Ni ¡®OT¡¯ ni Benidorm Fest ni Latin Grammy: el maravilloso ejemplo de La M.O.D.A.
Para triunfar, tal y como impone el mercado, se necesita ¡®glamour¡¯ y frenes¨ª. Mucha pomada. Mucho ¡®brilli brilli¡¯. La Maravillosa Orquesta del Alcohol ofrece una ¨¦tica muy reivindicable fuera de los postulados de la industria
M¨¢s que antes, o quiz¨¢ haciendo m¨¢s ruido que antes, vivimos tiempos de postureo en la cultura. Por tanto, vivimos tiempos de escaparate constante. Todo el mundo necesita molar y m¨¢s a¨²n estar. Verse en las plataformas m¨¢s iluminadas, las alfombras rojas o los escenarios m¨¢s grandes. Saberse dentro de la conversaci¨®n medi¨¢tica o viral. Dirigirse all¨ª donde se?alan las agencias, los productores, las marcas, los festivales o los influencers. Donde se?ala el negocio.
La m¨²sica no escapa a esta filosof¨ªa. En un pa¨ªs donde cada d¨ªa hay m¨¢s desigualdad en la escena y no paran de cerrar salas de conciertos y tiendas de discos, los trampolines pasan por programas televisivos o eventos teledirigidos por una industria hambrienta de euros. Como llevamos a?os viendo, Operaci¨®n Triunfo, Benidorm Fest, Eurovisi¨®n o los recientes Latin Grammy, celebrados en Sevilla, son referentes de esta ¨¦tica aspiracional. Ahora, quiz¨¢ m¨¢s que antes, el ¨¦xito, puro y duro, exige efervescencia. Para triunfar, tal y como impone el mercado, se necesita glamour y frenes¨ª. Mucha pomada. Mucho brilli brilli. As¨ª, de un tiempo a esta parte, las fronteras se han difuminado tanto que ahora hasta salir en un talent show es ir de independiente.
Habr¨ªa que volver a redefinir los significados de las palabras ¨¦xito e independencia. Y tambi¨¦n de cultura. La Maravillosa Orquesta del Alcohol ajusta su personalidad art¨ªstica a las definiciones cl¨¢sicas, al poder de las palabras ciertas, no manoseadas ni pervertidas. Son una banda singular y hecha a s¨ª misma, que cierra una gran gira por ciudades y pueblos este s¨¢bado en el WiZink de Madrid. Una buena excusa para reivindicar su perfil en pleno auge del petardeo.
La M.O.D.A. se mueve en esos territorios fascinantes de dif¨ªcil definici¨®n y libertad creativa que, pese a salir de los m¨¢rgenes, llegan a grandes audiencias. Territorios que antes fueron transitados por referentes como Extremoduro/Robe Iniesta, Platero y T¨² o Celtas Cortos. De hecho, alguna vez se dicho con cierto tono peyorativo que la banda burgalesa son los Celtas Cortos del siglo XXI. Lejos de ser un aspecto negativo, este calificativo deber¨ªa apreciarse con cierto orgullo. M¨¢s quisieran muchos m¨²sicos del pop y el indie patrios establecer un discurso tan impactante y reivindicativo como el que Celtas Cortos sac¨® a relucir en los noventa y entr¨® al hueso de varias problem¨¢ticas sociales. Lo hizo sin cortapisas y con orgullo de clase. La M.O.D.A. sigue esta estela con una personalidad emp¨¢tica con los desfavorecidos, deudora de los ideales humanos de The Clash o Johnny Cash.
En una de las muchas conversaciones que he tenido con David Ruiz, su cantante y compositor, me dijo una vez que, para ellos, era m¨¢s importante verse cerca de los nadie, a los que se refer¨ªa Eduardo Galeano, que formar parte de alguna ¨¦lite, c¨²spide o ¨¦xito musical, tal y como exigen los c¨¢nones comerciales de estos tiempos. Incluso la est¨¦tica del conjunto, muy particular con esas camisetas blancas de tirantes, se asocia a esta visi¨®n. ¡°Es una declaraci¨®n de intenciones: es una prenda que puede llevar cualquiera. Desde nuestros abuelos hasta un currante cualquiera¡±, explicaba Ruiz. El grupo no s¨®lo ha sido leal a esa ¨¦tica, sino que ha sabido hacer una carrera sin atender a los postulados de la industria.
La M.O.D.A. es independiente de la cabeza a los pies. Se edita sus discos y controla todo el proceso de producci¨®n: contrataci¨®n, merchandising, comunicaci¨®n, redes sociales¡ Con ese aire de orquesta popular, la charanga de toda la vida, esta banda de rock, influida por el folk y el country, ha terminado por convertirse en un peque?o fen¨®meno musical en Espa?a, llenando salas all¨ª por donde tocan, acudiendo a festivales y fiestas patronales de pueblos y ciudades. Durante a?os, he podido comprobar este fervor, que a¨²na a j¨®venes y no tan j¨®venes, en distintas localidades, especialmente en las Castillas. Buena parte de esta devoci¨®n viene por esa preocupaci¨®n que han mostrado de atender a los pueblos de la Espa?a vac¨ªa en giras y conciertos gratuitos y por la recuperaci¨®n del cancionero folcl¨®rico burgal¨¦s bajo la influencia de Diego Galaz, de Fet¨¦n Fet¨¦n.
Despu¨¦s de tantos a?os de carrera, La M.O.D.A. son ellos mismos y es dif¨ªcil etiquetarlos. Una suerte para un negocio bombardeado de etiquetas. Como cantan en uno de sus himnos, H¨¦roes de s¨¢bado: ¡°No te olvides de d¨®nde vienes¡±. A decir verdad, no todos los que triunfan en el petardeo podr¨ªan recordar de donde vienen o si realmente importa que lo recuerden. En el caso de La M.O.D.A, importa y mucho. Porque s¨®lo unos tipos de Burgos entregados a la causa desde el callej¨®n para los del callej¨®n o desde el pueblo para los del pueblo saben que no se puede traficar con lo m¨¢s sagrado encima de un escenario: la m¨²sica.
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