Pedro Bala?¨¢, dinamizador de la cultura en Barcelona, visionario, negociante, un empresario taurino revolucionario
El periodista Josep Guix¨¢ publica una biograf¨ªa sobre el hombre que convirti¨® La Monumental en la primera plaza del mundo
Pedro Bala?¨¢ Espinos (Barcelona, 1883-1965), de origen humilde, fue lechero, tratante de carnes, concejal en dos ocasiones de la capital catalana y por formaciones muy dispares, un emprendedor nato, con un olfato especial para los negocios, gerente, primero, y propietario, despu¨¦s, de la plaza de toros Monumental, el m¨¢s importante empresario taurino desde los a?os 30 hasta los 60 del pasado siglo, y triunf¨®, adem¨¢s, como propietario de cines y organizador de espect¨¢culos de circo, pistas de hielo, combates de boxeo en su ciudad natal¡ Un aut¨¦ntico dinamizador de la cultura del ocio.
El periodista Josep Guix¨¢ ha publicado una documentada biograf¨ªa del personaje al que califica como ¡°uno de los m¨¢s grandes empresarios espa?oles del mundo del entretenimiento¡±. Pedro Bala?¨¢. El mayor espect¨¢culo del mundo, editado por Almuzara, es el t¨ªtulo del libro, que desmenuza la sociedad barcelonesa de una ¨¦poca (1927-1965) en la que el protagonista se mueve como pez en el agua, bucea con ¨¦xito en el mundo de la pol¨ªtica y consigue un imperio econ¨®mico basado, fundamentalmente, en los toros y los cines.
Sin ser un conocedor del negocio taurino, subarrienda La Monumental en 1927 a los empresarios de Las Ventas, que la ten¨ªan alquilada a sus propietarios, y en pocos a?os, de la mano de Manolete y Arruza, la convierte en la plaza m¨¢s importante del mundo por el n¨²mero y categor¨ªa de los festejos que organiza. Dos semanas despu¨¦s de la muerte del diestro cordob¨¦s compra la plaza y la vuelve a erigir en centro de peregrinaci¨®n en presencia de un novillero llamado Antonio Borrero Chamaco, que enloquece a los aficionados.
Bala?¨¢ ampl¨ªa el negocio, compra salas de cine, construye otras y llega a ser propietario de una docena, aunque indirectamente controla otras muchas en un momento en el que las epopeyas b¨ªblicas, las producciones hist¨®ricas y, en general, las pel¨ªculas de aventuras desconectaban al p¨²blico de las muchas preocupaciones de aquellos a?os dif¨ªciles.
¡°Bala?¨¢ fue un autodidacta taurino, sin m¨¢s m¨¦ritos que su talento y amor propio, que se mov¨ªa como un felino en los pasillos del poder¡±
Cuando Pedro Bala?¨¢ falleci¨® el 24 de febrero de 1965 desapareci¨® una figura fundamental de la tauromaquia del siglo XX; su entierro fue el ¨²ltimo gran espect¨¢culo al que asisti¨®. Estuvo acompa?ado por numerosos toreros, que homenajearon con su presencia al singular empresario que, sin ascendencia taurina, tanto contribuy¨® a prestigiar la fiesta.
¡°Bala?¨¢ fue un autodidacta taurino, sin m¨¢s m¨¦ritos que su talento y amor propio¡±, afirma su bi¨®grafo, Josep Guix¨¢. Y recuerda una frase de N¨¦stor Luj¨¢n, escritor y cr¨ªtico taurino: ¡°Fue el empresario de m¨¢s recursos y fantas¨ªa de Espa?a; m¨¢s que un aficionado aut¨¦ntico y plat¨®nico de los toros, era un aficionado a organizar corridas¡±. Y enfatiza Guix¨¢: ¡°Un hombre con una desbordante imaginaci¨®n al servicio del espect¨¢culo, que se mov¨ªa como un felino en los pasillos del poder¡±.
Fue elegido concejal, por primera vez, en 1916 por un partido catalanista minoritario que se uni¨® al partido radical de Lerroux. ¡°En aquellos a?os, los peri¨®dicos catalanistas de izquierda ten¨ªan vetados los toros¡±, cuenta Josep Guix¨¢, ¡°y no publicaban una sola l¨ªnea sobre la fiesta¡±. Y en ese ambiente desarrolla Bala?¨¢ su esp¨ªritu emprendedor, y unos a?os m¨¢s tarde se convertir¨¢ en el gerente de La Monumental.
Vuelve al Ayuntamiento barcelon¨¦s en 1963, en pleno franquismo, con el alcalde Jos¨¦ Mar¨ªa de Porcioles, con el que estaba enfrentado. El regidor municipal, m¨¢s moderno que Bala?¨¢, y convencido de que el f¨²tbol ser¨ªa el espect¨¢culo del inmediato futuro, le frena la instalaci¨®n de un circo estable y lo castiga con m¨¢s impuestos, pero el taurino le compra la camada entera de toros bravos al Conde de Mayalde, alcalde de Madrid, con quien Porcioles pretend¨ªa establecer un convenio de colaboraci¨®n para pedir al Gobierno un estatus especial para ambas ciudades. Bala?¨¢ era ya un exitoso empresario que buscaba facilidades para sus florecientes negocios inmobiliarios relacionados con los cines, y el pol¨ªtico prefiri¨® tenerlo a su lado como concejal antes que fuera del consistorio como enemigo.
