El altar navarro de 1.900 a?os que muestra la convivencia entre las religiones vascona y romana
El hallazgo, del siglo I d. C., de la dedicatoria en lat¨ªn de una mujer, Valeria Vitella, a la deidad vascona Larra muestra la integraci¨®n de la cultura y religi¨®n aut¨®ctonas con la del imperio
En agosto de 2022 salt¨® la alarma en el peque?o concejo de Larunbe (Navarra), donde apenas reside medio centenar de personas. Los arque¨®logos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y los voluntarios ¡ªla mayor¨ªa vecinos del lugar¡ª hallaron un ara romana, un altar votivo, del siglo I d.C. en un pozo adscrito a las ruinas del monasterio medieval de Doneztebe, en la cima del monte Arriaundi (942 m.). Es una pieza ¡°excepcional¡±, seg¨²n los estudiosos, por su inscripci¨®n: una dedicatoria en lat¨ªn de una mujer, Valeria Vitella, a la deidad vascona Larra.
Hasta ahora, el nombre de este dios o diosa se hab¨ªa atestiguado en otras tres aras encontradas en otros puntos del territorio vasc¨®n: Muruzabal de Andi¨®n (Mendigorria, antigua Andelo), Irujo y Riezu. Son municipios situados a 50 kil¨®metros aproximadamente y es esa distancia la que convierte en singular esta pieza, seg¨²n destaca el experto en epigraf¨ªa y catedr¨¢tico de Filolog¨ªa Latina en la Universidad de Barcelona Javier Velaza. El ara de Larunbe ¡°es la m¨¢s septentrional de las encontradas¡± y eso se traduce en que ¡°esta divinidad quiz¨¢ no sea tan local como las dem¨¢s que conocemos¡±. ¡°Las divinidades ind¨ªgenas de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica suelen ser muy locales. La mayor¨ªa aparece solo una vez en un pueblo. Tenemos otra que es Loxa, que se sit¨²a en m¨¢s de un localidad, en el tri¨¢ngulo de Lerate, Cirauqui y Argui?ariz, pero es un territorio peque?ito¡±. Adem¨¢s, el altar de Larunbe constata que la cultura y la religi¨®n ind¨ªgenas convivieron con la romana.
El hallazgo se ha dado a conocer este junio porque se han analizado tambi¨¦n los dem¨¢s materiales encontrados en el pozo. El descubrimiento fue muy especial, rememora el director de la excavaci¨®n, Juantxo Agirre (Tolosa, 57 a?os). ¡°En un extremo del zagu¨¢n del monasterio sali¨® la embocadura de un pozo, de un metro de di¨¢metro. Estaban todas las piezas perfectamente puestas, casi a modo de sillarejo. Comenzamos a vaciar el interior y, a un metro de profundidad, un vecino, Patxi, dijo: ¡®Aqu¨ª hay una piedra que parece que tiene unas molduras¡¯. Peio, el investigador, la movi¨® y debajo ten¨ªa el texto escrito. Fue un momento muy emocionante porque estaba todo el pueblo all¨ª, ayudando en las labores de limpieza del yacimiento¡±.
El vecindario ha jugado un papel clave en el descubrimiento. De hecho, la excavaci¨®n comenz¨® hace m¨¢s de una d¨¦cada gracias a la voluntad de estas personas, recuerda la alcaldesa del Ayuntamiento de Iza ¡ªen la que se engloba el concejo de Larunbe¡ª, Floria Pistono, una italiana de 80 a?os: ¡°Los vecinos ten¨ªan o¨ªdo que antes, en la cima, hab¨ªa una ermita. Al ver que hab¨ªa muchas piedras, se pusieron en contacto con Aranzadi. Cuando tuvieron ya una cierta seguridad de d¨®nde se pod¨ªa situar, empezaron a excavar¡±.
Todos los a?os, en el marco de lo que se conoce como ¡°auzolan¡±, peque?os y mayores acompa?an a los arque¨®logos en las labores de limpieza y las sorpresas se han ido sucediendo. En un primer momento, no esperaban siquiera encontrar un monasterio, recuerda Agirre. ¡°Fuimos a buscar una ermita que pod¨ªa ser de finales del siglo XVI o XVII y en la segunda campa?a nos dimos cuenta de que era un monasterio, con una cabecera y los altares de tres ¨¢bsides semicirculares, muy parecidos a los del templo antiguo rom¨¢nico de San Miguel de Aralar, que se ve desde esta cima¡±, agrega.
Se ha concluido que es un monasterio medieval dedicado a San Esteban (Doneztebe), construido en el siglo XI en el contexto de las guerras pol¨ªticas del Reino de Pamplona. Est¨¢ ubicado en un emplazamiento clave, un promontorio f¨¢cilmente defendible, inexpugnable por su vertiente sureste y con control visual sobre una de las principales v¨ªas de acceso a la Cuenca de Pamplona. Es lo que lo hizo atractivo para los moradores anteriores, se?ala Agirre, porque desde ese lugar tambi¨¦n se controla ¡°el valle de Arakil y el canal de La Sakana. La bibliograf¨ªa dice que por ah¨ª pasaba la gran calzada romana que un¨ªa Astorga con Burdeos, la ITER 34¡å.
