Richey James Edwards, el complejo rastro de la estrella de rock que desapareci¨®
El miembro de Manic Street Preachers fue el gran inspirador de ¡®The Holy Bible¡¯, publicado hace 30 a?os, que fracas¨® en pleno estallido del ¡®britpop¡¯ y hoy es un ¨¢lbum de culto
El plan de los galeses Manic Street Preachers era publicar un disco y desaparecer. Con la arrogancia, ambici¨®n e ingenuidad de todo gran artista novel multiplicadas por cien, la banda alternativa proclam¨® que su debut Generation Terrorists (1992) ser¨ªa ¡°el mejor ¨¢lbum de rock de todos los tiempos¡±, lo publicar¨ªan con el mayor sello, vender¨ªan 20 millones de copias y despu¨¦s se disolver¨ªan. Pese a que Sony le dedic¨® una intensa campa?a, los objetivos del grupo, que en 2024 sigue en activo y prepara su decimoquinto ¨¢lbum de estudio, claramente no se cumplieron. De determinaci¨®n iban sobrados.
Tras otra entrega, Gold Against The Soul (1993), que pas¨® comercialmente desapercibida, Manic Street Preachers llamaron a su tercer trabajo The Holy Bible porque ¡°todo en ¨¦l ten¨ªa que ser perfecto¡±. Calificado por la publicaci¨®n especializada New Musical Express (NME) como ¡°el disco m¨¢s oscuro de la historia¡±, The Holy Bible se public¨® el 30 de agosto de 1994, mismo d¨ªa en que apareci¨® un ¨¢lbum debut brit¨¢nico que s¨ª marc¨® una nueva era: Definitely Maybe, de Oasis.
Con el cantante y guitarrista James Dean Bradfield (Pontypool, Gales, Reino Unido, 55 a?os) al frente, su primo Sean Moore (¨ªdem, 56) como baterista y Nicky Wire (Blackwood, 55) al bajo, Manic Street Preachers se encontraban dominados por la proyecci¨®n medi¨¢tica de un cuarto miembro, Richey Edwards (Blackwood, desaparecido en 1995 a los 27 a?os y legalmente muerto desde 2008), que hac¨ªa las veces de guitarra r¨ªtmica, aunque no tocaba bien y apenas grab¨® nada. Edwards fue quien m¨¢s efusivamente busc¨® el inter¨¦s de la prensa en los primeros a?os, a trav¨¦s de insistentes cartas y esc¨¢ndalos. En 1991 tuvo lugar el episodio m¨¢s ilustre en este sentido, cuando, frente al periodista de NME Steve Lamacq, se grab¨® en el brazo con una navaja ¡°4 REAL¡± (De verdad) para despejar las dudas sobre si su imagen p¨²blica era una pose. En el hospital recibi¨® 18 puntos.
Richey Edwards, que tambi¨¦n se autolesionaba sobre el escenario, pod¨ªa ser visto como el Sid Vicious de la banda, pero era mucho m¨¢s. ¡°Hasta cierto punto, puede que fuera el l¨ªder¡±, opina Joe Tangari, cr¨ªtico de Pitchfork. ¡°Creo que les marc¨® la pauta, desde la forma de vestir y el gusto por los esl¨®ganes hasta las letras [que escrib¨ªa con Nicky Wire]. No creo que tuviera mucho que ver con c¨®mo sonaban, pero s¨ª con la creaci¨®n de su imagen y personalidad¡±. Adem¨¢s de estrella del rock, era un estudiante sobresaliente, lector de significativa erudici¨®n, poeta aficionado e intelectual de izquierdas graduado en Historia Pol¨ªtica. Tambi¨¦n alguien con importantes problemas de salud mental, que sufr¨ªa, como m¨ªnimo, una depresi¨®n severa. Admirador de los sonidos oscuros y la sensibilidad de Echo & The Bunnymen, The Smiths o Joy Division, Edwards aspiraba a que la m¨²sica de Manic Street Preachers y sus mensajes provocaran pr¨¢cticamente un cambio de conciencia generacional.
La entonces alma del grupo se vaci¨® en The Holy Bible, que seg¨²n sus compa?eros escribi¨® al 75%. En aquel 1994, Edwards pas¨® por dos psiqui¨¢tricos e intent¨® suicidarse en verano. El disco, que abarca temas como la prostituci¨®n, el fascismo, la cultura de masas, el imperialismo, las enfermedades mentales o el asesinato, lleg¨® en un momento en el que los aficionados prefer¨ªan escuchar otras cosas, como demostr¨®, en paralelo a su fracaso, la explosi¨®n de Oasis. ¡°Era en gran medida un ¨¢lbum fuera de su tiempo¡±, dice Joe Tangari. ¡°Mientras que algunos grupos de britpop, como Blur, ironizaban sobre la sociedad, los Manics eran mucho m¨¢s directos. Nadie m¨¢s importante en el Reino Unido abordaba estos temas. La m¨²sica tambi¨¦n estaba muy alejada de lo que ocurr¨ªa en Gran Breta?a: las guitarras ten¨ªan un tono muy desagradable y la bater¨ªa rara vez marcaba el tiempo de forma convencional. Ten¨ªa potencial para llegar a EE UU, pero el rock alternativo estadounidense se centraba mucho m¨¢s en el sufrimiento y la agitaci¨®n individuales¡±.
