B¨²squeda de permanencia en el ef¨ªmero: la danza que no cesa
El Teatro Mira de Pozuelo celebra su 20 aniversario acogiendo un espect¨¢culo de danza del Festival de Oto?o con dos coreograf¨ªas contempor¨¢neas muy diferentes entre s¨ª
Todav¨ªa hoy, alg¨²n tipo de danza esc¨¦nica, puede substraerse (o defenderse) de otras dominantes y ser po¨¦tica, sustancialmente poes¨ªa, en el sentido est¨¦tico que dec¨ªa Paul Val¨¦ry en su ensayo sobre este tema, un texto que, con todo y lo que se admira, ha sido manoseado en exceso. Como sabemos, la danza y el ballet no han tenido el aparato rector de una est¨¦tica ordenada y escrita en consecuencia (no tenemos en el arte de Terps¨ªcore un Rameau). Val¨¦ry defiende no s¨®lo la altura de la danza como un arte magn¨ªfico, sino que clama porque sea tomado en serio en sus bases morales y te¨®ricas. Viendo el espect¨¢culo del ballet sueco puede pensarse cuanto y mucho necesita hoy la danza de lo que Val¨¦ry quer¨ªa asistirla ayer. Se trata de un ma?ana, de preparar no s¨®lo el cuerpo con una calistenia determinada, sino el esp¨ªritu con que se recibe, y probablemente se acepta, una obra de arte bailada.
La compa?¨ªa de G?teborg ha cambiado much¨ªsimo, es otra en toda regla. Y sigue habiendo una seriedad, una calidad y pulimento tanto en la presentaci¨®n de las coreograf¨ªas como en el exigido nivel a los int¨¦rpretes, que deben navegar por estilos muy diferenciados de movimiento y de din¨¢mica, desde lo individual a lo grupal. Hay algo de laboratorio, de taller alqu¨ªmico en estas agrupaciones ligadas hist¨®ricamente a casas de ¨®pera que, al galope, quieren escalar al futuro que est¨¢ enfrente, pero siempre lejos (Petrarca lo entrevi¨® al imaginarse subiendo al Mont Ventuoux: donde no se llega m¨¢s que un segundo tarde, pues la ley del tiempo es siempre preparaci¨®n, como en la danza).
Los dos core¨®grafos escogidos para este programa no son tan diferentes entre s¨ª como se los quiere hacer ver. Cada uno en su decurso propio y particular, accionan de dentro afuera, provocan una ignici¨®n del acento respirado, en lo expresivo, para entregar un material coreogr¨¢fico intenso y en el fondo, casi rom¨¢ntico. No se trata de un vuelo l¨ªrico convencional, sino de romanticismo tal como se filtra hoy a trav¨¦s de materiales insensibles a la emoci¨®n, como el titanio y el silicio (antes fueron el acero y el aluminio) pero sin los cuales no podemos vivir.
Yoann Bourgeois (Jura, Francia, 1981) es un chico inquieto que viene del circo y en el circo est¨¢, tocando sus propuestas con un cierto ¡°desajuste l¨ªrico¡± en palabras de un cr¨ªtico galo que retratan bastante bien su po¨¦tica, siempre asistida por un cierto desparpajo y desinhibici¨®n, un rechazo no explicitado al pasado, del que, en el fondo y en la forma, estructuralmente vivimos todos. Bourgeois, hoy todav¨ªa arrastrado por la turbulenta cola del cometa de acusaciones de plagio que empez¨® en 2021 y hasta hoy, sigue evidenciando que quiz¨¢s el mundo del espect¨¢culo de danza necesita de su propio #MeToo, pues como expres¨® en su d¨ªa Lib¨¦ration ¡°las fronteras entre homenaje, cita y plagio son de las m¨¢s tenues que existen¡±.
La obra vista en Pozuelo se parece a muchas cosas a la vez en el dibujo y en la din¨¢mica, vive y progresa de su efectismo coral, lo que no es malo, pero no es el todo. En la mayor¨ªa del tiempo estamos arrastrados por la potente m¨²sica de F¨¦lix Lajk¨® (Backa Topola, Serbia, 1974) con su viol¨ªn de genes serbios y h¨²ngaros, siempre tensos y vibrantes (son legendarias sus presentaciones con Min Tanaka y sus sesiones de danza butoh); es esa cuerda lamentosa y extrema la que da el tono a We Loved Each Other So Much, ejecutada sobre un suelo especial neum¨¢tico, dise?ado especialmente tras las experiencias de las plataformas de gimnasia art¨ªstica de suelo y de otras superficies usadas en acrobacia. Ya Bourgeois ha usado estos muelles para otras obras, y tienen su impacto, limitado, pero impacto al fin.
Crystal Pite (Terrace, Canad¨¢, 1970) ofrece en este programa Solo Echo, una obra que ha ido y venido de Europa a Am¨¦rica m¨¢s de una vez. Se cre¨® en La Haya con el Nederlands Dans en 2012, se repuso por primera vez en Chicago con la Hubberd Street Dance en 2015, y otra vez en Europa, esta vez en Venecia en 2021 con los j¨®venes del College de la Biennale. Solo Echo se inspira en un poema de Mark Strand (1934 -2014), un enorme poeta que en el poema Lines for Winter nos entrega un verso que dibuja la obra coreogr¨¢fica: ¡°El gris cae del aire¡±.
En Solo Echo una nieve leve y silenciosa acompa?a a los siete bailarines en esa especie de Winterreise particular donde no es Schubert, sino Brahms quien cumple la funci¨®n de catalizador. Todav¨ªa hay otro verso de Strand, en otro poema que, como Val¨¦ry, sintetiza y encierra el canon medular mismo de la danza: ¡°?Por qu¨¦ amo lo que huye?¡±. Esta l¨ªnea puede ser el argumento de la coreograf¨ªa de Pite, sensible al encuentro y al desapego, a la vibraci¨®n corp¨®rea del choque de los cuerpos y a su lamento abastecido por un tracto mel¨®dico evocador. Una belleza de obra de danza que gana con el tiempo y que los artistas de la compa?¨ªa sueca liberan de formalidad en su atm¨®sfera nocturnal.
Seguramente tendremos m¨¢s preguntas identitarias para Bourgeois que para Pite. Es l¨®gico. La coreograf¨ªa es un arte acumulativo de madurez que va destilando, a trav¨¦s del oficio, la inspiraci¨®n y el descarte tanto por acierto como por error. Como en todas las artes, hay casos de prodigios tempranos, pero son escasos, muchas veces enga?osos y eso se ve en las obras, en el producto. El p¨²blico llen¨® el Mira y aplaudi¨® calurosamente a la cosmopolita y virtuosa plantilla.
G?teborgsOperans Danskompani
Coreografías:
We Loved Each Other So Much: Yoann Bourgeois, música: Félix Lajkó.
Solo Echo: Crystal Pite, música: Johannes Brahms.
Directora artística: Katrin Hall.
Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid. Teatro Mira, Pozuelo de Alarcón. 29 de noviembre.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.