El Manchester devuelve la lecci¨®n
Extraordinario partido del conjunto ingl¨¦s, que se pase¨® por Riazor y dej¨® noqueado al Deportivo
S¨®lo una haza?a gigantesca en Old Trafford podr¨¢ rescatar ya las ambiciones europeas del Deportivo. El cuadro de Javier Irureta se hab¨ªa acostumbrado a repartir lecciones a los ingleses y acab¨® olvidando que, de momento, es s¨®lo un alumno aventajado.
Del Manchester que derrot¨® el Depor en dos ocasiones hace medio a?o s¨®lo queda un vago recuerdo. Metido en la fase decisiva de la temporada, el cuadro de sir Alex Ferguson ha recuperado toda su grandeza y anoche la pase¨® por Riazor con una seguridad y una elegancia insultantes. El Depor se qued¨® varado ante un rival que rein¨® de principio a fin hasta dejarle noqueado.
Medio a?o en el f¨²tbol es una eternidad, como demostr¨® anoche el Manchester. Costaba trabajo reconocer en el equipo avasallador de ayer al grupo que en el oto?o pasado se empeque?eci¨® en Riazor por voluntad propia. En el tiempo transcurrido desde entonces, el Manchester se ha liberado de inseguridades y ha vuelto a tomar conciencia de su jerarqu¨ªa. Y en su segunda visita a Riazor esta temporada se comport¨® como cab¨ªa esperar de un equipo de su historia y su poder¨ªo. El United ni siquiera esper¨® a comprobar el estado de salud de su rival. En un alarde de grandeza, tom¨® el mando del partido desde el inicio y aniquil¨® todas las ¨ªnfulas que hab¨ªa despertado en el Depor su sucesi¨®n de exhibiciones ante los ingleses durante esta temporada.
El Deportivo dio la impresi¨®n de que no hab¨ªa asimilado muy bien que su rival no era el mismo de hace medio a?o. Tal vez esperaba un equipo m¨¢s cauto o especulador, pero lo cierto es que el grupo de Irureta s¨®lo mostr¨® cierta energ¨ªa en el estallido inicial del choque y, poco a poco, se fue convirtiendo en testigo del paulatino crecimiento de su rival. El Manchester no s¨®lo jug¨® bien, sino que evit¨® los defectos m¨¢s comunes en el f¨²tbol ingl¨¦s. Nunca perdi¨® el orden ni la paciencia, ni se dej¨® llevar por esa impetuosidad un tanto ingenua que pierde a veces a los equipos brit¨¢nicos.
M¨¢s bien, el cuadro de Ferguson se dedic¨® a tejer el partido con meticulosidad y limpieza. Tocando en el centro o abriendo con precisi¨®n a las bandas, coloc¨® al Depor en la misma posici¨®n que el conjunto gallego hab¨ªa dejado hace apenas un par de semanas al Arsenal en Highbury: inmovilizado contra la pared por un adversario que convirti¨® la pelota en un monopolio inabordable.
Para empeorar las cosas al Deportivo, el Manchester sac¨® provecho muy pronto de su dominio con un latigazo seco, traicionero y de una gran belleza.
Beckham es un futbolista un tanto extra?o por lo reducido de su repertorio: para jugar en una banda, su incapacidad de desbordar al contrario -el regate apenas lo cultiva- le proporciona a veces la apariencia de un secundario.
Hasta que tira un centro o hace un cambio de juego y entonces se puede apreciar que hay pocos futbolistas en el mundo que golpeen la pelota con tal precisi¨®n. Su gol, al cuarto de hora, fue tan maravilloso como inesperado.
Cogi¨® el bal¨®n a m¨¢s de 30 metros de la porter¨ªa y lo coloc¨® en la escuadra con una facilidad y una rapidez espeluznantes. Molina ni se movi¨®, literalmente, y el p¨²blico tuvo una extra?a sensaci¨®n: cuando parec¨ªa que la
pelota a¨²n rondaba el pie de Beckham, ya estaba acariciando la red.
El Deportivo no se repuso hasta mediada la primera parte y, entonces, volvi¨® a encontrarse otra sorpresa desagradable: la defensa del Manchester no era el muro de papel que se presum¨ªa, sino una l¨ªnea firme y bien organizada, con Blanc y Johnsen como f¨¦rreos pilares. De poco le sirvieron a Valer¨®n o Sergio sus encomiables esfuerzos para agarrar la pelota y lanzarse al asedio de Barthez. Por el centro nunca acabaron de encontrar a Trist¨¢n, muy bien sujetado por la imperturbable zaga inglesa. Tal vez el Manchester podr¨ªa ser m¨¢s vulnerable por las bandas, pero ah¨ª Fran y V¨ªctor estuvieron m¨¢s extraviados que de costumbre. Para acabar de ennegrecer el futuro del Depor, el cuadro de Ferguson volvi¨® a golpear a traici¨®n: al borde del descanso, cuando m¨¢s se afanaban los locales en perseguir el gol, lleg¨® el contragolpe culminado por Van Nistelrooy y la suerte qued¨® echada para el equipo de Irureta.
Nada cambi¨® hasta el final. Al Depor no le falt¨® entereza ni insistencia para rebelarse contra el destino. Pero hall¨® muy pocos resquicios en las zonas pr¨®ximas al ¨¢rea. Sus ocasiones -que algunas s¨ª tuvo- vinieron casi siempre de remates lejanos o de alguna acci¨®n confusa dentro del ¨¢rea.
M¨¢s bien fue el Manchester el que se dedic¨® a dilapidar todo lo que ca¨ªa en las inmediaciones de Molina producto de sus contragolpes. Hasta el ¨¢rbitro ech¨® una mano y se trag¨® al menos un clamoroso penalti a Van Nistelrooy. Hubiese sido el golpe definitivo, pero, aun as¨ª, el Depor acudir¨¢ la semana que viene a Old Trafford obligado a escalar el Everest en un solo d¨ªa y sin equipo de supervivencia.
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