Ian McKellen, un Hamlet octogenario... ?y qu¨¦ m¨¢s da!
La adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica del cl¨¢sico de Shakespeare que acaba de llegar a Filmin es un ejemplo de c¨®mo el teatro puede ser trasladado a la pantalla sin perder su esencia
¡°Hamlet: Ian McKellen en una adaptaci¨®n sin edad ni g¨¦nero¡±: as¨ª se publicita la ¨²ltima versi¨®n f¨ªlmica del cl¨¢sico de Shakespeare, que acaba de llegar a la plataforma Filmin, tras un ¨²nico d¨ªa de pase en salas brit¨¢nicas el pasado febrero. Ian McKellen encarna a sus 85 a?os (84 cuando la rod¨®) un personaje en plena juventud. El fantasma de su padre est¨¢ interpretado por una mujer (Francesca Annis), su madre es dos d¨¦cadas m¨¢s joven que McKellen (Jenny Seagrove) y una actriz negra (Emmanuella Cole) hace el papel del hermano de Ofelia. Es l¨®gico que la promoci¨®n de la pel¨ªcula se centre en tan llamativo reparto, pero quien deduzca de ello que se trata de una propuesta ¡°revolucionaria¡± o ¡°pol¨¦mica¡±, como se ha llegado a publicar en algunos medios, se llevar¨¢ una decepci¨®n.
Si nos atenemos a las reglas de la verosimilitud cinematogr¨¢fica, la propuesta puede resultar desconcertante. Pero lo emocionante de este Hamlet es que juega no solo con las reglas del cine, sino tambi¨¦n con las del teatro. Sobre todo, con la mejor arma de las artes esc¨¦nicas frente a la dictadura de las pantallas: la suspensi¨®n de la realidad que se desencadena por defecto en un escenario. La imaginaci¨®n frente a la literalidad. Utop¨ªa frente posibilismo. Es tambi¨¦n una posici¨®n ideol¨®gica.
Recordemos que en la ¨¦poca de Shakespeare los papeles femeninos eran encarnados por hombres porque no se permit¨ªa actuar a las mujeres. Y que sobre los escenarios nunca ha importado la edad ni el g¨¦nero de Hamlet. Sarah Bernhardt lo interpret¨® en 1899, Margarita Xirgu en 1938, N¨²ria Espert en 1960, Blanca Portillo en 2009. El propio McKellen, que ya lo encarn¨® en 1971, lo volvi¨® a afrontar sobre las tablas en 2021, cuando ya ten¨ªa 81, en una producci¨®n dirigida por Sean Mathias que precisamente dio pie al filme del que hablamos, con pr¨¢cticamente el mismo reparto.
La tendencia a la hora de trasladar una obra teatral a la pantalla es adornarla con decorados realistas para que se ¡°parezca¡± m¨¢s al cine. Los propios creadores esc¨¦nicos caen muchas veces en la tentaci¨®n de competir con las artes audiovisuales importando sus convenciones, pero eso es remar contra el viento y desaprovechar las ventajas del principio de suspensi¨®n de realidad. Hay m¨¢s verdad en este Hamlet octogenario que en muchos otros en los que el actor encaja con la edad del personaje (en realidad, Shakespeare no dej¨® claros sus a?os), pero donde chirr¨ªan escenograf¨ªas de cart¨®n piedra y declamaciones rimbombantes. La libertad en la elecci¨®n del reparto se aplica tambi¨¦n a las localizaciones: todas las escenas se desarrollan en diferentes espacios del teatro Royal Windsor de Londres, desde los camerinos hasta la mazmorra del s¨®tano, los pasillos o la azotea.
Sean Mathias lo apuesta todo al texto. Sin psicologismos ni aspavientos. Naturalmente, esto no funcionar¨ªa si no contara con ese elenco de actores brit¨¢nicos prodigiosos, empezando por Ian McKellen. No pretenden parecer m¨¢s j¨®venes ni m¨¢s viejos ni m¨¢s blancos ni m¨¢s negros de lo que son porque eso da igual. Lo importante es lo que dicen y hacen sus personajes. La palabra de Shakespeare brota n¨ªtida, capturada en el primer plano cinematogr¨¢fico, pero a la vez profundamente teatral. Una comuni¨®n perfecta de artes que se potencian mutuamente.
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