Hurray for the Riff Raff o la excelencia
De Nueva Orleans y el Bronx, de esp¨ªritu vagabundo y un profundo sentido del folk y las ra¨ªces nativas, esta cantante es de lo mejor que ha dado la m¨²sica norteamericana de la ¨²ltima d¨¦cada. Su nuevo disco, ¡®The Past Is Still Alive¡¯, es otra demostraci¨®n de talento a raudales
Dice Alynda Segarra, m¨¢s conocida como Hurray for the Riff Raff, en el t¨ªtulo de su ¨²ltimo disco que ¡°el pasado todav¨ªa est¨¢ vivo¡±. Su pasado es como un p¨¢jaro que revolotease alrededor de ella hasta animarla a volar m¨¢s alto, a no estarse quieta con el fin de conseguir alcanzar un lugar al que pertenecer por derecho propio. Segarra lleva toda la vida buscando y ha encontrado. Se puede afirmar, sin riesgo a equivocarse, que esta cantante y compositora, nacida en el Bronx, ha hallado su lugar. Un sitio art¨ªstico que brilla con una luz admirable.
Despu¨¦s de nueve discos y casi dos d¨¦cadas de carrera, Segarra ha alcanzado una madurez maravillosa. Su nuevo disco, The Past Is Still Alive, es otra demostraci¨®n de talento a raudales, una obra que se suma a otras anteriores en las que ya mostr¨® el perfil de una artista con un esp¨ªritu inquieto y un sello propio destacad¨ªsimo. Porque, desde su profundo sentido del folk y otras variantes de la m¨²sica de ra¨ªces, es capaz de impregnar de un aura bella a todo lo que hace.
Fuera de toda estrategia y sin haber nexos de uni¨®n, m¨¢s all¨¢ de la creatividad de su autora, The Past Is Still Alive culmina una tr¨ªada discogr¨¢fica magn¨ªfica precedida por dos ¨¢lbumes sobresalientes como The Navigator (2017) y Life on Earth (2022). Es como si este ¨²ltimo disco llegase para afirmar sin titubeos y con aut¨¦ntica determinaci¨®n que Hurray for the Riff Raff es de lo mejor que ha dado la m¨²sica norteamericana de la ¨²ltima d¨¦cada. Una artista de un molde vers¨¢til y de calidad, situ¨¢ndose en un cruce de caminos asombroso entre Lucinda Williams y Fionna Apple.
De ascendencia puertorrique?a, Segarra se crio en el Bronx y se fue de casa a los 17 a?os. Vivi¨® en un piso ocupado en Filadelfia y, despu¨¦s, se mud¨® a Nueva Orleans, donde toc¨® en la calle en distintas formaciones callejeras y vivi¨® en primera persona el esp¨ªritu hobbo, esa especie de contrasociedad en movimiento, incapaz de adaptarse al sistema capitalista estadounidense. De hecho, se meti¨® de lleno en el esp¨ªritu comunitario e ind¨®mito de la ciudad de Louis Armstrong. All¨ª, se inspir¨® para sus canciones en el blues del delta, el folk de los Apalaches y otros movimientos musicales nativos que le moldearon una personalidad art¨ªstica extraordinaria, impulsada por las decenas de viajes que hac¨ªa con su comunidad de nuevos hippies.
En mi primer viaje a Nueva Orleans, conoc¨ª a Segarra. Fue el d¨ªa de Mardi Gras. Estaba preparada para uno de los primeros desfiles de la jornada con la orquesta Panorama, que sal¨ªa desde el barrio Bywater hasta el barrio franc¨¦s, en pleno coraz¨®n de la ciudad. Recuerdo que me coment¨® que le hubiese encantado haber nacido 60 a?os atr¨¢s, cuando la ciudad desprend¨ªa un aroma ¨²nico, entre ca¨®tico y vagabundo, repleto de energ¨ªa que atravesaba. Hab¨ªa ido sacando discos con claros homenajes a esos a?os, cierto toque vintage, pero ya, entonces, en febrero de 2022, estaba a punto de publicar Life on Earth. Segarra ya no era una simple gran cantante de sonidos a?ejos, sino que, despu¨¦s de The Navigator y el inminente Life on Earth, se preparaba para dar un salto de calidad tremendo. Qu¨¦ dos discos enormes.
Ahora, suma The Past Is Still Alive, un noveno ¨¢lbum deslumbrante e ingeniosamente autobiogr¨¢fico. La sombra de su padre fallecido planea por todo el disco. Un padre que era m¨²sico de jazz latino y le ense?¨® el valor de vivir el momento. Ella se march¨® de Nueva York, pero, desde hace unos a?os, dej¨® Nueva Orleans y regres¨®. Y, all¨ª, en pleno Bronx, ha aprendido a aceptar el presente, sin dejar de mirar al pasado, a ese p¨¢jaro que agita las alas sobre su cabeza. El resultado es una artista con un discurso propio: folk repleto de matices, con coqueteos electr¨®nicos tan bien trazados en Life on Earth o virajes hacia sonidos nativos, bien sean de los montes Apalaches bien de los suburbios puertorrique?os. Segarra es ella misma, una mujer que siempre se sinti¨® como un chico, tal y como ha confesado recientemente, y cuya identidad se plasma con crudeza, fragilidad y sutileza en The Past Is Still Alive.
El final del ¨¢lbum es la epopeya Ogallala, que culmina con Segarra cantando: ¡°Sol¨ªa pensar que nac¨ª en la generaci¨®n equivocada, pero ahora s¨¦ que lo hice justo a tiempo / Para ver arder el mundo, con una l¨¢grima en mi ojo¡±. De esta forma, el mundo arde y las l¨¢grimas de Segarra brillan como perlas en el cielo. Un brillo de tristeza o alegr¨ªa. Quiz¨¢ de ambos estados. Un brillo que corresponde al lugar que ocupa Hurray for the Riff Raff. Un brillo de pura excelencia.
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