Aparece un dudoso vals aut¨®grafo de Chopin en la Biblioteca y Museo Morgan de Nueva York
La extra?a obra ha sido considerada por el director del Instituto Chopin de Varsovia como un rastro de su actividad pedag¨®gica, pues los estudios parecen confirmar su dataci¨®n hacia 1830 y la caligraf¨ªa del compositor polaco
Los manuscritos aut¨®grafos de valses para piano de Fryderyk Chopin han llegado a provocar historias paranormales. Una de las m¨¢s famosas puede leerse en el libro Chopin and beyond: my extraordinary life in music and the paranormal, publicado en 2010 por Byron Janis junto a su segunda esposa, Maria Cooper Janis, hija del actor Gary Cooper. El gran pianista estadounidense, que falleci¨® hace siete meses a los 95 a?os, localiz¨® en 1967 de manera misteriosa (¨¦l afirm¨® que por telepat¨ªa) dos copias aut¨®grafas desconocidas de los valses opus 18 y 70/1 de Chopin, en el castillo de Thoiry, en Francia. Seis a?os despu¨¦s, esta experiencia se repiti¨® en forma de sincronicidad cuando Janis encontr¨® en la Universidad de Yale otros dos aut¨®grafos diferentes de los mismos valses de Chopin. La historia fue objeto de un documental en Francia y hasta Martin Scorsese anunci¨® su intenci¨®n de filmar una pel¨ªcula.
Ambos hallazgos tuvieron una gran repercusi¨®n medi¨¢tica. El diario The New York Times reprodujo en portada uno de los aut¨®grafos encontrados en Francia junto con un extenso reportaje del cr¨ªtico Harold Schoenberg. El pasado lunes, 28 de octubre, otro vals aut¨®grafo de Chopin volvi¨® a la portada del diario estadounidense bajo el titular: ¡°Desenterrado un vals de Chopin¡±. La noticia relata el descubrimiento por parte de un conservador de la Biblioteca y Museo Morgan de Nueva York de un vals completamente desconocido del compositor polaco. Se trata de una brev¨ªsima composici¨®n no exenta de incertidumbre para Artur Szklener, director del Instituto Fryderyk Chopin de Varsovia, la instituci¨®n dedicada desde 2001 a investigar y promover la vida y obra del compositor, que la ha considerado quiz¨¢ un rastro de su actividad pedag¨®gica, una broma musical o un popurr¨ª para ganarse la vida. Sin embargo, en la web de The New York Times ya se puede ver y escuchar interpretada por el medi¨¢tico Lang Lang.
Esa afluencia de aut¨®grafos de valses de Chopin est¨¢ relacionada con la costumbre que ten¨ªa el compositor de regalarlos a su c¨ªrculo de disc¨ªpulos y amistades. Al ser composiciones breves y musicalmente asequibles pod¨ªan copiarse en una hoja de ¨¢lbum. Los n¨²meros que maneja Krystyna Kobylanska en su exhaustivo cat¨¢logo de manuscritos chopinianos, publicado en 1977, confirman esta afluencia: se han conservado 564 manuscritos aut¨®grafos y 616 copias anotadas por el compositor en un cat¨¢logo de 338 obras. Sin duda, el caso m¨¢s paradigm¨¢tico lo encontramos en el melanc¨®lico Vals en fa menor opus 70/2. Chopin nunca lo public¨® en vida, pero lo regal¨® con insistencia. Prueba de ello es que se hayan conservado hasta catorce copias aut¨®grafas con diferentes dedicatorias a alumnas y damas de la alta sociedad como ?lise Gavard, Maria Krudner y Charlotte de Rothschild.
El nuevo vals no tiene dedicatoria. Tampoco tiene una estructura convencional, ya que solo tiene una secci¨®n y termina con la indicaci¨®n de una posible repetici¨®n. Adem¨¢s, se trata del vals m¨¢s breve del polaco, con 24 compases, pero tambi¨¦n del m¨¢s extra?o. Las disonancias del arranque ascienden mediante un crescendo hacia un fortississimo (fff), una indicaci¨®n din¨¢mica que no encontramos en ning¨²n vals del compositor, aunque la melod¨ªa que se esboza a continuaci¨®n tenga la caracter¨ªstica ornamentaci¨®n y acompa?amiento chopinianos. No obstante, la obra en su conjunto carece del menor inter¨¦s musical. En el art¨ªculo de The New York Times, el music¨®logo John Rink lo califica educadamente de ¡°arrebato creativo¡± y el pianista Stephen Hough habla directamente de ¡°nimiedad¡±.
