La soprano Lisette Oropesa reina como Manon en Les Arts

Jules Massenet busc¨® con ah¨ªnco a la soprano ideal para dar vida a la encantadora y traicionera protagonista de su ¨®pera Manon, en 1883. Relata todas las vicisitudes que afront¨® durante su elecci¨®n, dentro de Mes souvenirs. Inspirado por el car¨¢cter dram¨¢tico de Marthe Duvivier, intent¨® contratar a la l¨ªrico-ligera Marguerite Vaillant-Couturier y termin¨® sucumbiendo al talento de la experimentada coloratura de Marie Heilbron. Necesitaba una cantante que viviera el personaje que hab¨ªa creado a partir de la novela del Abate Pr¨¦vost en colaboraci¨®n con los libretistas Henri Meilhac y Philippe Gille. Menciona a Sibyl Sanderson, para cuya voz m¨¢s ligera adapt¨® el papel en su ¨²ltima revisi¨®n de la partitura, pero tambi¨¦n a otras cantantes m¨¢s l¨ªricas como Mary Garden (la primera Melisande de Debussy) y Geraldine Farrar. En la actualidad, se podr¨ªa a?adir a ese extenso y prestigioso listado el nombre de Lisette Oropesa.

La soprano estadounidense de origen cubano no defraud¨® en su debut europeo con este complejo personaje de Massenet, el pasado jueves 3 de octubre, en Valencia. Fue una inauguraci¨®n de lujo de la temporada 24/25 en el Palau de Les Arts que coincidi¨®, el d¨ªa anterior, con el reconocimiento de Oropesa como mejor cantante femenina en la gala de los International Opera Awards celebrada en M¨²nich. La cantante cautiv¨® al p¨²blico desde su primera intervenci¨®n, en el aria Je suis encore tout ¨¦tourdie, con exquisitas coloraturas a?adidas a sus carcajadas, despu¨¦s de fascinar con su fraseo de la inicial resignaci¨®n a entrar en un convento.

Una caracterizaci¨®n de la inocencia y la sensualidad tan corp¨®rea como flexible y natural. La prosigui¨® en Voyons, Manon o, ya en el segundo acto, en la bella Adieu, notre petite table. Cosech¨® la mayor ovaci¨®n de la noche tras cantar una refinada y virtuosa gavotte del cuadro de Cours-la-Reine, en el tercer acto, que salpic¨® de brillantes sobreagudos. Pero lo mejor de la noche lo escuchamos poco despu¨¦s, en el irresistible N¡¯est-ce plus ma main del cuadro de Saint-Sulpice, donde convence a Des Grieux de que renuncie a los h¨¢bitos con un excepcional legato y maravillosos filados.

El resto del reparto no brill¨® al mismo nivel. Empezando por el Des Grieux m¨¢s carism¨¢tico que refinado del tenor Charles Castronovo. El cantante estadounidense exhibi¨® m¨¢s entrega que musicalidad en su aria Ah! Fuyez, douce image que dot¨®, adem¨¢s, de un inestable vibrato. El joven bar¨ªtono catal¨¢n Carles Pachon fue un Lescaut en proceso, aunque mejor¨® en el tercer acto con la torpe elegancia de O Rosalinde. El bajo norteamericano James Creswell, en cambio, result¨® muy superior en su papel de aristocr¨¢tico Conde Des Grieux, con una firmeza vocal que tambi¨¦n encontr¨® la calidez del personaje en su escena del tercer acto con Manon, donde ella finge ser otra y ¨¦l simula creerla.

Entre los secundarios, el tenor asturiano Jorge Rodr¨ªguez-Norton no termin¨® de encontrar el car¨¢cter repulsivo de Guillot. El Br¨¦tigny del joven bar¨ªtono mexicano Daniel Gallegos result¨® un poco mejor. Y el tr¨ªo de j¨®venes actrices, Poussette, Javotte y Rosette, fue brillantemente encarnado por Antonella Zanetti, Laura Fleur y Ester Ferraro. Sin olvidar la excelente prestaci¨®n del Cor de la Generalitat Valenciana, que dirige Francesc Perales, especialmente en el arranque de los dos cuadros del tercer acto.

