En la vertiente mediterr¨¢nea de Cantabria
Esta comarca interior se apoya en un telef¨¦rico que sube hasta los 1.823 metros en Picos de Europa y en el parador de Fuente D¨¦, ubicados donde termina una carretera de monta?a, para atraer a amantes de los coches cl¨¢sicos, peregrinos movidos por el A?o Jubilar Lebaniego con ganas de caminar bajo el fino sol del oto?o y aventureros que se asoman a la escalada en v¨ªas ferratas
La ascendente carretera CA-185 muere donde nace el truchero r¨ªo Deva, que brota de una descomunal pared de roca caliza en Fuente D¨¦, en la zona c¨¢ntabra de Picos de Europa. Este trazado curvil¨ªneo de 22,6 kil¨®metros conecta los siete municipios de la luminosa comarca de Li¨¦bana y acoge una carrera tranquila de coches cl¨¢sicos provenientes en su mayor¨ªa del Reino Unido. Los pilotos hacen noche en el parador de Fuente D¨¦, punto de partida de un rally de aficionados sin prisas, y de rutas de senderismo, salidas en bicicleta o visitas culturales. Este hotel de monta?a, inaugurado en 1966 donde termina la CA-185 ¨Cjusto se abri¨® el mismo d¨ªa que el telef¨¦rico que lo sobrevuela, principal reclamo de esta comarca cerrada con clima mediterr¨¢neo¨C, ha contribuido a que los lebaniegos pasaran de vivir de las vacas a hacerlo de los visitantes que van a verlas.
Dentro del parador
Los ganaderos ¨Cun oficio en retroceso¨C todav¨ªa suben las reses a los pastizales de altura hasta que llegan las nieves. All¨ª, a mil y pico metros, se entremezclan las vacas de carne con caballos que pastan a su aire antes de agruparse cuando cae la noche. En el cielo, ya sobrepasando los 2.000 metros, buitres leonados, se?al de que morir¨¢n animales porque antes han estado vivos, garant¨ªa de que la monta?a se encuentra en buen momento. Sentados en rocas desgastadas por las pisadas, un grupo de pensionistas retira el papel albal de su bocadillo. Se oye espa?ol, alem¨¢n, franc¨¦s, ingl¨¦s; y se ven c¨¢maras de v¨ªdeo compactas y tel¨¦fonos abiertos en forma de libro. Los j¨®venes y familias que est¨¢n de visita un d¨ªa entre semana de oto?o adoptan el comportamiento apacible de los jubilados y el recogimiento que la inmensidad del Pe?a Vieja (2.617 metros) impone.
Habla Blanca Casas, directora del parador, que lleva seis meses en la zona: ¡°A todo el mundo le impresiona esa pared vertical. Yo me qued¨¦ de piedra el primer d¨ªa que la vi. Solo pensaba en que no se derrumbara¡±, bromea esta santiaguesa de 25 a?os. A la falda de esa monta?a se llega en telef¨¦rico, que se coge al lado del parador. Ambos est¨¢n muy ligados. Li¨¦bana cambi¨® por completo con su apertura, del sector primario al terciario, como les ha ocurrido a otras comarcas rurales como la Vall d¡¯Aran o el Pirineo oscense. ¡°El telef¨¦rico es la gran atracci¨®n. Ahora queremos dar a conocer otras actividades que se pueden realizar en el resto de la comarca¡±, a?ade. ¡°Aqu¨ª en Li¨¦bana siempre se ha hecho un esfuerzo por conservar la naturaleza, por proteger la fauna, por que no se masifiquen las zonas¡±, explica Casas en un sal¨®n con chimenea, refugio de los visitantes a final de a?o. Lleva poco por aqu¨ª, pero sale mucho y pregunta.
Naturaleza para los Sentidos
Actividades culturales, turismo sostenible, dinamizaci¨®n de la zona... C¨®mo sacarle el m¨¢ximo partido al entorno del parador de Fuente D¨¦
Casas se mezcla con lugare?os como Gabriel Corollo, de 45 a?os, que se asent¨® con la mayor¨ªa de edad en Li¨¦bana. Gu¨ªa de monta?a, lidera rutas a pie en las inmediaciones del parador. Ense?a marcha n¨®rdica, un deporte ¨Cs¨ª¨C que consiste en caminar a buen ritmo ayudado por unos bastones. ¡°Parece que es para gente mayor, pero de eso nada. Hay incluso competiciones¡±, afirma este carpintero de profesi¨®n.
