La bella Oterito, Raquel Meller y las se?oritas de Avi?¨®n: un siglo de desnudos en el arte espa?ol
El Museo Carmen Thyssen inaugura una exposici¨®n con 80 obras creadas entre 1870 y 1970
El desnudo forma parte de la preparaci¨®n de todo artista. Junto al bodeg¨®n, el paisaje o el retrato, es el g¨¦nero art¨ªstico m¨¢s antiguo y el que cuenta con m¨¢s interpretaciones y significados. Obligado en las academias de Bellas Artes como una insuperable forma de aprendizaje, a lo largo del tiempo los creadores descubrieron que no hay mejor campo de experimentaci¨®n que el paisaje que ofrece la carne humana. En unos tiempos en los que los personajes sin ropa vuelven a soliviantar a sectores ultraconservadores, el Museo Carmen Thyssen de M¨¢laga se ha atrevido a inaugurar una completa exposici¨®n sobre el tema. Titulada Desnudos. Cuerpos normativos e insurrectos en el arte espa?ol (1870-1970), se podr¨¢ ver hasta el 9 de marzo de 2025. Se exhiben 86 obras (pintura, escultura, fotograf¨ªa) prestadas por medio centenar de coleccionistas p¨²blicos y privados. Al igual que en otras exposiciones temporales del museo, no se expone ninguna obra de la colecci¨®n particular de Carmen Thyssen.
La primera obra con la que se topa el visitante es la versi¨®n de Dal¨ª de las picassianas Las se?oritas de Avi?¨®n (1970), una de las seis piezas prestadas por el Reina Sof¨ªa. Ante el imponente ¨®leo, Lourdes Moreno, directora art¨ªstica del museo Carmen Thyssen M¨¢laga, advierte de que la exposici¨®n ¡°no es un mero inventario de desnudos, sino que analiza, a partir del hilo conductor del cuerpo humano, la progresiva metamorfosis est¨¦tica y conceptual que provoc¨® la implantaci¨®n de la modernidad en el arte espa?ol¡±. La muestra se ha planteado como un relato heterog¨¦neo y abierto a la interpretaci¨®n personal del espectador, con la intenci¨®n de apelar al placer sensitivo y hacer reflexionar sobre la idea de belleza, el canon y la naturaleza mutante del arte moderno, explica Moreno.
El arco temporal que abarca el recorrido se mueve entre 1870 y 1970, un siglo en el que, junto a las academias, se fueron desarrollando todos los cambios formales y estil¨ªsticos de la modernidad. Los artistas son espa?oles y casi todos han realizado su obra en Espa?a, incluso durante el periodo de la dictadura, ¡°porque la mayor parte de los artistas supieron esquivar las persecuciones del r¨¦gimen¡±, apunta Lourdes Moreno.
Tres grandes ¨®leos de un jovenc¨ªsimo Picasso de la escuela Barcelona (16 y 17 a?os) muestran modelos desnudos masculinos que fueron realizados como ejercicios para la academia. El artista los acab¨® donando a su museo de Barcelona. De Catalu?a se exhiben tambi¨¦n desnudos femeninos de Santiago Rusi?ol y Ram¨®n Casas.
Aurelia Navarro, pintora y monja
M¨¢s que un orden cronol¨®gico estricto, la exposici¨®n recrea ambientes estil¨ªsticos de obras que comparten el mismo concepto de retrato. As¨ª ocurre con la Venus de la poes¨ªa (1913), una joven pintada por Julio Romero de Torres, cuyo rostro corresponde a la cupletista Raquel Meller; La sibila (1913) de Anglada Camarasa o La joven lav¨¢ndose (1920) de Julio Gonz¨¢lez. Junto a todas estas obras maestras, llama la atenci¨®n el ¨®leo Desnudo de mujer (1908) firmado por Aurelia Navarro, una artista nacida en una familia pudiente y conservadora a la que primero permitieron aprender a pintar y luego presionaron para que abandonara y se recluyera en un convento. El cuadro de Navarro parece intentar recrear La Venus del espejo de Vel¨¢zquez, obra cumbre del Siglo de Oro, con una joven que posa desnuda de espaldas y cuya identidad nunca ha podido desvelarse. En la pintura de Navarro tampoco se sabe a ciencia cierta qui¨¦n es la mujer de la que se ve la parte posterior en primer plano, con el rostro y el pecho reflejados en un espejo. Seg¨²n las leyendas de la ¨¦poca, se trata de un autorretrato. El disgusto de la familia al enterarse y las cr¨ªticas del entorno social parece que la empujaron a ingresar en un convento y colgar los pinceles. El ¨®leo es propiedad de la Diputaci¨®n de Granada y no ha sufrido incidentes como la Venus de Vel¨¢zquez, propiedad de la National Gallery, atacado en marzo de 1914 con un hacha de carnicero por la sufragista Mary Richardson. Los siete tajos que sufri¨® la tela fueron reparados por el servicio de restauraci¨®n del museo.
