Veinte a?os despu¨¦s del 11-M, ?de qu¨¦ se r¨ªe el expresidente Aznar?
El art¨ªfice de la mentira fundacional de la conspiranoia sobre el mayor atentado de la historia de Espa?a sigue sin rectificar

Ma?ana, como cada 11 de marzo, el pr¨®cer madrile?o Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar habr¨¢ perdido la oportunidad, y ya van 20, de corregir la mentira que fabric¨® al atribuir a ETA la autor¨ªa del mayor atentado de nuestra historia, con el prop¨®sito de conseguir una supuesta ventaja en las elecciones que iban a celebrarse tres d¨ªas despu¨¦s.
Fue la suya una mentira no biodegradable, que sigue envenenando la convivencia en nuestro pa¨ªs y que solo podr¨ªa superarse mediante rectificaci¨®n p¨²blica de su autor. Lejos de eso, un expresidente cada vez m¨¢s narcisista reitera, contra la evidencia de las sentencias judiciales y las investigaciones parlamentarias, que siempre dijo la verdad y que son otros los que lo acusaron injustamente.
La mentira es un artefacto de muy variada tipolog¨ªa. Algunas son capaces de navegar durante largo tiempo bajo el radar para explotar a?os despu¨¦s. Como aquella enf¨¢tica afirmaci¨®n de Aznar a comienzos de los noventa de que el Partido Popular era ¡°incompatible con la corrupci¨®n¡± (frase que repite estos d¨ªas alg¨²n dirigente del PSOE a prop¨®sito del caso Koldo). Ese misil estall¨® 20 a?os m¨¢s tarde cuando salieron a la luz los papeles de B¨¢rcenas. El rosario de esc¨¢ndalos que ha llevado a la c¨¢rcel a algunos dirigentes populares, incluidos varios miembros de su Consejo de Ministros, no ha impedido al pr¨®cer alegar su total desconocimiento de los hechos.
La mentira del 11-M exig¨ªa una detonaci¨®n inmediata para su aprovechamiento electoral tres d¨ªas m¨¢s tarde. Hay una teor¨ªa no contrastable que afirma que la acusaci¨®n fraudulenta de la autor¨ªa estuvo en la base de la derrota del PP. El peri¨®dico franc¨¦s Le Monde titul¨® al d¨ªa siguiente de los comicios que Espa?a hab¨ªa castigado la mentira de Estado. La versi¨®n alemana del Financial Times puso en boca de los servicios secretos alemanes que Aznar hab¨ªa puesto en peligro la seguridad europea al mantener la autor¨ªa de ETA cuando hab¨ªa pruebas materiales que apuntaban al terrorismo islamista. Tambi¨¦n consign¨® que su prestigio hab¨ªa quedado hecho trizas.
Pero m¨¢s all¨¢ del impacto electoral inmediato, el narcisismo del pr¨®cer no le permitir¨ªa reconocer que hab¨ªa mentido, y en comandita con Pedro J. Ram¨ªrez y Federico Jim¨¦nez Losantos, junto a una nutrida banda de francotiradores, fabric¨® la teor¨ªa de la conspiraci¨®n, seg¨²n la cual el 11-M fue resultado de un complot ideado por ETA y ejecutado por una banda de yihadistas auxiliados por c¨®mplices policiales, todo con el prop¨®sito de desbancar del poder al Partido Popular. Una ins¨®lita narraci¨®n capaz de convertir en prueba irrefutable cualquier coincidencia casual y que nunca pudo superar el escrutinio de la Fiscal¨ªa o el tribunal.
Aunque algunos de los m¨¢s enfebrecidos defensores de la conspiraci¨®n terminaron por abandonar ese tren hacia el abismo, el pr¨®cer madrile?o atin¨® a enunciar en su comparecencia parlamentaria del 29 de noviembre de 2004 una frase milagro que ha quedado enganchada como la bandera de Iwo Jima: ¡°Los que idearon el 11-M no est¨¢n ni en desiertos remotos ni en monta?as lejanas¡±. Y a ese enunciado, sin necesidad de pruebas f¨¢cticas, se ha enganchado Aznar en todas sus comparecencias posteriores. Su frase m¨¢s repetida ha sido que no cambiar¨ªa una coma. Ni siquiera necesita recordar con detalle los t¨¦rminos de su mentira, le basta con citar su mensaje insignia.