La portada del disco fue el tr¨ªptico Strategy (South Face/Front Face/North Face), de la artista contempor¨¢nea Jenny Saville, que muestra a una mujer obesa desde tres perspectivas. Referencias a escritores como Oscar Wilde, George Orwell, Sylvia Plath o Harold Pinter tambi¨¦n salpicaban sus letras. La visita de la banda a los campos de concentraci¨®n nazis, durante la gira europea de 1993, inspir¨® las canciones Mausoleum y The Intense Humming Of Evil. Por otra parte, los problemas de Edwards se hac¨ªan patentes en la cr¨®nica de su anorexia 4st 7lb (es decir, 29 kilos, el peso considerado l¨ªmite para la muerte de un paciente) o en Die In The Summertime, que parec¨ªa anunciar sus planes de suicidio estival.
Preguntados en 2014 por c¨®mo no repararon en la gravedad de lo que su autor estaba contando, Nicky Wire explic¨® en Mastertapes, de BBC Radio 4: ¡°Nos dijimos a nosotros mismos que estaba escribiendo sobre estas cosas oscuras de una manera period¨ªstica, por ejemplo imaginando el punto de vista de una persona anor¨¦xica¡±. Faster, primer single que se extrajo del disco, se acab¨® convirtiendo en uno de los cl¨¢sicos de la banda. Sobre su abstracto pero potente contenido, una autoafirmaci¨®n donde la primera persona se autodefine como ¡°arquitecto¡±, ¡°pionero¡±, ¡°pureza¡± y dice frases como ¡°He sido demasiado sincero conmigo mismo, deber¨ªa haberme mentido como todo el mundo¡±, sus compa?eros admitieron quedar confusos.
Una temporada en el infierno
El 1 de febrero de 1995, Richey Edwards se esfum¨®. Declarado legalmente muerto en 2008, su cuerpo nunca fue encontrado ni se sabe qu¨¦ fue de ¨¦l. James Dean Bradfield acudi¨® aquella ma?ana a buscarle a su habitaci¨®n de hotel en Londres para viajar a Estados Unidos a promocionar The Holy Bible, pero estaba vac¨ªa. Seg¨²n la recepci¨®n, se march¨® a las siete de la ma?ana. En el cuarto, hab¨ªa dejado una caja, presuntamente destinada a su amiga y exnovia Jo, con el mensaje ¡°Te quiero¡± y varios libros, entre ellos Camino real (1953), de Tennessee Williams, El anticristo (1895), de Nietzsche, o Equus (1973), de Peter Schaffer. Aunque se asumi¨® que Bradfield fue la ¨²ltima persona que vio a Edwards, la banda transmiti¨® que la tarde anterior fue visitado por una mujer llamada Vivian, que la familia nunca ha conseguido identificar.
De acuerdo al relato de la banda, intent¨® que ella se quedara con su pasaporte, en m¨ªmesis con la leyenda de Novela con coca¨ªna (1934), uno de los libros que le obsesionaban: de su autor, M. Agu¨¦yev (reconocido en los noventa como el ruso Mark Levi), se dec¨ªa que desapareci¨® tras entregar su pasaporte a un amigo. El recorrido posterior de Edwards es confuso. Se cree que condujo hasta Cardiff y pas¨® por su piso, donde se hall¨® el pasaporte, su medicaci¨®n y el recibo de un peaje de las 2:55 de ese d¨ªa en el puente Severn, que cruza la frontera anglogalesa. Aunque durante m¨¢s de dos d¨¦cadas se dio por sentado que esa hora era posterior al mediod¨ªa, en 2018 la cronolog¨ªa cambi¨® cuando Sara Hawys Roberts y Leon Noakes, autores del libro Withdrawn Traces: Searching For The Truth About Richey Manic (publicado en 2019 e in¨¦dito en Espa?a), realizado en colaboraci¨®n con la hermana del desaparecido, demostraron que el tique se expidi¨® a las 2:55 de la noche. De tal manera, el libro postula que o bien Edwards abandon¨® el hotel mucho antes de las siete de la ma?ana (entre las doce y la una, como m¨¢ximo) o hubo al menos otra persona implicada en su desaparici¨®n.
