigida a la c¨¢mara de fotos. ¡°Siempre buscaba la perfecci¨®n. Era muy, muy meticuloso y tambi¨¦n un trabajador incansable. Pasaba horas y horas, desde las siete de la ma?ana hasta las nueve de la noche muchos d¨ªas, en su tarea. Junto a ¨¦l hab¨ªa que trabajar con mucho cuidado, sin molestarle¡±, afirma Uriarte. Esa sensibilidad se aprecia en una muestra que recrea la atm¨®sfera creativa del escultor: ¡°Es un repaso del proceso art¨ªstico de Chillida, a quien se le retrata con sus materiales durante todos los momentos de la creaci¨®n. Ah¨ª estuvo Uriarte como invitado no solo para documentarlo, sino tambi¨¦n para interpretarlo desde la afectuosa simpat¨ªa que les un¨ªa¡±, explica el comisario de la exposici¨®n, Jon Uriarte, hijo del fot¨®grafo.
Chillida lanean, enmarcada en los actos organizados con motivo del primer centenario del nacimiento de Chillida, est¨¢ dividida en cuatro espacios dedicados a otros tantos materiales que el escultor emple¨® en su trayectoria: tierra, papel acero y hormig¨®n. Adem¨¢s, una secci¨®n m¨¢s reducida se detiene en la instalaci¨®n del Peine del Viento. La colocaci¨®n de este conjunto escult¨®rico en 1977 en uno de los extremos de la bah¨ªa donostiarra, hoy un icono art¨ªstico mundial, propici¨® precisamente el primer contacto entre Chillida y Uriarte. Aquellas fotograf¨ªas en blanco y negro, de una gran plasticidad y valor incalculables, permanecieron muchos a?os guardadas en su archivo personal y no salieron a la luz hasta su publicaci¨®n en 2001 en un reportaje en El Pa¨ªs Semanal.
Eran los a?os ochenta, un periodo clave en la evoluci¨®n art¨ªstica de Chillida y tambi¨¦n en la labor profesional de Uriarte. El fot¨®grafo compaginaba su trabajo en medios impresos con colaboraciones habituales con varios protagonistas de la escena cultural vasca, como el artista Andr¨¦s Nagel, el cineasta ?ngel Amigo, el poeta Joxean Artze o las escritoras Arantxa Urretabizkaia y Maite Gonz¨¢lez, entre otros. ¡°Eran tiempos muy complicados para el periodismo¡±, dice Uriarte al recordar ahora la cobertura informativa que tuvo que realizar de los a?os de plomo, cuando ETA sembraba el terror un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n. Por eso, a?ade el fot¨®grafo, ¡°trabajar junto a Chillida fue una v¨ªa de escape para m¨ª, porque me permit¨ªa mantener el contacto y el inter¨¦s por el arte y la cultura¡± del momento.
Uriarte se dedicaba a reproducir toda la obra acabada del artista para su correcta catalogaci¨®n. Durante ese trabajo puramente ¡°descriptivo¡±, aprovechaba ¡°por iniciativa propia¡± para documentar c¨®mo era la trastienda art¨ªstica y captar los momentos m¨¢s desconocidos para el gran p¨²blico, en los que Chillida sale retratado en contacto con sus obras e interactuando con los soldadores, ingenieros carpinteros o encofradores que le ayudaban. ¡°Siempre me ha gustado m¨¢s el proceso que la obra acabada. Eduardo sol¨ªa pintar unas rayas para dividir el ¨®leo en cuadrantes. Yo le dec¨ªa ¡®quieto, no sigas, ya est¨¢¡±, explica.
En el apartado dedicado a la serie de esculturas Lurrak (tierras), Chillida aparece en el taller del ceramista Hans Spinner en Grasse (en la costa azul francesa), adonde viaj¨® Uriarte en 1995: ¡°Ya ten¨ªamos una relaci¨®n de amistad, pero cuando llegu¨¦ all¨ª me recibi¨® muy serio, casi me dio un portazo. Estuve a punto de darme la vuelta. Despu¨¦s todo fluy¨® porque entendi¨® que yo no quer¨ªa perturbar su concentraci¨®n. Mi m¨¢xima siempre ha sido no molestar¡±.
As¨ª ocurr¨ªa tambi¨¦n en el estudio de papel, uno de los ¨¢mbitos m¨¢s ¨ªntimos donde Chilllida realizaba dibujos, gravitaciones, collages y grabados. ¡°Trabajar junto a ¨¦l en esos espacios requer¨ªa una estrategia de integraci¨®n por parte de Jes¨²s para ganarse la confianza del artista¡±, cuenta el comisario. Esto ocurr¨ªa en la Villa Ingeborg de San Sebasti¨¢n, donde ten¨ªa su estudio en el ¨¢tico y una peque?a forja y el taller de grabado en el piso inferior. Uriarte actuaba en ese territorio con pies de plomo: ¡°Si notaba que hab¨ªa algo de tensi¨®n en el ambiente, me sentaba en un lado y me pon¨ªa a leer un libro. Hab¨ªa veces que no sacaba una sola foto¡±.
¡°M¨¢s que hacer fotos, con Chillida pintabas¡±, se refiere Uriarte al hablar de la comuni¨®n que exist¨ªa entre ambos. Chillida era rigor y m¨¦todo, trabajo minucioso sin descanso. La influencia germana, su afici¨®n por la m¨²sica de Juan Sebastian Bach o por el pensamiento de Martin Heidegger, le marc¨® y estaban presentes en su quehacer art¨ªstico. El escultor sol¨ªa decir a sus m¨¢s allegados: ¡°Yo no hablo alem¨¢n, pero mis obras probablemente s¨ª¡±.
En el ¨¢rea expositiva dedicada al acero y el hormig¨®n ¡°se aprecia el fuego, el movimiento y unas condiciones lum¨ªnicas especiales¡±, se?ala el comisario. El fot¨®grafo precisa que esta faceta era ¡°m¨¢s parecida a lo que hac¨ªa en prensa¡±. Chillida aparece en la fragua que ten¨ªa en San Sebasti¨¢n y tambi¨¦n en la de Reinosa, donde se fabricaban las piezas m¨¢s voluminosas. Se aprecia el proceso de ejecuci¨®n de los grandes monumentos colocados en Gij¨®n (Elogio del horizonte), en Gernika (Gure aitaren etxea) o en Sevilla (Monumento a la tolerancia). Uriarte afirma que ¡°uno de los distintivos de Eduardo es que sus obras respetan los espacios p¨²blicos donde est¨¢n colocadas y los mejora¡±.
Hay un peque?o apartado de la muestra concebido como un gui?o personal y emocional, en el que el fot¨®grafo participa como actor secundario. Son fotogramas en los que Jes¨²s Uriarte est¨¢ con Pilar Belzunce, subido en una gr¨²a para fotografiar una obra de hormig¨®n, o con dos c¨¢maras al cuello. Gran parte de las fotograf¨ªas de la exposici¨®n, y otras que no figuran en esta, se han incluido en un fotolibro coeditado por La Fabrika y Kutxa Fundazioa, del que ya se ha vendido la primera edici¨®n (1.300 ejemplares) y cuya segunda remesa est¨¢ a punto de imprimirse.
Babelia
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