Brad Pitt y George Clooney resuelven (casi) todos los problemas en el festival de Venecia
La visita de las dos estrellas al Lido, por ¡®Wolfs¡¯, de Jon Watts, desata el entusiasmo de sus seguidores, aunque los mayores aplausos f¨ªlmicos van para ¡®The Brutalist¡¯, de Brady Corbet
Una acampada para ver las estrellas. Pocos planes tan veraniegos. Aunque, en lugar de la oscuridad, una veintena de chiquillas prefiri¨® plantar esta ma?ana su esterilla a plena luz del d¨ªa. No en un bosque aislado, sino en medio del meollo: ante la alfombra roja del festival de Venecia. Les aguardaban horas de espera. A cambio disfrutar¨ªan de la noche de San Lorenzo del cine: Brad Pitt y George Clooney, juntos. Todo un acontecimiento.
No suced¨ªa desde 2008, precisamente en el Lido. Entonces presentaban Quemar despu¨¦s de leer, de los Coen. Ahora Wolfs, de Jon Watts, fuera de concurso. Ambos ya sesentones ¡ªPitt subray¨® que es ¡°mucho m¨¢s joven¡±, aunque Clooney le atribuy¨® ¡°74¡å a su amigo¡ª. A¨²n capaces de movilizar a los jovenc¨ªsimos. Y a los m¨¢s mayores, a juzgar por la inaudita cola previa a la rueda de prensa. Est¨¢ claro que el tiempo pasa para todos. De eso tambi¨¦n trata el filme. Pero los dos tienen el secreto para congelarlo. Ante los periodistas, por desgracia, no lo desvelaron. Regalaron, eso s¨ª, chistes, sonrisas, reflexiones sobre pol¨ªtica o sobre el futuro del s¨¦ptimo arte. Como dir¨ªan en Hollywood, un show.
The Brutalist, de Brady Corbet, en el concurso oficial, tambi¨¦n se atreve a retar al tiempo, pero de otra manera: lo dilata. Sin duda, la obra m¨¢s monumental del certamen hasta el momento. Su duraci¨®n ya es imbatible: tres horas y media. Pero su ambici¨®n narrativa, su coherencia y los temas abordados levantan toda una catedral cinematogr¨¢fica. Nada que envidiar a los edificios que inventa, en la pel¨ªcula, el arquitecto al que encarna magn¨ªficamente Adrien Brody: un genio, superviviente de los campos de concentraci¨®n y huido a EE UU. Busca una nueva vida. Tal vez no encuentre lo que esperaba. Hasta la factura del filme contribuye a su magnitud: est¨¢ rodada en celuloide, en 70 mil¨ªmetros. Lo que oblig¨® a una larga planificaci¨®n para traer los 26 rollos, que pesaban 136 kilos, en avi¨®n hasta aqu¨ª. Y augura un desaf¨ªo para su distribuci¨®n en salas. En todo caso, la Mostra vivi¨® dos acontecimientos. Uno medi¨¢tico, popular. El otro, f¨ªlmico. Una jornada ideal para un certamen como este.
El espect¨¢culo de Clooney y Pitt empez¨® enseguida. Americana azul claro uno, gris como su pelo el otro. Se encargaron incluso de la tarea que normalmente asume la moderadora: rebotar preguntas al resto del reparto, como Austin Abrams o Amy Ryan. La primera, c¨®mo no, fue para ellos. ?Por qu¨¦ vuelven ahora?
¡ªEl dinero lo mueve todo.
¡ªEn Quemar despu¨¦s de leer pude dispararle en la cara. Fue bonito.
¡ªEsta vez me golpeas.