Si bien Withdrawn Traces, por momentos, se presta a la conspiranoia, como ejercicio indirecto de exhaustiva biograf¨ªa y cr¨ªtica cultural resulta fascinante. Desde la extendida hip¨®tesis de que Edwards, solo o acompa?ado, con intenci¨®n o no de suicidarse, plane¨® su desaparici¨®n con tiempo (el regalo de despedida a su exnovia, los extractos bancarios constatando c¨®mo desde dos semanas atr¨¢s estuvo reuniendo dinero y sacando 200 libras diarias de su cuenta), los escritores Roberts y Noakes profundizan en su legado art¨ªstico, sus diarios y lecturas en busca de sentido, de pistas que pudieran indicar qu¨¦ ten¨ªa en mente el autor de canciones con l¨ªneas como ¡°Quiero caminar en la nieve y no dejar una huella¡±.
La investigaci¨®n dibuja a un personaje interesado desde peque?o por la idea de la reclusi¨®n voluntaria y el tropo rom¨¢ntico de la desaparici¨®n. Edwards creci¨® cautivado por el misterio de su t¨ªa abuela Bessie, que vivi¨® en absoluta soledad y neg¨¢ndose a relacionarse con nadie durante d¨¦cadas, hasta su muerte en 1994. Literariamente, le atra¨ªa la figura de Kurtz, el hombre que se interna y vive como un semidi¨®s en la selva de El coraz¨®n de las tinieblas (1899), y dec¨ªa envidiar el aislamiento de J. D. Salinger, que consagr¨® el grueso de su vida a escribir y leer sin contacto con el exterior. En sus ¨²ltimos meses, pos¨® en fotos promocionales frente a un cristal con una cita de Solomon Northup ¨Cel autor de 12 a?os de esclavitud (1853), cuyo destino final nunca se conoci¨®¨C o con prendas con versos estampados de Arthur Rimbaud, el hombre que se desvincul¨® de todo y dej¨® de escribir poes¨ªa para echarse a la mar y viajar a tierras remotas. Pod¨ªa ser deliberado. O tambi¨¦n puede que, cuando uno quiere ver algo, lo vea en todas partes.
Richey Edwards aparece representado como una figura quijotesca del rock, con una identidad forjada a base de referencias y mitolog¨ªa. Ya en el instituto est¨¢ decidido a ser famoso, escribi¨¦ndose biograf¨ªas falsas o haciendo a un compa?ero fotografiarle para documentar, de cara a la historia, sus comienzos. No sin cierto complejo mesi¨¢nico, le interesaban las leyendas sobre Brian Jones, el malogrado fundador de los Rolling Stones muerto en extra?as circunstancias, y se habla de la resonancia que el suicidio de Kurt Cobain tuvo en ¨¦l. Tambi¨¦n idolatraba a Bobby Sands, el m¨¢rtir del IRA fallecido a los 27 a?os tras una huelga de hambre: dec¨ªa que la suya fue ¡°la mejor declaraci¨®n posible, porque era contra s¨ª mismo¡±. Antes de desaparecer, lleg¨® a interesarle tanto la religi¨®n ¨Cse tatu¨® fragmentos de La divina comedia (1472), le¨ªa los Evangelios, expres¨® inter¨¦s en viajar a Israel¨C que su hermana le busc¨® por monasterios de Reino Unido.
El rastro de Edwards llega hasta el 17 de febrero de 1995, cuando se encuentra su coche abandonado, sin bater¨ªa, en el puente Severn, con un ¨²ltimo tique de aparcamiento del d¨ªa 14 y se?ales de que alguien hab¨ªa estado viviendo en su interior. Despu¨¦s, pas¨® al plano de iconos como Elvis, con dispares avistamientos en la India o las Islas Canarias. Manic Street Preachers encontr¨® el ¨¦xito masivo que tanto se le hab¨ªa resistido con Everything Must Go (1996), un disco que, desde su t¨ªtulo, funcionaba a la vez como catarsis, despedida y golpe de tim¨®n. La banda acab¨® construyendo una carrera larga y s¨®lida, con un sonido suavizado respecto a sus inicios, pero manteniendo perfil pol¨ªtico alto (If You Tolerate This Then Your Childen Will Be Next, su canci¨®n m¨¢s conocida, versa sobre la Guerra Civil Espa?ola y las Brigadas Internacionales).
Del enigma abierto de Edwards, Rosie Dunn, mujer que conoci¨® y trab¨® amistad con el m¨²sico durante su estancia en un hospital psiqui¨¢trico, apuntaba a otra posible pista en Withdrawn Traces: la frecuencia con la que citaba la serie de la BBC Ca¨ªda y auge de Reginald Perrin (1976), sobre un cuarent¨®n insatisfecho que finge su suicidio para empezar una nueva vida con otra identidad. ¡°Richey no dejaba de mencion¨¢rmela, como si quisiera que se me quedase¡±, contaba Dunn. ¡°No s¨¦ si hizo eso o si simplemente le parec¨ªa una idea atractiva. Quiz¨¢s era lo que quer¨ªa que pensasen de ¨¦l, independientemente de lo que le pas¨® en realidad¡±.
Babelia
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