Tiene un punto marcial esta disciplina. Da la sensaci¨®n de que uno est¨¢ desfilando, pero por un paisaje monta?oso de hayas y robles que cambian cada d¨ªa, y m¨¢s en oto?o. ¡°Hay que volver una y otra vez porque lo que est¨¢s viendo hoy ma?ana ser¨¢ diferente¡±, explica Corollo, al que resulta bonito verle marchar. Tiene buena t¨¦cnica y lleva la ropa adecuada, pero ni una cosa ni la otra son imprescindibles para los que prueban por primera vez. El gu¨ªa, que instruye y garantiza la pr¨¢ctica con seguridad, muestra un dominio del terreno y se?ala las amplias y despejadas sendas para evacuar a un cliente ante una contratiempo. No se atisba peligro, pero da tranquilidad a los que se asoman a la monta?a por primera vez, y m¨¢s si est¨¢n acostumbrados a caminar m¨¢s con la barra de pan debajo del brazo que con el bast¨®n de trekking.
En coche, pero de paseo
Hay otras formas de conocer el entorno. Los pilotos y sus respectivos copilotos de la carrera The Picos 1000, 32 participantes suman, disfrutan de Picos de Europa desde la ventanilla. Son rallies que organiza una agencia en ¡°las zonas m¨¢s fascinantes del mundo¡±, seg¨²n anuncian, como los Pirineos, los Alpes, las Highlands, Madagascar... The Picos 1000 empieza y concluye en Santillana del Mar y pasa por Fuente D¨¦ (la segunda etapa arranca en el parador). El tercer trayecto transcurre en Asturias, al otro lado de la monta?a, y termina en el parador de Cangas de On¨ªs. Todos sus directores se?alan que son hoteles propicios para este turismo, tambi¨¦n para los aficionados a las motos.
¡ªVamos a hacer mil kil¨®metros repartidos en cuatro etapas. Lo que m¨¢s me gusta de esta carrera es el lugar donde se celebra.
Andrew Duerden, que procede de las Midlands (centro de Inglaterra), muestra un mapa subido a su Mercedes al lado de la animada terraza del parador. Explica que el objetivo de esta carrera que atraviesa pueblos no es llegar el primero, sino acercarse lo m¨¢ximo posible a una velocidad media de 45 kil¨®metros por hora. En el salpicadero de los coches llevan varios cron¨®metros incorporados con los que medir el tiempo que tardan en cubrir los distintos tramos de los que consta cada etapa. Van cruzando esos datos con los kil¨®metros recorridos para tratar de lograr la velocidad media objetivo. Participa un Lagonda de antes de la Segunda Guerra Mundial; un Triumph de un poco despu¨¦s; un Alfa Romeo de 1972; un Porsche Carrera de los setenta, otro Porsche... Atra¨ªdo por la explicaci¨®n, se acerca al coche Alan James, un motero gal¨¦s que hasta hace un rato estaba viendo el mundial de rugby en su habitaci¨®n. Los dos han llegado en el ferry que conecta Plymouth con Santander. ¡°Estoy impresionado con esta zona. No vuelvo a ir al sur¡±, se regodea ante el descubrimiento.
Trepar una pared natural de piedra
Para los que buscan un puntito de emoci¨®n sin motor est¨¢ la v¨ªa ferrata de Los Llanos, en el municipio de Camale?o. Su gu¨ªa es Roberto ?lvarez, procedente de Santander, y la empresa que lo gestiona, El Portal de Picos. La actividad consiste en escalar con arn¨¦s un tramo de una monta?a ayudado de unos agarres fijados a la roca. ?lvarez, de 23 a?os, alude a la aventura, pero tambi¨¦n a la seguridad como Corollo: ¡°Servimos para minimizar los riesgos¡±. Los clientes siempre van enganchados a la l¨ªnea de vida, llevan casco, un frontal ¨Chay una opci¨®n de hacerlo de noche¨C y un disipador de ca¨ªda, una cuerda enrollada que amortigua un improbable desprendimiento. ¡°Si te gusta la monta?a, esta zona es un parque de atracciones¡±, resume este t¨¦cnico deportivo de escalada. ¡°Aqu¨ª habita el 50% de los distintos mam¨ªferos que hay en Espa?a¡±, a?ade el gu¨ªa, que tambi¨¦n lidera rutas a caballo y actividades acu¨¢ticas como descenso de barrancos o en canoas.