Y as¨ª. ¡°A medida que envejezco trabajar con gente que me gusta se vuelve m¨¢s importante¡±, confes¨® Pitt. ¡°Ambos somos tambi¨¦n productores. Es muy poco frecuente que se ruede un primer borrador de un guion. A veces, cuando lo recibes, piensas: ¡®?qu¨¦ hacemos con esto?¡¯. Pero no en este caso¡±, agreg¨® Clooney. Los dos quer¨ªan reconocer as¨ª la importancia de Jon Watts, que no estaba presente en Venecia. Dirigida por el responsable de los ¨²ltimos taquillazos de Spiderman. Protagonizada por dos ganadores de premios Oscar y de no se sabe cu¨¢ntas listas de los hombres m¨¢s sexies del planeta. Y, a¨²n as¨ª, Wolfs casi no se ver¨¢ en salas.
As¨ª que su proyecci¨®n en Venecia, de alguna manera, tambi¨¦n fue ¨²nica. Tras unos cuantos fracasos recientes, Apple TV+ recort¨® a unos pocos d¨ªas su paso por cines en EE UU. Luego, directa al streaming, el 27 de septiembre, en todo el mundo. A pesar del reclamo de Pitt y Clooney. ¡°Estamos claramente en declive¡±, se rio el segundo. Pero el asunto, en realidad, se antojaba serio. Como las promesas que hab¨ªan recibido.
Los actores renunciaron a parte de su retribuci¨®n para garantizar que la pel¨ªcula pasara por la gran pantalla. Aunque, a la vez, precisamente su sueldo pudo suponer parte del problema. The New York Times estim¨® que ascend¨ªa a 35 millones de d¨®lares cada uno. Clooney lo rebaj¨® ¡°unos cuantos millones¡± y quiso matizar: ¡°Un salario as¨ª har¨ªa imposible hacer pel¨ªculas¡±. Pero admiti¨® que ambos quer¨ªan la difusi¨®n en cines, que hay ¡°elementos¡± que a¨²n deben entender y que resulta ¡°sorprendente¡± que no haya distribuci¨®n internacional. Los dos defendieron que el streaming trae m¨¢s historias, trabajo, talentos y p¨²blico. ¡°Cuando Brad y yo ¨¦ramos j¨®venes exist¨ªa el llamado studio system: hab¨ªa un gran sentido de protecci¨®n y tutela, una maquinaria detr¨¢s que los actores ya no tienen, pero puede ser positivo porque trae m¨¢s democratizaci¨®n¡±, apunt¨® Clooney. Y ambos terminaron usando el mismo t¨¦rmino: ¡°Equilibrio¡±, entre los beneficios que aportan las plataformas y la proyecci¨®n en sala.
En la de Wolfs, se oyeron unas cuantas risas. Objetivo logrado, para una comedia. Aunque el filme las busca incluso demasiado. El t¨ªtulo es un homenaje al personaje de Harvey Keitel en Pulp Fiction: el se?or al que llamar para resolver el peor de los apuros. Pero aqu¨ª, para el mismo l¨ªo, aparecen los dos. Y eso, por supuesto, es un problema. Con la f¨®rmula que encumbr¨® la saga de Ocean¡¯s y tanto ha aprovechado Marvel, Pitt y Clooney disparan m¨¢s frases ingeniosas, puyas y chistes entrelazados que balas. El guion no para de girar, casi siempre hacia la direcci¨®n m¨¢s previsible. Al principio se desprecian. F¨¢cil imaginar c¨®mo terminan.
El filme quiere homenajear a sus protagonistas, con un gui?o a Dos hombres y un destino. Pero, por lo menos, tambi¨¦n se r¨ªe de ellos. Simbolizan al dominador desde hace milenios del planeta: el hombre blanco mayor y hetero. Maestro del mansplaining, acostumbrado al aplauso, mucho menos a ser contrariado. O a reconocer sus fallos, su escasa modernidad, o incluso los achaques en la espalda. Pero los reyes del mambo ya est¨¢n para pocos bailes. Su receta favorita, a base de testosterona e incomunicaci¨®n, se ha vuelto indigesta para la mayor¨ªa. Aunque Wolfs tambi¨¦n se le atraganta al espectador: entretenimiento puro, simple y, a ratos, incluso aburrido.