El manuscrito formaba parte de la colecci¨®n de aut¨®grafos de A. Sherrill Whiton Jr., director de la Escuela de Dise?o de Interiores de Nueva York y pianista aficionado. La Biblioteca y Museo Morgan lo adquiri¨® en 2019, dentro de su legado que estaba en proceso de catalogaci¨®n. El equipo de expertos de este centro de investigaci¨®n, que atesora una veintena de aut¨®grafos de Chopin, ha confirmado una posible dataci¨®n en la d¨¦cada de 1830, aunque tambi¨¦n ha reconocido que el nombre del compositor fue a?adido con posterioridad. Sin embargo, han asumido que la caligraf¨ªa musical coincide con la de Chopin, pues incluye su personal forma de dibujar la clave de fa. El director del Instituto Chopin no lo descarta, aunque reconoce sus dudas. De hecho, su notaci¨®n suele ser m¨¢s estilizada y esa forma de dibujar la clave de fa tambi¨¦n la practicaba su amigo y compositor Julian Fontana, cuya caligraf¨ªa musical ha sido confundida a menudo con la de Chopin.
Fontana hab¨ªa sido uno de sus compa?eros de clase en Varsovia y tambi¨¦n se exili¨® en Par¨ªs, en la d¨¦cada de 1830, a consecuencia del levantamiento de noviembre contra el dominio ruso. En la capital francesa actu¨® como estrecho colaborador del compositor y termin¨® siendo su albacea musical. Fue el responsable de la mayor parte de las publicaciones p¨®stumas de las composiciones de Chopin, que hab¨ªa fallecido en 1849, a la temprana edad de 39 a?os, como fue el caso de los valses opus 69 y 70, editados en 1855. Fontana a?adi¨® a estas ediciones variantes que algunos especialistas consideran ajenas a Chopin, despu¨¦s de cotejarlas con aut¨®grafos del compositor.
Los valses para piano de Chopin no eran piezas de baile, sino m¨²sica de sal¨®n. Sin embargo, el polaco les dio tal brillantez, elegancia, lirismo y espontaneidad que las elev¨® por encima de la media y las convirti¨® en obras destacables. Sabemos que escribi¨® una treintena, aunque conservamos 19. De seis de los ¨²ltimos valses tan solo nos ha llegado el ¨ªncipit copiado por la hermana del compositor, Ludwika Jedrzejewicz, que traslad¨® a Varsovia los aut¨®grafos, los cuales perecieron en el incendio del Palacio Zamoyski, en 1863.
Chopin public¨® en vida ocho valses (opus 18, 34, 42 y 64), entre ellos el popular¨ªsimo Vals del minuto, que Barbra Streisand utiliz¨® en su ¨¢lbum Color Me, Barbra y apareci¨® en Los Tele?ecos junto a varios anuncios de televisi¨®n. Siguen los referidos cinco valses publicados p¨®stumamente por Fontana (opus 69 y 70) y dos m¨¢s: el conocido como opus posthumous junto a otro en mi mayor, publicado en 1861, sin n¨²mero de cat¨¢logo.
Los cuatro valses restantes se imprimieron mucho despu¨¦s de la muerte del compositor y suelen citarse con la numeraci¨®n del cat¨¢logo de Maurice Brown (B.) o de Krystyna Kobylanska (K.K.). Se trata de dos valses enviados a su maestro J¨®zef Elsner y publicados en 1902 por su esposa Emilia (B. 21 y 46), aunque sus manuscritos se destruyeron durante la Segunda Guerra Mundial; otro m¨¢s fechado en julio de 1848 y dedicado a su amigo y disc¨ªpulo ?mile Gaillard que se public¨® en 1955 (B. 133); y el bell¨ªsimo y tard¨ªo Vals en la menor (B. 150) escrito para Charlotte de Rothschild y publicado en 1955 en La Revue musicale.
Cualquiera de estos 19 valses no puede compararse en calidad y factura con el ¡°desenterrado¡± ahora en la Biblioteca y Museo Morgan. Para el director del Instituto Chopin no deja de ser un rastro de su actividad como pianista, quiz¨¢ redactado en sus primeros a?os en Par¨ªs, aunque no contempla que estemos ante el vig¨¦simo vals de su cat¨¢logo. Quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa se demuestre, incluso, que este boceto no era ni siquiera de Chopin, tal como sucedi¨®, en 2012, con el Valse m¨¦lancolique en fa sostenido menor, que se hab¨ªa publicado en 1861 y result¨® ser una composici¨®n titulada Le Regret, del pianista prusiano Charles Mayer.
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