Ning¨²n error es menor
La ¨¦tica profesional no termina al cumplir los principios del periodismo en una informaci¨®n, sino que se extiende a c¨®mo se reacciona cuando las cosas no salen bien
El vig¨¦simo aniversario de los atentados del 11-M ha devuelto a la memoria que no todos los medios de comunicaci¨®n se enfrentan con la misma honestidad a sus propios errores. Tambi¨¦n que la fabricaci¨®n de noticias falsas tiene terribles consecuencias sobre los ciudadanos de a pie. Por eso, la ¨¦tica profesional no termina cuando se cumplen los principios del periodismo en una informaci¨®n, sino que se extiende a c¨®mo reaccionan los periodistas cuando las cosas no salen bien. Lo grave no es fallar; lo verdaderamente peligroso es no rectificar despu¨¦s y asumirlo p¨²blicamente.
Como toda la prensa internacional, EL PA?S cometi¨® el error de publicar el pasado domingo una foto retocada por Kate Middleton, princesa de Gales, una pr¨¢ctica que proh¨ªbe el Libro de Estilo. La imagen, distribuida por Kensington Palace por redes sociales, no fue revisada por la secci¨®n de Fotograf¨ªa. ¡°Han fallado todos los controles period¨ªsticos, propios y ajenos¡±, admite el redactor jefe, Moeh Atitar. ¡°La imagen salt¨® a los medios brit¨¢nicos y fue, a su vez, redistribuida por las principales agencias de informaci¨®n, que tampoco se percataron del enga?o. Como era una instituci¨®n, la cre¨ªmos todos¡±.
Fueron usuarios de las redes sociales los primeros en dar la voz de alarma sobre la manipulaci¨®n y, despu¨¦s, las agencias retiraron el material gr¨¢fico. ¡°Lo dram¨¢tico del caso es que nosotros, los profesionales, somos los que tenemos que avisar de los enga?os al p¨²blico¡±, afirma Atitar. ¡°Este caso ha sucedido porque nos hemos fiado ciegamente de una fuente y no debimos hacerlo¡±. El problema, a?ade, es no haber tenido en cuenta que los intereses de las instituciones no siempre coinciden con el derecho a la informaci¨®n, cuyo eje es la veracidad. ¡°El escrutinio de esas im¨¢genes debe de ser a¨²n mayor si cabe que las de otras fuentes con las que trabajamos¡±, concluye.
No se hizo bien antes, pero tampoco despu¨¦s. Varias informaciones del peri¨®dico explicaron posteriormente c¨®mo se hab¨ªa manipulado la fotograf¨ªa, lo ocurrido con las agencias, las disculpas que pidi¨® la princesa o los efectos en la comunicaci¨®n de la Casa Real brit¨¢nica. Pero esas noticias replicaron la imagen sin ninguna advertencia. Adem¨¢s, hasta tres d¨ªas despu¨¦s de la confesi¨®n de Kate Middleton no se a?adi¨® un aviso a los lectores de que la foto estaba retocada en la noticia en la que esta se hab¨ªa publicado por primera vez.
Este caso es un ejemplo de ad¨®nde nos pueden arrastrar los nuevos sistemas de manipulaci¨®n de la imagen si no empezamos ya a fijar concienzudos controles sistem¨¢ticos. El peri¨®dico no ha conseguido tampoco afinar en la edici¨®n digital c¨®mo subsanar y dejar constancia de los errores con un proceso que tenga en cuenta que en Internet las noticias del pasado pueden aflorar en cualquier momento.
La secci¨®n de Opini¨®n tramita las rectificaciones en el papel, pero no hay un mecanismo de supervisi¨®n para la edici¨®n digital, donde el reconocimiento del error depende del criterio aleatorio de cada secci¨®n. Hace ya dos semanas expliqu¨¦ en esta columna los fallos en cadena de una entrevista de la ¨²ltima p¨¢gina. Hasta este s¨¢bado no se corrigi¨®.
En un mundo donde la mentira cuenta con una enorme capacidad de expansi¨®n, el periodismo tiene una responsabilidad mayor en no contribuir a la desinformaci¨®n. No se trata de revisar la hemeroteca a la luz de la actualidad. Pero s¨ª de corregir las falsedades y reflejar mejor que hubo una equivocaci¨®n. De hacer de la fe de errores una rutina, cuya pr¨¢ctica habitual impida la tentaci¨®n de ocultarla.
Por eso, ning¨²n error debe considerarse menor. Varios lectores se quejaron esta semana de que el presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar era identificado como castellano, aunque naci¨® en Madrid, en un art¨ªculo de opini¨®n del suplemento Ideas. ¡°Que fuera un pol¨ªtico cunero, como otros, lo convirti¨® en presidente de la Junta de Castilla y Le¨®n, formada por Castilla La Vieja y Le¨®n, pero nada m¨¢s¡±, escribi¨® Gonzalo Franco al buz¨®n de la defensora. ¡°Me sorprende que Jes¨²s Ceberio, que lo sabr¨¢, insista en denominarlo ¡°pr¨®cer castellano¡±. Error impropio en un periodista que ya padeci¨® una mentira de ese mismo pr¨®cer¡±.
El exdirector de EL PA?S recuerda que, cuando naci¨® Aznar, Madrid formaba parte de Castilla La Nueva. Pese a ello, se rectific¨® la informaci¨®n en la web y se incluy¨® una fe de errores en todas las ediciones. Ese es el ejercicio correcto: corregir y entonar el mea culpa. El h¨¢bito de admitir los fallos cuando se producen es y ha sido siempre lo que diferencia al periodismo de calidad.
Para contactar con la defensora puede escribir un correo electr¨®nico a defensora@elpais.es o enviar por WhatsApp un audio de hasta un minuto de duraci¨®n al n¨²mero +34 649 362 138 (este tel¨¦fono no atiende llamadas).
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