De la intuici¨®n de un editor franc¨¦s a la pasi¨®n futbolera entre lectores espa?oles: c¨®mo ¡®Blackwater¡¯ vendi¨® casi dos millones de novelas en Europa
Los responsables del rescate del libro de Michael McDowell, publicado en 1983 e in¨¦dito durante cuatro d¨¦cadas en el Viejo Continente, repasan las claves del triunfo de una obra que reivindica a trav¨¦s de la calidad literaria el ¡°placer de leer¡±
Dominique Bordes ten¨ªa alguna duda. Aunque, en realidad, tampoco muchas. Y eso que, a priori, la perspectiva de negocio era para echarse a temblar. Un novel¨®n de m¨¢s de 1.000 p¨¢ginas, publicado en 1983 en EE UU, y m¨¢s o menos olvidado con el tiempo. De Michael McDowell, autor fallecido y desconocido en Europa. Una obra de terror, pero sin mucho terror, que hab¨ªa extra?ado a unos cuantos lectores. ?Por qu¨¦ demonios, entonces, el editor franc¨¦s se mor¨ªa de ganas de comprar los derechos cuatro d¨¦cadas despu¨¦s?
Tal vez le motivara el lema de su propio sello, Monsieur Toussaint Louverture: ¡°Nos gu¨ªa la b¨²squeda del libro sorprendente, el que nadie se esperaba y, sin embargo, una vez le¨ªdo se vuelve obvio¡±. Tambi¨¦n estaba el aval de Stephen King, que hab¨ªa dejado claro p¨²blicamente su entusiasmo por ese texto. Finalmente, Bordes adoraba las sagas literarias sobre familias. Aunque, quiz¨¢s, fue sobre todo cosa del instinto. ¡°Una y otra vez me reencontraba con ese libro. Hab¨ªa algo que merec¨ªa la pena explorar¡±, relata. Cuando su oferta lleg¨® a la remota casita azul de un pueblo de Massachusetts donde viv¨ªa Jane Otte, la octogenaria agente y amiga de McDowell dijo que s¨ª. Tampoco es que hubiera recibido ninguna m¨¢s.
Hoy, el resto de editores franceses tiene m¨¢s de 1.150.000 razones para morderse las manos. Tantas como copias ha vendido Blackwater en el pa¨ªs. M¨¢s unas 300.000 en Italia. Otras tantas en Espa?a, entre castellano y catal¨¢n. Y sumando. M¨¢s de 2.000 nuevos lectores al d¨ªa, de media, se han quedado atrapados en el pueblo de Perdido desde que Bordes lo descubri¨® a Europa, en abril de 2022. La familia Caskey y sus vidas han inspirado clubes de lectura, tertulias, canales de Telegram, podcasts, colas en librer¨ªas, v¨ªdeos de TikTok. En una palabra: furor. Un fen¨®meno imparable y misterioso. O quiz¨¢s muy sencillo: literatura de calidad para cualquiera.
¡°Soy un escritor comercial y estoy orgulloso de ello. Creo que es un error intentar escribir para la posteridad¡±, afirm¨® Michael McDowell, seg¨²n un art¨ªculo de The Independent de 2009. El texto informaba de que, a la saz¨®n, sus creaciones estaban descatalogadas en Reino Unido. No por nada, el ep¨ªgrafe del reportaje rezaba: ¡°Autor olvidado n.? 36¡å. Puede que alg¨²n cin¨¦filo le recordara por el guion de Pesadilla antes de Navidad, junto con Tim Burton, o de Beetlejuice, en solitario. Novelas como The Elementals, la extra?a saga detectivesca del camarero Daniel Valentine y su amiga Clarisse Lovelace, o la de Jack y Susan, pareja besada por la eterna juventud, le hab¨ªan granjeado buenas ventas, un nicho de culto y tambi¨¦n la etiqueta de peculiar. Aunque hoy se dir¨ªa m¨¢s bien que se adelant¨® a su tiempo.