De esta manera ha construido un relato que sobrevive 20 a?os despu¨¦s, y que ha enfangado nuestra vida pol¨ªtica y arruinado de paso la credibilidad de los medios. En 2004, el PP introdujo por primera vez en el debate p¨²blico la duda sobre la legitimidad de la victoria electoral de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, algo que no hab¨ªa ocurrido en medio de la confrontaci¨®n entre Gonz¨¢lez y Aznar en los a?os noventa.
El muy recordado ¡°v¨¢yase, se?or Gonz¨¢lez¡±, del que tanto se ufana Aznar, fue fruto del fragor de la batalla pol¨ªtica, pero no discut¨ªa la legitimidad del oponente. Esta barrera fue derribada en 2004 y ha entrado en el debate p¨²blico cada vez que el PSOE ha llegado al poder, bien por una moci¨®n de censura constitucionalmente reconocida o por una victoria electoral. En el argumentario popular vigente, S¨¢nchez se ha convertido as¨ª en un usurpador de La Moncloa, lo que sit¨²a al PP en la senda de los populismos expansivos, que niegan toda legitimidad al contrincante.
Conviene recordar que Trump entr¨® en la pol¨ªtica acusando a Obama de no ser un nativo estadounidense, lo que le convert¨ªa en un okupa de la Casa Blanca. Reconforta escucharle a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar decir que ¨¦l no hubiera votado a Trump, ni contra Hillary Clinton ni contra Biden. Por el contrario, resulta desconcertante o¨ªrle decir que los pa¨ªses se destruyen por la deslegitimaci¨®n de sus instituciones, como si nada tuviera que ver con la bater¨ªa de dudas que su partido ha sembrado desde 2004 sobre la legitimidad de la victoria electoral obtenida por los socialistas tras el atentado de Atocha.
La deslegitimaci¨®n de las instituciones no tiene l¨ªmites concretos, puede incluir a la justicia si ¨¦sta dicta una sentencia sobre el 11-M que consagra la autor¨ªa solitaria del yihadismo, algo que no es del agrado de Aznar. O al Tribunal Constitucional en ejercicio, al entender que sus sentencias tienen un inequ¨ªvoco sesgo pol¨ªtico.
En una reciente intervenci¨®n p¨²blica de la agenda FAES, Aznar hac¨ªa un llamamiento a ser especialmente precavidos en unos tiempos en los que la desinformaci¨®n se ha apoderado del espacio p¨²blico. Una vez m¨¢s, el expresidente se expresa como si nada tuviera que ver con la difusi¨®n de las m¨¢s disparatadas teor¨ªas que sus aliados medi¨¢ticos fabricaron para apuntalar la participaci¨®n de ETA en el 11-M. Quiz¨¢ el caso estrella sea el art¨ªculo que Pedro J. Ram¨ªrez public¨® en El Mundo en junio de 2009 bajo el pretencioso t¨ªtulo de Yo acuso. En ¨¦l incluy¨® una relaci¨®n nominal de 18 funcionarios relacionados con la investigaci¨®n criminal que a su juicio impidieron determinar la autor¨ªa real: el juez instructor, los miembros del tribunal, los fiscales del caso, los mandos policiales¡ Todo el escalaf¨®n, salvo los magistrados del Supremo que un a?o antes hab¨ªan ratificado la sentencia con m¨ªnimos retoques.
El falso relato que Aznar potenci¨® entre sus seguidores, entre los que cuenta con un indiscutido caudal de liderazgo, conten¨ªa casi todos los ingredientes que han hecho suyos los populismos de ¨²ltima generaci¨®n. Esa condici¨®n pionera satisface su narcisismo, convencido definitivamente de haber sido el mejor presidente desde la Transici¨®n. Debe de ser por eso que ante cualquier pregunta inc¨®moda responda con una risotada de sonido equino. A la luz de algunas de sus herencias m¨¢s pesadas, cabr¨ªa decirle, como har¨ªa Pilar Manj¨®n, presidenta entonces de la asociaci¨®n de v¨ªctimas del 11-M: ?de qu¨¦ se r¨ªe, se?or Aznar?
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