Beatriz, Ismael y Emilio recomiendan
Desde el pueblo de Llaves, a 15 minutos en coche del parador, se puede iniciar una caminata por el monte hasta Mogrovejo o, en direcci¨®n contraria, hasta Pembes, una forma de conocer a pie los pueblos del valle de Camale?o. En oto?o es buena ¨¦poca, a¨²n est¨¢n las vacas en los pastizales.
Beatriz Mena
Camarera de piso 23 a?os en Paradores
La Casa de las Do?as, en Enterr¨ªas, refleja el funcionamiento de una hacienda dedicada a la agricultura. Contaba con molinos, una herrer¨ªa y en ella se conservan aperos de labranza y mobiliario que sus propietarios trajeron de Am¨¦rica, adonde hab¨ªan emigrado. La visita es guiada y dura una hora y media.
Ismael Compadre
Jefe de Mantenimiento 27 a?os en Paradores
Desde Cosgaya sale una pista que te conduce a Pido. Es una senda por la que antes se bajaba la madera. Se atraviesa un hayedo y resulta f¨¢cil encontrase corzos y ciervos. Por el camino, en las zonas altas, se ven caba?as que utilizan los ganaderos en verano. Tiene pendiente, pero no presenta mucha dificultad.
Emilio Casares
Jefe de cocina 30 a?os en Paradores
La gallega Casas, directora del parador, destaca lo cuidados que est¨¢n los pueblos. Sobresalen Mogrovejo y Potes, desde donde iniciar por una carreterita que parte de la CA-185 el ¨²ltimo tramo del Camino Lebaniego hasta el monasterio de Santo Toribio. Este camino empieza en San Vicente de la Barquera, cuenta con 73 kil¨®metros y se completa en tres etapas. En la Edad Media no se conceb¨ªa peregrinar hasta Santiago de Compostela sin antes pasar por Santo Toribio para contemplar un trozo de la cruz de Cristo de 63 x 39 cent¨ªmetros ¨Cel mayor que se conserva¨C, que los lebaniegos custodian desde el siglo VIII y que se exhibe en una capilla barroca colonial. Este 2023 es A?o Jubilar Lebaniego porque la onom¨¢stica del santo, el 16 de abril, cae en domingo. Aumenta el n¨²mero de caminantes que quieren atravesar la rom¨¢nica Puerta del Perd¨®n, abierta solo en a?o jubilar, en busca de redenci¨®n. El monasterio es uno de los cinco lugares santos de peregrinaci¨®n cristiana junto con Roma, Santiago de Compostela, Jerusal¨¦n y Caravaca de la Cruz. Supone un lugar tan especial para ciertas personas que lo convierte en especial para el resto.
Luis Miguel Garc¨ªa, un gu¨ªa local, cita a los visitantes en Potes. En un paseo por este pueblo Bien de Inter¨¦s Cultural se?ala la piedra de siller¨ªa con las que se construyen las casas se?oriales, las tabernas antiguas y el lugar donde confluyen el r¨ªo Deva y el Quiviesa. Pero es Santo Toribio, a solo tres kil¨®metros, donde hay que estar antes de que llegue la hora del aperitivo. Hay peregrinos ¨Cfatigados pero contentos¨C que llegan al monasterio desde San Vicente de la Barquera y otros que lo hacen desde el amplio aparcamiento. Todos se ven atra¨ªdos por esta zona de ¡°vino malo, pero orujo bueno¡±, dice Garc¨ªa, una comarca cercada por monta?as, que impide que penetren las nubes ¨C¡±te vas a Unquera y est¨¢ lloviendo¡±, asegura para referirse al primer pueblo c¨¢ntabro importante al otro lado de Picos de Europa¨C, donde habita el oso sin dar muchas pistas, en la que el pasado minero propici¨®, para el traslado de blenda de zinc, la construcci¨®n del telef¨¦rico contiguo al parador, que lo convirti¨® despu¨¦s en una zona tur¨ªstica todav¨ªa sin apreturas.