Entre una y otra etapa como pol¨ªtico municipal, Bala?¨¢ dise?a el mayor espect¨¢culo del mundo¡
¡°El t¨ªtulo del libro se presta a distintas interpretaciones¡±, explica el autor. ¡°El primer espect¨¢culo es ¨¦l, su vida y su trayectoria, y todo lo plantea a lo grande porque su visi¨®n del negocio y su sentido del riesgo no conoce l¨ªmites, desde el n¨²mero de festejos hasta las m¨¢s famosas pel¨ªculas que se estrenan en sus cines¡±.
¡°Si no ha sido el empresario catal¨¢n m¨¢s importante del siglo XX, s¨ª el m¨¢s popular¡±, contin¨²a Guix¨¢. ¡°Hac¨ªa obras ben¨¦ficas y todas las convert¨ªa en fen¨®menos ciudadanos, lo que le proporcionaba popularidad. Cultivaba muy bien el personaje. ¡®Soy de los vuestros¡¯, les dec¨ªa a los espectadores que acud¨ªan a la plaza y a los cines, consciente de que sus clientes no pertenec¨ªan a la ¨¦lite catalana que asist¨ªa al Liceo, y esa forma de actuar lo hizo muy popular¡±.
Manolete es el gran revulsivo en la vida empresarial de Pedro Bala?a. Se anuncia en Barcelona 72 tardes, y cuenta el libro que es un personaje incardinado en la sociedad barcelonesa, la gente sabe en qu¨¦ hotel se aloja, d¨®nde toma el aperitivo, a qu¨¦ iglesia acude a rezar; es un ¨ªdolo. Despu¨¦s, aparece el mexicano Carlos Arruza, y ambos toreros, emparejados por el empresario, atraen a las masas y convierten a Barcelona en la capital mundial del toreo.
Pero en agosto de 1947 muere Manolete en Linares, lo que fue un mazazo para el empresario catal¨¢n, quien, lejos de sumirse en el des¨¢nimo, decide comprar La Monumental un par de semanas despu¨¦s de que volviera a Barcelona tras presidir en C¨®rdoba el cortejo f¨²nebre de su querido amigo. No contento con ello, compra tambi¨¦n el coso de Las Arenas, y en sus inicios pagaba un canon a los due?os de El Tor¨ªn, la tercera plaza de Barcelona, para que no anunciaran festejos taurinos.
Poco tiempo despu¨¦s, se produce la arrolladora irrupci¨®n del cine, ¡°una misa pagana que confortaba las penurias cotidianas, marcaba pautas sociales y fabricaba mitos er¨®ticos¡±, en palabras de Josep Guix¨¢. Y en ese ¨¢mbito, Pedro Bala?¨¢ vuelve a coronarse como rey. No solo estrena las mejores pel¨ªculas que, despu¨¦s, realquila a los cines de la periferia, sino que ofrece las m¨¢s modernas y confortables salas con una gran cafeter¨ªa en la entrada -a Bala?¨¢ se le atribuye el eslogan ¡°visite nuestro bar¡±-, que no pocas veces hac¨ªa m¨¢s caja de la propia taquilla.
¡°El primer espect¨¢culo es Bala?¨¢, que todo lo plantea a lo grande porque su visi¨®n del negocio y su sentido del riesgo no conoce l¨ªmites¡±
Y el 7 de marzo de 1954 debuta en Barcelona un novillero onubense, Antonio Borrero Chamaco, que va a revolucionar al p¨²blico y engordar¨¢ las arcas del ya famoso empresario. Veinticuatro pase¨ªllos hizo esa temporada en La Monumental, los mismos que en 1955, hasta que su estrella comenz¨® a decaer tras tomar la alternativa en el 56.
Con Chamaco, y con todos los toreros, Bala?¨¢ se manejaba muy bien con los contratos verbales. Estaban encantados con ¨¦l. Los invitaba a cenar en un restaurante cercano al hotel. Si la tarde hab¨ªa ido mal de p¨²blico, les recortaba el dinero pactado (¡°tendr¨¢s que entenderlo¡¡±), y si, por el contrario, el festejo hab¨ªa sido exitoso, les aumentaba la asignaci¨®n acordada y los repet¨ªa en Barcelona o en otras plazas; porque el empresario regentaba ocho plazas en los a?os 50 y ejerc¨ªa influencia en varias m¨¢s.
Tambi¨¦n fue Bala?¨¢ un hombre de suerte. ¡°En sus primeros a?os como empresario taurino¡±, comenta Guix¨¢, ¡°se benefici¨® de la avalancha de visitantes a la Exposici¨®n Internacional que se celebr¨® en Barcelona de 1929, de las oleadas de emigrantes aragoneses y valencianos, y de muchos catalanes que ve¨ªan con fascinaci¨®n lo que suced¨ªa en el mundo de los toros, y que se mostraban m¨¢s abiertos que el catalanismo pol¨ªtico de primeros del siglo XX que dirige una prensa minoritaria antitaurina y antiespa?ola¡±.
Y ya en la segunda mitad de los a?os 50, la irrupci¨®n triunfal de Chamaco se ver¨ªa acompa?ada por los visitantes del reci¨¦n nacido boom tur¨ªstico espa?ol y las visitas de las celebridades de Hollywood.
Han dicho de Pedro Bala?¨¢ que, sobre todo, era un experto en marketing, que pose¨ªa una sensibilidad especial para conectar con los gustos del p¨²blico, que no miraba al ruedo sino al tendido, y su bi¨®grafo a?ade: ¡°Sin la connivencia con los gobernantes, Bala?¨¢ no hubiera podido hacer de La Monumental la primera plaza del mundo, ni construir los cines m¨¢s modernos de Europa, ni ser el rey del entretenimiento barcelon¨¦s¡±.
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