Amor Towles, escritor: ¡°En EE UU se han vendido m¨¢s libros en los ¨²ltimos a?os que nunca, la ficci¨®n mantiene su lugar¡±
El novelista, autor del superventas ¡®Un caballero en Mosc¨²', publica el libro de relatos ¡®Mesa para dos¡¯
A Amor Towles (Boston, 1964) le sorprende la pregunta de qu¨¦ le dir¨ªa a los cr¨ªticos que cada cierto tiempo proclaman la muerte de la novela. No parece, o tal vez s¨ª, la m¨¢s pertinente para un escritor superventas como ¨¦l, con millones de libros vendidos en todo el mundo y una legi¨®n de lectores a los que ahora se incorporan en masa los que se enamoraron de Un caballero en Mosc¨² ¡ªsu segunda novela y el t¨ªtulo que le catapult¨® a la fama¡ª gracias a su reciente adaptaci¨®n para una serie de televisi¨®n. ¡°Solo me impliqu¨¦ marginalmente en la producci¨®n, no escrib¨ª el guion, no dirig¨ª, solo ten¨ªa el cr¨¦dito de productor ejecutivo¡±, explica Towles en su domicilio de Manhattan. ¡°As¨ª que es de otra persona, no es mi obra ni tengo informaci¨®n sobre c¨®mo ha ido, aunque creo que Ewan McGregor [el conde Rostov, protagonista del libro] ha hecho un gran trabajo. Eso es todo lo que s¨¦, y tambi¨¦n s¨¦ de los nuevos lectores que se acercan ahora al libro gracias a la serie de televisi¨®n¡±. Los considera el principal r¨¦dito de la adaptaci¨®n.
Tras tres novelas largas ¡ªUn caballero¡ fue la segunda, entre Normas de cortes¨ªa y La autopista Lincoln¡ª, Towles public¨® este a?o un volumen de relatos, Mesa para dos, editado en Espa?a por Salamandra. Y qu¨¦ casualidad que el protagonista del primer relato sea, como el conde Rostov y otros personajes de sus libros, tambi¨¦n ruso, de nombre Pushkin para m¨¢s se?as. ?Un homenaje a la gran literatura rusa? ¡°Es m¨¢s una coincidencia. No tengo familia rusa. No hablo ruso. No estudi¨¦ historia rusa en la universidad. Solo he estado en Rusia tres veces durante 20 d¨ªas, o algo as¨ª. As¨ª que es casualidad. Cuando escrib¨ªa Normas de cortes¨ªa, quer¨ªa que el padre de la protagonista hubiera vivido una vida dura y le transmitiera las virtudes de tener pocas expectativas, trabajar duro y ser cauto, as¨ª que ten¨ªa sentido que fuera de origen ruso. Nada m¨¢s¡±.
A Towles, lector impenitente, no le cuesta confesar que Guerra y paz es una de sus tres novelas favoritas, ¡°junto con Moby Dick y Cien a?os de soledad, libros de alg¨²n modo similares porque son tan enormes y ambiciosos que contienen el mundo¡±. ¡°Me enamor¨¦ de la literatura rusa cuando era adolescente, y le¨ª a todos los grandes novelistas del XIX y a los cuentistas. Luego me interes¨¦ por la vanguardia de principios del siglo XX. Y m¨¢s tarde, por la era sovi¨¦tica, as¨ª que durante 30 a?os hab¨ªa le¨ªdo mucho sobre la cultura rusa, y por eso me pareci¨® natural que la historia [de Un caballero¡] se ambientara en Rusia¡±.
A diferencia de sus novelas, ambientadas en ¨¦pocas hist¨®ricas ¡ªel Mosc¨² sovi¨¦tico del conde Rostov; la Nueva York de 1938 de Normas de cortes¨ªa y un recorrido por la Am¨¦rica de los cincuenta en La autopista Lincoln¡ª, la mayor parte de los relatos de Mesa para dos se desarrollan en este milenio, aunque haya algo en sus p¨¢ginas que logra sustraerse al tiempo, flotando como si siempre hubiera estado ah¨ª: tal vez su estilo literario. Para un autor acostumbrado a las luces largas de la novela, escribir relatos, ¡°un g¨¦nero que no tiene mucho predicamento en EE UU¡±, era un ejercicio creativo radicalmente distinto. ¡°En una novela el escritor debe muy consciente de la orientaci¨®n: si durante las primeras 50 p¨¢ginas no sabes qu¨¦ est¨¢ ocurriendo, la dejas. Pero lo m¨¢s importante, a la hora de construir significado para los lectores, son las din¨¢micas evolutivas, c¨®mo cambian los personajes, las experiencias por las que pasan, qu¨¦ aprenden¡ Luego hay capas de significado y met¨¢foras que se construyen con el tiempo, en el transcurso de la historia¡±, explica.
¡°Nada de esto existe en el relato corto, te dejas caer en ¨¦l, las cosas suceden en el momento en que entras. Justo cuando empiezas a vislumbrar c¨®mo es la vida de los personajes, por qu¨¦ les han sucedido esas cosas, se acaba¡±, prosigue, asegurando que el veh¨ªculo del relato permite ciertas cosas que en la novela no funcionar¨ªan (¡°por ejemplo, el narrador un poco sarc¨¢stico, c¨ªnico y arrogante de uno de los relatos, que ah¨ª resulta muy entretenido y en una novela te hartar¨ªa¡±). Tambi¨¦n sus finales nada predecibles, inopinados, que pueden invitar a repensar lo le¨ªdo.