El ara se encontr¨® en el fondo del pozo adscrito al monasterio con la inscripci¨®n orientada hacia abajo. La pieza no se ha localizado en su ubicaci¨®n original, apunta Agirre: ¡°Ten¨ªa que estar visible, ser legible, puede que tuviera alrededor una peque?a construcci¨®n ¡®monumentalizada¡¯, muy modesta¡±. No se sabe c¨®mo termin¨® en el pozo, pero se cree que ¡°entre el a?o 150 d.C. y el a?o 1000 tiraron el ara con cierto cuidado con la parte escrita mirando hacia abajo. No estaba tirada ni apoyada contra las paredes ni ten¨ªa fragmentos de haberse roto. Hay una intencionalidad, pero no sabemos cu¨¢l. ?Para protegerla? ?Aquellos dioses o diosas paganas ya no pod¨ªan estar en un ¨¢mbito cristiano?¡±. En la misma l¨ªnea, Velaza se?ala que se puede ¡°deducir que el altar estaba ah¨ª y que lo tiraron al resignificar cultural y religiosamente el espacio, es decir, al cristianizarlo. Es un lugar que probablemente ya era un espacio sagrado antes¡±.
La convivencia entre lo romano y lo vasc¨®nico
Lo que s¨ª est¨¢ claro es que el altar es puramente romano, subraya el director de la excavaci¨®n. Esto lo convierte en una muestra de la convivencia entre lo romano y lo vasc¨®nico. En Hispania, la mayor¨ªa de los textos de estos altares est¨¢n redactados en lat¨ªn y llevan el nombre de la deidad a la que van dirigidos y de la persona que realiza el voto que, en este caso, es Valeria Vitella. ¡°Valeria es el nombre de una familia romana. Vitella significa ternera o becerra. Es un nombre expresivo en lat¨ªn. No podemos decir gran cosa, aunque estamos trabajando sobre la hip¨®tesis de que es un nombre traducido. Es decir, que el nombre vasc¨®nico de la se?ora significara vaca, becerra o ternera y que cuando se latiniza la familia, se traduce ese nombre¡±, describe Velaza. El ara pesa 25,7 kg y mide 47x18x18 cm y tiene, describe Arregi ¡°un focus [orificio] arriba para hacer ofrendas¡±.
La divinidad es vascona ¡ªLarra¡ª y podr¨ªa estar relacionada ¡°con los prados de monta?a, con la vegetaci¨®n herb¨¢cea que luego da vida al ganado¡±, sostiene Arregi. Esa hip¨®tesis parte de que, desde el euskera actual, se puede relacionar el nombre de la deidad con el campo o la labranza. El texto tambi¨¦n sigue una l¨®gica romana, a?ade Velaza. ¡°La f¨®rmula de dedicaci¨®n est¨¢ tambi¨¦n muy estereotipada. La dedicante hab¨ªa prometido a la divinidad que har¨ªa un altar y cumpli¨® ese voto porque la divinidad se lo merec¨ªa. La religi¨®n romana es una religi¨®n del quid pro quo. El ser humano se dirige de t¨² a t¨² a la divinidad, le pide ayuda y si le ayuda, promete que har¨¢ algo¡±.
En cuanto al te¨®nimo, Velaza reconoce que la manera de escribirlo var¨ªa. Se puede encontrar escrito como LARRA o LARA. ¡°Quiz¨¢ el fonema sonaba de una manera que no era R ni doble RR, sino algo intermedio. Tambi¨¦n hay otras explicaciones posibles. Por ejemplo, en las inscripciones romanas, muchas veces se separaban las palabras con puntitos, pero a veces se separaban las s¨ªlabas, como aqu¨ª. Si tu separas LARRAHE por s¨ªlabas, pondr¨ªas LA. RA. HE. Al pronunciarlo, la R queda al inicio de s¨ªlaba y ya suena fuerte, no hace falta escribir la doble R. Son las dos hip¨®tesis que manejamos¡±, se?ala el estudioso. En cuanto al /-he/ final, se cree que es la forma de dedicar el altar, ¡°para Larra¡±. ¡°Es lo que en lat¨ªn llamar¨ªamos un dativo, que en vasc¨®nico ser¨ªa el sufijo de dedicaci¨®n¡±.
Las investigaciones apuntan a una misma l¨ªnea: la romanizaci¨®n fue progresiva. Como ejemplo, la famosa Mano de Irulegi, del siglo I a.C. Las dos han sido encontradas en el mismo territorio, pero fueron construidas con 150 a?os de diferencia. Arregi indica que ¡°la mano habla de la poblaci¨®n ind¨ªgena de la Cuenca de Pamplona que todav¨ªa no ha sido del todo romanizada. Los antiguos vascones han cogido la escritura del alfabeto y lo adec¨²an a su lengua. Por eso la mano est¨¢ escrita en un signario vasco inspirado en el signario ib¨¦rico. Estos altares, habituales en todo el Imperio Romano, ya est¨¢n escritos en lat¨ªn y nos hablan de las creencias y del idioma de los vascones en los siglos I y II¡å.
Es en ese lapso entre la Mano de Irulegi y el ara de Larunbe, explica Velaza, cuando ¡°se producen los procesos de transformaci¨®n social que hacen que una sociedad originariamente ind¨ªgena se convierta en una sociedad romanizada. El ara nos habla muy bien de ello porque hay una dedicante que ya tiene nombre romano, pero que tiene un cognomen, un nombre, que todav¨ªa transparenta un origen vasc¨®nico. Ella ya se ha transformado, ya escribe y se expresa en lat¨ªn, hace un altar romano, pero todav¨ªa mantiene la religiosidad y la divinidad aut¨®ctona familiar¡±. La romanizaci¨®n, agrega Velaza, es un ¡°proceso extraordinariamente complejo que tenemos que ir definiendo en cada territorio, en cada lugar¡±.
Babelia
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