Nacido en Enterprise (EE UU) en 1950, homosexual declarado, dem¨®crata, muy dado a narrar matriarcados, contextos queer, a firmar con seud¨®nimos y a mezclar g¨¦neros. Licenciado en Harvard, aspirante a profesor universitario de literatura, capaz de la erudici¨®n sin alejarse nunca de las masas. Dej¨® escritas unas 30 obras, ambientadas en Alabama durante la Gran Recesi¨®n o en Nueva York en plena era dorada, salpicadas de fantas¨ªa, humor, miedo, inquietud o realismo m¨¢gico. Todo en apenas 49 a?os, antes de que el sida se lo llevara, en diciembre de 1999.
En su escueto perfil en ingl¨¦s en la Wikipedia, ni siquiera se menciona Blackwater. En el mercado editorial europeo, en cambio, apenas quedan profesionales que no conozcan la saga. ¡°Su escritura est¨¢ totalmente centrada en el lector, es tremendamente eficaz y tiene una manera muy cinematogr¨¢fica de narrar los eventos. Y luego est¨¢n sus obsesiones: la muerte, su omnipresencia; y la familia, lo que nos hace y lo que le hacemos¡±, enumera Bordes. ¡°Mezcla much¨ªsimos elementos. Y es muy h¨¢bil en dejar peque?os indicios para que intuyas que algo va a suceder¡±, agrega Sabine Schultz, de Neri Pozza, el sello italiano. ¡°Es adictiva y se consume como una serie; gusta a p¨²blicos muy diferentes; recupera la idea de lo que es la literatura popular; es modern¨ªsima¡±, completa Jan Mart¨ª, editor de Blackie Books, que la lanz¨® en Espa?a este a?o. En su formato original, igual que en Francia e Italia, tal y como lo concibi¨® McDowell: seis libros, con tama?o y precio de bolsillo. Otro gui?o del autor hacia el lector.
Al fin y al cabo, McDowell publicaba paperbacks, es decir ¡°colecciones de obras muy baratas, y de consumo masivo, principalmente de novelas pulp, o thrillers, o de terror¡±, resume Mart¨ª. ¡°Escribo para que la gente pueda leer mis libros con placer¡±, reivindicaba el autor, seg¨²n su editor espa?ol. Tanto que una escena se repiti¨® id¨¦ntica en las tres editoriales, la misma que luego se contagi¨® en miles de hogares: el que abr¨ªa el primer libro no paraba hasta terminar el sexto. ¡°Hubo un momento en que, en nuestro comedor, solo se comentaba Blackwater¡±, rememora Schultz. Y agrega: ¡°No recuerdo a nadie que planteara: ¡®?Y si no funciona?¡±.
Un a?o antes Bordes se hab¨ªa lanzado por el mismo barranco. Y hab¨ªa ca¨ªdo m¨¢s que de pie. El buen aterrizaje en Francia convenci¨® tanto a Neri Pozza como a Blackie. Y ambos se tiraron detr¨¢s. As¨ª que la casita de Massachusetts recibi¨® otras dos ofertas: tan r¨¢pidas que tampoco hubo competidores.
El editor franc¨¦s, adem¨¢s, marc¨® la senda en la estrategia de lanzamiento. No era para menos: le cost¨® ¡°dos a?os¡± elaborarla. ¡°La decisi¨®n de imprimir seis libros en vez de uno caus¨® docenas de problemas que deb¨ªan ser anticipados y resueltos: ?c¨®mo hablar de ellos?, ?c¨®mo lanzarlos?, ?cu¨¢ndo?, ?con qu¨¦ precio?, ?c¨®mo convencer a los lectores para volver cinco veces a la librer¨ªa?¡±, apunta. Entre otras muchas elecciones acertadas, Bordes trabaj¨® muy a fondo la elecci¨®n de las portadas. Busc¨® alguien que dibujara ¡°barajas de p¨®quer¡±. Crib¨®. Y, finalmente, eligi¨® al espa?ol Pedro Oyarbide.