Towles trabaj¨® en el sector financiero antes de dedicarse por completo a la escritura, aunque resultar¨ªa incorrecto decir que cambi¨® una cosa por otra, porque, subraya, empez¨® a escribir de ni?o y solo dej¨® el banco de inversi¨®n cuando el ¨¦xito le hab¨ªa sonre¨ªdo (¡°no puse mi vida en riesgo¡±, sonr¨ªe). Sus respuestas no son categ¨®ricas ni concluyentes. De sus gustos literarios, universales, a su elecci¨®n de la gran novela americana, esa especie de g¨¦nero en s¨ª mismo, el escritor abraza numerosas opciones. ¡°El t¨¦rmino tiene m¨¢s de medio siglo. Y la novela americana digamos que tiene realmente 175 a?os, aproximadamente, porque se remonta a 1850 o algo as¨ª. La idea de una novela nacional es menos prevalente en otros pa¨ªses, como Espa?a o Francia, donde el foco est¨¢ m¨¢s en obras individuales que en una novela definitoria. Creo que en EE UU se trata menos de un libro que de una idea, la conquista del territorio y la expansi¨®n geogr¨¢fica del pa¨ªs, el optimismo, la inmigraci¨®n¡ Novelas como El gran Gatsby, Las uvas de la ira o Moby Dick¡ Pero necesitas 50 a?os de distancia para tener perspectiva. Mi novela La autopista Lincoln es tambi¨¦n en este sentido una novela americana¡±, explica de una historia de iniciaci¨®n movida por sue?os y ambiciones, tan definitorios de la forja del pa¨ªs.
Que Towles es un lector cum laude no hace falta intuirlo: por las frecuentes menciones a grandes t¨ªtulos en sus ficciones, tambi¨¦n por su estudio, alicatado de libros hasta el techo. ¡°Evidentemente, he le¨ªdo mucha literatura latinoamericana. Tambi¨¦n literatura francesa. Y europea. As¨ª que no es que Rusia tenga una posici¨®n ¨²nica en mis lecturas, pero s¨ª importante¡±. Cita a Jean Genet o C¨¦line, a Toni Morrison, el realismo m¨¢gico o los beats y las novelas de detectives. O incluso a Paul Auster, que es el personaje involuntario ¡ªes decir, ficticio¡ª de un delicioso relato sobre un joven aprendiz de escritor y lo rentable que puede resultar la gloria literaria.
La pregunta sobre la presunta muerte de la novela queda flotando en el ambiente, anatema en un lugar consagrado a la creaci¨®n como su estudio. Rebatirla ilustra m¨¢s a¨²n sobre el ¨¦xito planetario de sus libros: su segunda novela estuvo en la lista de libros m¨¢s vendidos de The New York Times durante dos a?os. ¡°?Los espa?oles ya no leen novelas?¡±, pregunta perplejo. ¡°En Estados Unidos se han vendido m¨¢s libros en los ¨²ltimos a?os que nunca, as¨ª que la ficci¨®n mantiene su lugar. Ciertamente, el paisaje cultural ha cambiado en todas partes, y todo el tiempo: cada 50 a?os lo hace de manera significativa. Ahora es el auge de las redes sociales, de los servicios de streaming¡ y eso ha creado m¨¢s distracciones y formas en las que el ciudadano puede acceder a historias o informaci¨®n o arte o lo que sea. As¨ª que la novela se convierte en un campo cada vez m¨¢s concurrido, pero no se podr¨ªa sugerir que eso ha llevado a la muerte de la novela¡±, dice, dando un peor pron¨®stico de la lucha por la supervivencia del largometraje ¡°porque las salas de cine est¨¢n relativamente vac¨ªas¡±.
Incluso aunque ganara Trump, soy optimista sobre la resiliencia del pa¨ªs
Towles ve en todo la mitad llena de la botella, incluida la coyuntura pol¨ªtica de su pa¨ªs, y se muestra aliviado al ver que el p¨¦ndulo de las encuestas parece oscilar hacia la dem¨®crata Kamala Harris. ¡°La polarizaci¨®n solo existe cuando se mira a Am¨¦rica desde un ¨¢ngulo. En los grandes temas, la mayor¨ªa de los estadounidenses est¨¢n de acuerdo: dos tercios apoyan el derecho a elegir de las mujeres, niveles m¨¢s estrictos de control de armas, hacer algo contra el calentamiento global o que EE UU se implique en los asuntos internacionales de un modo productivo. Pero todo esto no lo sabr¨ªas por lo que dicen los republicanos, interesados en agitar el debate para crear fricciones aunque haya un acuerdo sobre estos temas principales¡±, considera, reduciendo la crispaci¨®n a Twitter o Fox News, ¡°el debate pol¨ªtico es mucho m¨¢s t¨®xico que la realidad del pa¨ªs¡±
¡°Trump va por ah¨ª diciendo cosas como que tenemos una terrible ola de cr¨ªmenes y estad¨ªsticamente no es cierto. No s¨¦ c¨®mo se informa de eso en Europa, pero es el nivel m¨¢s bajo en 25 a?os. O que la econom¨ªa es un caos, pero en realidad va tan bien que la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos matar¨ªan por tener una econom¨ªa como la nuestra, con un 4% de paro¡ As¨ª que no tengo muchos motivos para ser pesimista. El ¨²nico temor es que el discurso enojado de Trump, que toda su desinformaci¨®n, mueva a la gente a votarle. Y ese ser¨ªa un mal resultado. Pero incluso aunque ganara Trump, soy positivo sobre la resiliencia de EE UU¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.