¡°Crec¨ª cortando hojas de tabaco por tres d¨®lares la hora. No he trabajado mucho como actor recientemente. Estoy volviendo. Tengo 63 a?os y sigo haciendo lo que me divierte¡±, dijo Clooney. Es cierto que su ¨²ltima nominaci¨®n al Oscar es de 2012. Y que su recorrido como director experimenta altibajos. Pitt est¨¢ viviendo una nueva era dorada, con papeles relevantes, la estatuilla de 2019 y el olfato como productor: solo en la Mostra acompa?a cuatro filmes. Aunque en el Lido, hace d¨ªas, estuvo tambi¨¦n su exmujer la actriz Angelina Jolie. Y con ella la mayor sombra que sobrevuela al int¨¦rprete: en la pelea judicial que mantienen, Jolie le acusa de abusos y violencia hacia ella y algunos de sus seis hijos.
No se abordaron, en todo caso, asuntos inc¨®modos. Salvo uno, quiz¨¢s: a Clooney le plantearon qu¨¦ impacto cree que tuvo su art¨ªculo en The New York Times pidiendo que Joe Biden renunciara a los comicios contra Donald Trump para dejar paso a Kamala Harris. Contest¨®: ¡°Nunca he tenido que responder y quiz¨¢s sea el momento justo. A quien hay que dar las gracias es a un presidente que ha hecho el gesto m¨¢s valiente desde George Washington. Un acto nada ego¨ªsta, con lo que dif¨ªcil que es dejar el poder y decir: ¡®Hay una forma mejor de proceder¡±.
El avance de The Brutalist resulta fascinante. El arquitecto jud¨ªo L¨¢szl¨® Toth cruza el oc¨¦ano para huir de los horrores. Se supone que desembarca en el lugar de los sue?os. Tras muchas dificultades, hasta parece cumplirse el suyo: un extra?o mecenas le encarga un colosal edificio que asombre y trascienda. Y accede a que la familia al fin se re¨²na con el artista. Pero la tierra de las oportunidades, tambi¨¦n lo es de la explotaci¨®n, el racismo, la violencia o la condescendencia. En definitiva, de la brutalidad. Protagonista y filme comparten la firmeza: fieles a su idea a toda costa, sin compromisos. Ya sea para construir la pel¨ªcula, el palacio, la vida.
Se a?ade la est¨¦tica sucia que garantiza la pel¨ªcula f¨ªsica. Y la inspiraci¨®n de El manantial, pol¨¦mica novela de 1943 de Ayn Rand, considerada un baluarte del individualismo y de la b¨²squeda de la libertad m¨¢s absoluta: instaba a cada uno a perseguir su felicidad, y ve¨ªa el ¨¦xito productivo como la ¡°actividad m¨¢s noble¡±. Corbet, desde luego, va a lo suyo desde el comienzo de su carrera como director. En sus dos anteriores filmes, La infancia de un l¨ªder y Vox Lux, hab¨ªa tocado personalidades geniales y controvertidas. Y creado arranques ambiciosos. Pero ahora, en lugar de caerse poco a poco, la estructura solo se debilita un poco, y se mantiene s¨®lida hasta el final. Por su duraci¨®n, y la necesidad de cambiar los rollos, el filme tiene un intervalo de 15 minutos. El murmullo que se o¨ªa en la pausa se hizo estallido de aplausos cuando termin¨®.
Finalmente, el concurso tambi¨¦n incluy¨® Ainda estou aqu¨ª, del veterano brasile?o Walter Salles. El cineasta de Los diarios de la motocicleta y Central do Brasil rescata una historia que su pa¨ªs conoce, y ¨¦l incluso m¨¢s: la desaparici¨®n en 1971 a manos de la dictadura del exdiputado Rubens Paiva, la b¨²squeda por parte de su mujer, Eunice, y el vac¨ªo que qued¨® en la familia. Salles era amigo de los hijos de Paiva. Y uno de ellos, Marcelo, estuvo en el Lido. Justo ¨¦l escribi¨® el libro que inspir¨® la pel¨ªcula. Puede que el largo, correcto y emotivo, no quede en la memoria. Lo que cuenta, sin embargo, no habr¨ªa que olvidarlo nunca.
Babelia
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