¡°No conoc¨ªa a McDowell. Tuve la oportunidad de leer toda la saga con tiempo antes de empezar a bocetar, lo cual me ayud¨® a recoger multitud de notas e ideas. Tanto las portadas como los lomos y las contras est¨¢n completamente ilustradas y llenas de elementos y peque?as referencias a la historia¡±, apunta el artista. Neri Pozza y Blackie mantuvieron las mismas im¨¢genes, otra muestra de su valor. En Lucca y Tur¨ªn, en dos de las grandes ferias editoriales italianas, hubo colas para hacerse con una firma de Oyarbide. ¡°Desde que Blackwater se public¨® en Espa?a raro es el d¨ªa que no me encuentro con los libros ya sea en librer¨ªas, en el peri¨®dico, en las manos de la gente en el metro... Se ha convertido casi en un objeto de colecci¨®n¡±, remata el ilustrador. Hizo falta un a?o de trabajo. El resultado ya perdura desde hace dos. Y los que quedan.
¡°Para Blackwater organic¨¦ tantas cosas que, cuando sali¨® a la venta el primer libro, escrib¨ª a todos los que hab¨ªan participado para decirles que estaba orgulloso de que hab¨ªamos hecho todo lo que pod¨ªamos, pasara lo que pasara luego¡±, agrega Bordes. Lo que sucedi¨® es que hubo semanas en que los seis libros de la saga estaban a la vez entre los 10 m¨¢s vendidos de Francia. En Neri Pozzi tampoco escatimaron esfuerzos y recursos: tr¨¢ileres, podcasts, newsletters, un goteo de anuncios, postales con el pr¨®logo, una campa?a con varios tiktokers. ¡°El plan de marketing m¨¢s articulado de la historia de nuestra editorial¡±, define Schultz. Y eso que ambos sellos apenas suelen trabajar con libros muy comerciales: cuando el potencial ¨¦xito est¨¢ re?ido con la calidad, presumen de elegir siempre la segunda. La suerte es que Blackwater reun¨ªa ambas.
Por eso en Blackie Books no tienen miedo de comparar a McDowell con Honor¨¦ de Balzac o Alexander Dumas. Aunque los editores tambi¨¦n evocan series como Perdidos o Succession para describir la saga, incluidas las pasiones casi futboleras a favor de la inquietante Elinor o de su inquebrantable suegra, Mary-Love. Mart¨ª comparte una de las frases que m¨¢s escucha entre los lectores espa?oles: ¡°Me ha sacado de un bloqueo muy largo¡±. Y el pueblo donde bulle la trama de Blackwater ya ocupa su lugar en el mapa literario donde llevan d¨¦cadas Macondo, Hogwarts, Yoknapatawpha o Comala. Bordes lo explica as¨ª: ¡°Aunque existe, la localidad fue recreada por el autor. Es un territorio imaginario que sigue sus propias reglas. Eso crea la extra?a sensaci¨®n para el lector de que, en cuanto arranca, sabe inmediatamente d¨®nde est¨¢. En Perdido¡±.
Casi dos millones de europeos ya conocen cada esquina del pueblo. El temido cruce entre los r¨ªos. El dique. Los aserraderos. La barriada negra de Baptist Bottom. Quien regresa de tan largo viaje, normalmente, pide partir de nuevo en cuanto pueda. De ah¨ª que los tres sellos adquirieran los derechos para m¨¢s obras de McDowell. Esta vez, eso s¨ª, ya no hab¨ªa que acudir a la casita de Massachusetts: la se?ora Otte hab¨ªa entregado la gesti¨®n de los derechos a una gran agencia. ¡°Parec¨ªa imposible que pudi¨¦ramos seguir public¨¢ndolo, porque las cifras que nos ped¨ªan eran inasumibles, y nos parec¨ªa injusto. Decidimos volver a hablar con ella, le mostramos todo lo que hab¨ªamos hecho por Blackwater... y al final pidi¨® que Blackie siguiera publicando a McDowell¡±, recuerda Mart¨ª. A partir de 2025, poco a poco, editar¨¢n toda su obra. Ya sin dudas sobre qu¨¦ suceder¨¢ en el mercado. Aunque, en realidad, nunca las hubo.
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