Hallada la ¨²nica representaci¨®n medieval de un prior de Ucl¨¦s en el castillo de la Estrella de Montiel

El castillo de la Estrella, que se asienta sobre un otero rocoso en el t¨¦rmino municipal de Montiel (Ciudad Real), fue construido por los musulmanes en el siglo IX. No fue hasta 1228 cuando las tropas cristianas consiguieron tomarlo, tras m¨¢s de dos a?os de asedio. Fue entregado a la entonces poderosa Orden militar de Santiago, que le a?adi¨® la orgullosa torre del Homenaje, una edificaci¨®n prism¨¢tica de 25 metros de lado y otros tantos de altura. En ella resid¨ªa el comendador de la plaza y el alcaide de la fortaleza.

En sus estancias se almacenaban, adem¨¢s, armas y v¨ªveres. Era, sin duda, el coraz¨®n de la alcazaba. Pero en el siglo XV, un terremoto la derrumb¨® parcialmente. La Fundaci¨®n Castillo de La Estrella, el Ayuntamiento de Montiel, la Diputaci¨®n de Ciudad Real, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la Universidad de Castilla-La Mancha llevan m¨¢s de una d¨¦cada excavando e investigando en el castillo. Durante este tiempo han encontrado numerosas armas, monedas, estancias y hasta un espectacular sepulcro de un noble, la tumba de Los Leones, que son muestra de la sorprendente historia de este yacimiento.

Ahora han localizado ¡°un conjunto de grafitos hist¨®ricos¡±, de los que destacan dos: una figura femenina con corona y rica vestimenta, que porta una flor (posiblemente un lirio) y reposa sobre un dosel, y que quiz¨¢s corresponda a una escena de la Virgen, y una figura masculina con amplios ropajes y mitra, que bien pudiera representar a un obispo. Al tratarse de un castillo de la Orden de Santiago, es m¨¢s que probable que represente al prior de Ucl¨¦s, la m¨¢xima figura religiosa de esta orden religioso-militar en el reino de Castilla y con jurisdicci¨®n sobre todo en el Campo de Montiel, que dispon¨ªa, adem¨¢s, de un lugarteniente, el vicario de Montiel. No se conoce otra representaci¨®n de un prior de la orden del siglo XIII. Los especialistas recuerdan que en ese momento ¡°se quitan y ponen priores cada dos por tres, hay una guerra interna en la orden¡±, por lo que no se puede determinar a cu¨¢l de ellos representa exactamente la imagen.

En el siglo XIII, el centro peninsular se mostraba militarmente muy inestable al ser tierra de frontera. La batalla de Ucl¨¦s frente a los almor¨¢vides, en 1108, y la de Alarcos, en 1195, frente a los almohades, as¨ª como otras victorias andalus¨ªes sobre las cristianas, evitaron el desmoronamiento del frente y alargaron el dominio musulm¨¢n en el centro peninsular hasta la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212 y el posterior derrumbe del imperio almohade. Pero las escaramuzas, asedios a castillos o razzias continuaron en este periodo a lo largo de la frontera. As¨ª, la alcazaba musulmana de Ucl¨¦s pas¨® a la orden de la Orden de San Juan, y luego a la de Santiago, en 1174, que la convirti¨® en centro de su poder en el reino de Castilla.

Por su parte, el castillo de Montiel, a unos 200 kil¨®metros de Ucl¨¦s, no pas¨® definitivamente a manos cristianas hasta despu¨¦s de Las Navas, convirti¨¦ndose tambi¨¦n en un gran centro de poder, al ser sede de una de las principales encomiendas de la Orden de Santiago, muy cerca de la frontera.

Las ¨²ltimas investigaciones, seg¨²n explican los profesores de la Universidad de Castilla-La Mancha, Jes¨²s Molero, David Gallego y Cristina Pe?a, directores de las excavaciones, han permitido documentar ahora ¡°grafitos de cruces, s¨ªmbolos astrales y otros trazos m¨¢s dif¨ªciles de interpretar en los revocos de sus paredes¡±. En el cementerio anejo ¨Del yacimiento arqueol¨®gico incluye adem¨¢s del castillo otras edificaciones cercanas como iglesias, camposantos o campos de batalla¨D se han registrado petroglifos de alquerques [juego parecido al tres en raya], cruces en las losas y sillares de las tumbas¡±.

¡°El valor de estos hallazgos va m¨¢s all¨¢ de su car¨¢cter est¨¦tico¡±, a?aden los arque¨®logos, ¡°ya que nos proporcionan informaci¨®n sobre la sociedad, la vida cotidiana, la religiosidad y la superstici¨®n, entre otros aspectos¡±.

De todas formas, la mayor concentraci¨®n de estas representaciones se ha localizado en el interior de la fortaleza, gracias a los trabajos de excavaci¨®n, consolidaci¨®n y puesta en valor del edificio financiados por la Diputaci¨®n Provincial de Ciudad Real. Entre ellos, hay cruces latinas en los paramentos de las torres o dameros que ¡°tienen un significado trascendente¡±.

¡°Sabemos que a mediados del siglo XV un terremoto caus¨® el colapso de parte de la construcci¨®n, lo que llev¨® a su reestructuraci¨®n interior en tres grandes estancias. Esto nos ha permitido fechar estratigr¨¢ficamente los grafitos localizados, con una muestra realmente excepcional de este tipo de representaciones, tanto en posici¨®n primaria, sobre los revestimientos conservados, como secundaria, entre los derrumbes de ladrillo y yeso que colmatan el interior del edificio¡±, explica Gallego.

En la estancia sur de la torre del Homenaje, a lo largo de todo el paramento, se han localizado tambi¨¦n grafitos en los revocos, realizados probablemente en el momento de la construcci¨®n de esta estructura, en el siglo XIII. ¡°Estos grafitos pueden tener un car¨¢cter apotropaico (m¨¢gico o protector), aunque algunos son marcas simples de dif¨ªcil interpretaci¨®n¡±, indica Cristina Pe?a.

No obstante, los hallazgos principales se localizaron en el vano de paso entre dos estancias de la torre. En las jambas se identificaron una estrella y una Mano de F¨¢tima, s¨ªmbolo protector de las culturas jud¨ªas y ¨¢rabes, adem¨¢s de las mencionadas figuras del prior y la Virgen.

Todo el conjunto de grafitos ha sido consolidado para que se pueda contemplar en las visitas guiadas que organiza la Fundaci¨®n Castillo de la Estrella de Montiel. Un castillo que, por cierto, resulta fundamental para entender el devenir de la monarqu¨ªa hisp¨¢nica a causa de la legendaria traici¨®n de Enrique II de Trast¨¢mara a Pedro I el Cruel. Pero eso no ocurrir¨¢ hasta el 14 de marzo de 1369. ¡°Es, por tanto, otra historia, en el mismo castillo, pero otra apasionante historia¡±, concluye Jes¨²s Molero.