Inglaterra salda una vieja deuda
La selecci¨®n brit¨¢nica exprimi¨® mejor sus recursos que la argentina y, 36 a?os despu¨¦s, volvi¨® a ganarla en la Copa
Cuando menos se intu¨ªa, emergi¨® Inglaterra. A lo grande, en uno de los cl¨¢sicos m¨¢s excitantes de la cartelera mundial, frente al adversario de toda la vida: Argentina, una selecci¨®n que llegaba en alza, con los n¨²meros y el f¨²tbol de su parte. Pero ya se sabe que los duelos de alto voltaje son un par¨¦ntesis.
Los antecedentes s¨®lo sirven para engordar las liturgias previas. Y en Sapporo, despu¨¦s de 36 a?os sin ganar a los argentinos en una Copa del Mundo, los ingleses estuvieron por encima y cicatrizaron viejas heridas.
Inglaterra exprimi¨® mejor sus recursos: encontr¨® a Owen en el momento adecuado y siempre tuvo a Scholes, el rechoncho y rojizo jugador del Manchester United, que lo hizo todo dichosamente bien. A Argentina, un equipo siempre huesudo, le falt¨® chispa, ingenio para tejer en las zonas calientes del campo contrario, lo que s¨®lo encontr¨® con Aimar en la ¨²ltima media hora. Antes no apareci¨® nadie y el sentido gremial y corporativista que le distingue no le alcanz¨®. Le falt¨® mucho picante, sobre todo en el ataque: Crespo y Batistuta, dos delanteros muy reputados, apenas remataron en un par de ocasiones.
Argentina se sinti¨® inc¨®moda desde el principio, sin grandes remedios. En su puesta en escena, pag¨® sobre todo el despilfarro de Ver¨®n. Si Scholes engras¨® ¨¦l solo a los ingleses, a los que en algunos momentos lleg¨® a poner en fila india a jugar la pelota, a Ver¨®n, su colega del Manchester, cada pase le sal¨ªa dislocado. Algo extra?o ocurre entre el capit¨¢n argentino y los ingleses. Es en esa tierra donde peor juega y cuando les ve enfrente tambi¨¦n se nubla. Sin su inspiraci¨®n, Argentina se ceg¨®, perdi¨® de vista a Ortega y sus defensas trataron con la pelota m¨¢s de lo imprescindible. Mal asunto.
Los ingleses, bien resguardados, esperaban la se?al de Owen. La posici¨®n inicial de Scholes, abrochado a la banda izquierda, no era lo mejor para explotar esta v¨ªa. Hasta que un accidente de Hargreaves, lesionado a los 20 minutos, desplaz¨® a Scholes al centro, hasta situarse junto a Butt, e Inglaterra encontr¨® la rendija por la que llegar a Owen. La primera vez que ¨¦ste puso el intermitente, tras otro env¨ªo err¨¢tico del capit¨¢n argentino, la pelota rebot¨® en un poste. Al segundo gui?o del jugador del Liverpool, Scholes le encontr¨® a la primera. Owen midi¨® a Pochettino, le descosi¨® la cintura y el argentino le trab¨® en el polvor¨ªn del ¨¢rea. Por una vez, entre argentinos e ingleses no hubo rencillas. Nada hizo recordar la verborrea de Rat¨ªn, la mano de Dios de Maradona o la picaresca de Simeone. La jugada fue cristalina. Lleg¨® Beckham, ech¨® un vistazo a Cavallero y... gol por el centro.
Diez minutos antes del penalti lanzado por Beckham, Aimar ya calentaba por orden de Bielsa. Butt, excelente como nunca, y Scholes remaban por encima de Ver¨®n y Simeone. Inglaterra no negociaba la posesi¨®n. No le interesaba, y con el marcador de su lado mucho menos. Si fallaba la v¨ªa Owen, apuraban con Heskey, al que su carrocer¨ªa le permit¨ªa ganar alg¨²n asalto. Y, por supuesto, tambi¨¦n pod¨ªan tirar de Beckham. ?ste, en lo suyo, nunca falla. Si se a¨ªsla del juego, como ayer, su exquisitez t¨¦cnica le permite ganarse el pan a bal¨®n parado.
Con Ver¨®n en una esquina del banquillo y Aimar al frente, Argentina mejor¨® de forma notable en el segundo tramo. No de entrada, los momentos m¨¢s soberbios de Scholes, cuando Owen, primero, y Sheringham, despu¨¦s, estuvieron a punto de sellar el resultado. Pero Aimar puso orden y levant¨® al equipo. Se asoci¨® con todos, en una orilla y otra, con pausa, sin acelerar antes de tiempo. Ortega encontr¨® por fin un aliado con el que molestar a Cole y El Piojo daba la lata al rocoso Mills. Inglaterra se encerr¨® m¨¢s y m¨¢s. Todos se alejaron de Owen cuando m¨¢s despejado estaba el bosque argentino y Eriksson le retir¨® a cambio de un lateral. Toda una declaraci¨®n.
El propio Aimar estuvo a un cent¨ªmetro del gol tras un zurriagazo que vol¨® un palmo sobre el larguero. Argentina atizaba con todo, pero el tiempo se le escurr¨ªa. Argentina, que llevaba un mundo sin perder, su decepcionante primera hora le hab¨ªa condenado a sufrir. Como sufrir¨¢ ahora para lograr una clasificaci¨®n que parec¨ªa tener enfilada. Porque en este Mundial nadie est¨¢ a salvo. Los antecedentes no cuentan. De momento, Francia, Argentina, Inglaterra y Alemania tendr¨¢n que hilar muy fino en la ¨²ltima jornada. Por ahora, ning¨²n favorito ha golpeado dos veces. Salvo Espa?a.
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