No faltan los retratos desnudos de los grandes nombres del mundo del espect¨¢culo. El m¨¢s llamativo en la exposici¨®n est¨¢ protagonizado por la Bella Otero, la bailarina espa?ola de origen gitano que consigui¨® triunfar en Francia. Fue toda una leyenda, a la que Ignacio Zuloaga retrat¨® desnuda en su camerino en 1936. Ella, muy joven por entonces, aunque no se pueda precisar la edad, posa sentada sobre el vestido de faralaes, adorna sus hombros con una torera de encaje negro y luce alt¨ªsimos tacones rojos.
A la Oterito le siguen una tanda de pinturas en las que el protagonismo es la ambig¨¹edad sexual de hombres y mujeres. El dios de la fruta (1936), de Gabriel Morcillo, prestado por el Banco de Espa?a, o Camino de la fuente (1935), de Teresa Condominas, son dos ejemplos excelentes.
En gran parte del siglo que recoge la exposici¨®n, son ya bastantes las mujeres artistas que luchan por dar a conocer su obra, pero su presencia en la muestra es bastante r¨¢cana. De hecho, solo aparecen cinco: Teresa Condeminas, Menchu Gal, Maruja Mallo, Aurelia Navarro y Am¨¨lia Riera. ¡°Nos hubiera gustado contar con m¨¢s¡±, responde Lourdes Moreno, ¡°pero tampoco se trataba de aplicar cuotas sin m¨¢s. Hemos elegido por la obra, sin pensar en el g¨¦nero de la autor¨ªa¡±.
Vanguardia internacional
En la estela de la m¨¢s pura vanguardia internacional se expone Los maniqu¨ªes (1939), de Gregorio Prieto. La iconograf¨ªa del pintor de Valdepe?as, miembro de la generaci¨®n del 27, recuerda las pinturas metaf¨ªsicas de Giorgio de Chirico.
Una selecci¨®n de dibujos de desnudos de Joan Mir¨® fechados entre 1018 y 1937 reproducen figuras deformes en actitudes que van m¨¢s all¨¢ del mero erotismo y conducen hacia un espacio poblado con piezas escult¨®ricas de Dal¨ª, Picasso, Baltasar Lobo o Julio Gonz¨¢lez.
?Por qu¨¦ hacer una exposici¨®n sobre el desnudo en un momento en el que llueven las cr¨ªticas sobre el g¨¦nero? ¡°Porque era un antiguo proyecto y nos apetec¨ªa¡±, responde Lourdes Moreno, quien asegura no tener miedo a las cr¨ªticas m¨¢s conservadoras.
El recorrido se cierra con una selecci¨®n espectacular presidida por una litograf¨ªa sobre papel de Joan Mir¨® en la que tres brochazos negros resuelven la presencia del sexo, un fotomontaje de Josep Renau dedicado a la memoria de Alberto S¨¢nchez (1978) y uno de los m¨¢s ir¨®nicos trabajos de Eduardo Arroyo, Espa?a te mir¨® (1967), pintado en Par¨ªs y perteneciente a una serie en la que el artista se r¨ªe de los adoradores de ciertos artistas (Goya, en este caso) y critica la situaci¨®n pol¨ªtica de la Espa?a de entonces, en la que no exist¨ªa libertad de actuaci¨®n ni de expresi¨®n.
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