James Gaffigan volvi¨® a resultar plenamente convincente al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana. El director neoyorquino opt¨® por tempos un tanto morosos en las escenas iniciales del primer acto, aunque despu¨¦s encontr¨® una mec¨¢nica mucho m¨¢s fluida con ese mosaico de melodramas [texto declamado con acompa?amiento musical] que despliega Massenet. El tercer acto fue lo m¨¢s memorable de la noche con un impresionante manejo del pastiche dieciochesco del cuadro de Cours-la-Reine. Pero Gaffigan tambi¨¦n subray¨® su contraste con el cuadro de Saint-Sulpice, del que extrajo ecos impresionistas. Esas resonancias modernistas tambi¨¦n se hicieron patentes en el inicio del cuarto acto, con el inquietante motivo de clarinetes y fagots que representa la corrupci¨®n. Pero los tijeretazos a la partitura de Massenet fueron excesivos, especialmente en el primer y en el quinto acto, donde ni siquiera vimos a Lescaut. Una decisi¨®n que ensombrece gravemente los logros musicales de esta producci¨®n, ya que afecta no solo a su mec¨¢nica musical, sino incluso a su dramaturgia.

Lo m¨¢s curioso es que s¨ª hubo tiempo para escuchar, por dos veces, la canci¨®n C¡¯est lui, de la pel¨ªcula Zouzou (1934), en la voz de Jos¨¦phine Baker. Se trata de una licencia para ilustrar la caprichosa ambientaci¨®n del director de escena Vincent Huguet en el Par¨ªs de entreguerras. Esta producci¨®n se estren¨® en la ?pera de la Bastilla de la capital francesa, en marzo de 2020, pocos d¨ªas antes de la irrupci¨®n de la pandemia. La producci¨®n se centra en una lectura feminista del personaje de Manon muy forzada para quien conozca la novela de Pr¨¦vost y la ¨®pera de Massenet. La protagonista se nos presenta como una joven que lucha por la liberaci¨®n de las mujeres, primero como admiradora de la vedete negra y despu¨¦s como compa?era activista. De hecho, lo primero que hace Manon en escena es exclamar el nombre de su ¨ªdolo: ¡°C¡¯est Jos¨¦phine Baker!¡±. Y su innecesaria figurante (Ana?s Dom¨¦nech) le ense?ar¨¢ a bailar el charlest¨®n, en una escena a?adida al inicio del segundo acto.

La coreograf¨ªa de Jean-Fran?ois Kessler abarca casi toda la ¨®pera (incluidos los saludos finales). Se trata de un intento de integrar los bailes de moda en Par¨ªs durante la loca d¨¦cada de los a?os veinte, a pesar de la distancia con el ambiente dieciochesco de la ¨®pera. Sin embargo, result¨® mucho m¨¢s interesante la escenograf¨ªa art d¨¦co de Aur¨¦lie Maestre con una atractiva iluminaci¨®n de Christophe Forey. Resolvi¨® con inteligencia el complejo primer acto, aunque decay¨® su inter¨¦s en el segundo ubicado en una especie de almac¨¦n de arte y, todav¨ªa m¨¢s, en el quinto, que concluye con Manon encaminada a un pelot¨®n de fusilamiento. Pero lo m¨¢s destacado fue la espectacular ambientaci¨®n del cuadro Cours-la-Reine y del acto del H?tel de Transylvanie, con un colorido vestuario de Cl¨¦mence Pernoud. Y, por encima de todo, la monumental escenograf¨ªa de Saint-Sulpice con sendas reproducciones de lienzos de Delacroix: Lucha entre Jacob y el ¨¢ngel y Heliodoro expulsado del templo.