¡®Norberta¡¯: el abuelo de barrio que quer¨ªa ser mujer

El milagro que a veces es la historia del cine espa?ol labr¨® uno de sus mejores ejemplares en el a?o 1972. En medio de la represi¨®n del franquismo y de la opresi¨®n de las peque?as ciudades, Jaime de Armi?¨¢n compuso Mi querida se?orita. La historia de una solterona de provincias que, a los 43 a?os, dej¨® de ser una mujer para convertirse en el hombre que en realidad siempre fue. Si aquello era un caso de hermafroditismo, de represi¨®n sexual extrema o un precedente ficticio de las personas de g¨¦nero no binario nunca se supo, pues en el guion de Armi?¨¢n y Jos¨¦ Luis Borau, entre la ambig¨¹edad, las elipsis y las met¨¢foras visuales, al mismo tiempo cerr¨¢ndole la puerta a la censura por la ausencia de explicitud y abri¨¦ndoselas a la libertad con una estimulante valent¨ªa, nada se llegaba a verbalizar, explicar o aclarar. Con la formidable interpretaci¨®n de Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez y el toque m¨¢gico del director para enfrentarse a las vertientes m¨¢s peliagudas del amor, el sexo y las relaciones sentimentales y de g¨¦nero desde las m¨¢s absolutas sencillez y cotidianidad, la pel¨ªcula se convirti¨® no solo en un hito art¨ªstico y social; tambi¨¦n en un ¨¦xito de taquilla con 1,8 millones de espectadores.

52 a?os despu¨¦s, con una sociedad y un pa¨ªs radicalmente distintos, pero en unos tiempos en los que las opiniones m¨¢s enconadas se dan cita alrededor de la misma cuesti¨®n y con semejante incredulidad en ciertos ¨¢mbitos, Sonia Escolano y Bel¨¦n L¨®pez Albert han compuesto Norberta, digna comedia dram¨¢tica sobre un hombre alrededor de la sesentena de edad, felizmente casado y enamorado de su mujer, que pasa de ser un aficionado al travestismo durante toda su vida a estar plenamente convencido de que no es que quiera ser una mujer, es que siempre fue una mujer. Aqu¨ª, al contrario que en Mi querida se?orita, s¨ª se verbaliza todo. A veces con frases y sentencias asentadas en el lugar com¨²n; otras, con refrescante gracia: ¡°?A m¨ª no me gustan los hombres; a m¨ª me gusta tu abuela!¡±.

Escolano y L¨®pez Albert, con guion de la primera, ambientan su relato en un barrio humilde y en lugares ampliamente reconocibles para las figuras que representan dos int¨¦rpretes tan magn¨ªficos como Luis Bermejo y Adriana Ozores: los parquecillos de petanca, los bingos y las comidas de domingo con la pandilla de yayos a¨²n j¨®venes. Con dos particularidades. La primera, que las ansias de cambio y de libertad por parte del personaje de Bermejo van de la mano de las de su nieta adolescente, que se define como de g¨¦nero fluido y en cierto modo tambi¨¦n quiere ser otra persona siendo la misma. La segunda, que las autoras a?aden una trama delincuencial de comedia popular, seguramente inspirada en la pandilla del banco de Atraco a las tres (1962), de Jos¨¦ Mar¨ªa Forqu¨¦, otro de esos milagros hist¨®ricos de nuestro cine.

Pese a que al guion le faltan un par de hervores, la singular comicidad de Bermejo, sencilla y trascendente, tan relacionada siempre con el absurdo a lo largo de su carrera cinematogr¨¢fica y teatral, junto a la sensibilidad de Ozores para la parte m¨¢s dram¨¢tica de la pel¨ªcula, elevan un conjunto sin mayores pretensiones que estar del lado de sus personajes, de todos ellos, lo que no es poco; de los m¨¢s proclives al entendimiento, y tambi¨¦n de los contrarios. Quiz¨¢ algunos la vean como una obra de activismo trans, y algo de raz¨®n habr¨¢ en ello, pero la esencia, como en aquel L¨®pez V¨¢zquez de los a?os setenta, est¨¢ en la delicadeza, y en la complejidad interior del ser humano.