¡®Mufasa: el rey le¨®n¡¯: ni una migaja de cine a pesar de que dirija Barry Jenkins

En alg¨²n momento de la historia de la animaci¨®n una mente poco agraciada lleg¨® a la conclusi¨®n de que la realidad pod¨ªa ser mucho m¨¢s fascinante que el arte. Que para los ni?os y sus mayores acompa?antes esa cosa de hacer dibujos, componer personajes de la nada con rasgos animales, pero con trazos de textura, de color, de formas y de movimiento que lo dijeran todo sobre el interior de los personajes casi sin necesidad de que hablaran, empezaba a ser una cosa del pasado. Que la novedad pod¨ªa estar en el realismo creado con im¨¢genes generadas por ordenador, el CGI, sin darse cuenta de que eso no es la realidad sino su feo simulacro, que eso no es arte sino tecnolog¨ªa, que eso no es imaginaci¨®n sino una casta?a infumable rellena de pereza creativa.

Mufasa: el rey le¨®n, precuela de la pel¨ªcula de animaci¨®n en acci¨®n real del a?o 2019, que a su vez era una nueva versi¨®n de la sobresaliente obra musical producida en 1994, esta s¨ª, de dibujos animados, no es tan infame como su predecesora. Barry Jenkins ha sustituido a Jon Favreau, pero dif¨ªcilmente los ni?os de esta tercera d¨¦cada del siglo XXI van a tener en su coraz¨®n un momento inolvidable de sus vidas en el cine alrededor de estas im¨¢genes, junto a padres, hermanos y amigos, como s¨ª lo guardan en su memoria los hoy adultos que fueron cr¨ªos en la ¨²ltima d¨¦cada del siglo XX, cuando se fue conformando la tercera edad dorada de la animaci¨®n en Disney, entre 1989 y 1997, desde La sirenita hasta H¨¦rcules, con El rey le¨®n como uno de sus ejes emocionales.

Si queremos la realidad, la tenemos enfrente, o en un documental de naturaleza, o en una fotograf¨ªa. Pero creer que personajes tan atractivos como Mufasa, Scar, Tim¨®n y Pumba van a ser m¨¢s cercanos o emocionantes si son indistinguibles (bueno, eso creen ellos) de cualquier animal de la selva es de no tener ni la m¨¢s ligera idea de lo que es la imaginaci¨®n de un ni?o. En la nueva colecci¨®n de canciones creadas por Lin-Manuel Miranda para esta Mufasa hay un par de temas con cierto br¨ªo (Brother Betrayed, por ejemplo), pero lejos de las de Elton John y Tim Rice para el original. Y las secuencias en el interior del agua, sobre todo las que surgen como consecuencia de peligrosas riadas, provocan la desaz¨®n necesaria por culpa de los efectos de la naturaleza.

Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de un par de momentos puntuales, esta historia de origen, en la que conocemos la infancia y juventud de Mufasa, y la relaci¨®n de amor y odio con su hermano, por bien descrita que est¨¦ sobre el papel del guion (y es relativamente eficaz), se derrumba a partir de su maldito hiperrealismo animado carente de expresividad, con el que todos los leones, como no pod¨ªa ser de otro modo, podr¨ªan ser el mismo.

Reflexi¨®n aparte merece el hecho de que Jenkins, director de la magn¨ªfica Moonlight, Oscar a la mejor pel¨ªcula de 2017, haya decidido fichar por Disney para tener ¨ªnfimas oportunidades de aportar arte a lo que es pura tecnolog¨ªa. Algo que, por supuesto, no es capaz de demostrar pues no hay una migaja de cine del grande en Mufasa. Si a esto le unimos que la semana pasada J. C. Chandor, director de obras tan formidables como Margin Call y El a?o m¨¢s violento, estren¨® un engendro como Kraven The Hunter, este para Marvel, tenemos una se?al que finalmente dice mucho m¨¢s sobre el g¨¦nero humano que sobre la industria en s¨ª. Que los ejecutivos quieran darle una p¨¢tina de prestigio a los huevos m¨¢s elementales de unas gallinas que en alg¨²n momento engendraron oro es menos criticable que el abominable acomodo al que llegan ciertos cineastas que encima van de autores. Y no se trata de devaluar a Disney o a Marvel de por s¨ª, sino de saber d¨®nde se est¨¢: en la vida y en la creaci¨®n.