Esperanza para I?aki Ochoa de Olza en el Annapurna
El suizo Ueli Steck acaba de alcanzar el campo 4, a 7.400 metros, donde se encuentra el monta?ero navarro
I?aki Ochoa de Olza vive horas severas en el Annapurna, aunque atenuadas por una informaci¨®n de ¨²ltima hora. Se acaba de confirmar que I?aki presenta una leve mejor¨ªa en su estado: habla con una mayor coherencia y es capaz de hidratarse por s¨ª mismo. Adem¨¢s, el suizo Ueli Steck ha alcanzado el campo 4 (7.400 metros), firmando una ascensi¨®n rel¨¢mpago. Steck se encuentra ya al lado de I?aki y sigue en estos momentos las instrucciones de un m¨¦dico para administrarle la medicaci¨®n adecuada que le permita recuperarse parcialmente y emprender el descenso. Sin duda, una important¨ªsima y esperanzadora noticia. En cambio, el rumano Horia Colibasanu, muy debilitado tras acompa?ar y cuidar de I?aki durante cuatro d¨ªas encerrado en la tienda a 7.400 metros, ha dejado el Campo 4 y desciende hacia el campo base.
El himalayista navarro buscaba alcanzar, en la monta?a nepal¨ª (8.091 metros), su decimotercer 'ochomil'. La prudencia le hizo renunciar apenas a 100 metros de desnivel de la cima: demasiado fr¨ªo, un paso t¨¦cnico inesperado, breve intercambio de opiniones con sus dos acompa?antes, el ruso Sergei Bolotov y el rumano Horia Colibasanu. Bolotov decidi¨® probar suerte en solitario. I?aki y Horia, no. De regreso a la tienda del campo 4, I?aki conect¨® su tel¨¦fono v¨ªa sat¨¦lite y coment¨® las circunstancias con su familia, en Pamplona, una suerte de ritual. Poco despu¨¦s, el alpinista navarro se mostraba incapaz de hablar con coherencia, vomitaba y yac¨ªa semiinconsciente. Su amigo rumano contact¨® con Espa?a y Ruman¨ªa pidiendo consejo m¨¦dico. Poco despu¨¦s, la bater¨ªa de sus tel¨¦fonos v¨ªa sat¨¦lite quedaba agotada. Era el lunes por la tarde. Desde entonces, un comit¨¦ de crisis formado por amigos ¨ªntimos de I?aki pelea desde la capital navarra para garantizar su rescate. En el campo base del Annapurna no quedaba m¨¢s que una expedici¨®n minimalista formada por dos suizos: Ueli Steck y Simon Anthamatten, quienes acababan de huir de una v¨ªa vecina ahuyentados por los peligros de aludes que ¨¦sta presentaba. Enseguida, la pareja (dos de los alpinistas m¨¢s reconocidos del momento) reuni¨® medicamentos para tratar enfermedades relacionadas con la altura y se lanz¨® monta?a arriba. Mientras, el rumano Colibasanu se afanaba en hidratar y alimentar a I?aki, neg¨¢ndose a bajar sin ¨¦l. Paralelamente, un segundo grupo de himalayistas que se encontraba en la capital nepal¨ª, Katmand¨², alquilaba un helic¨®ptero para desplazarse hasta el campo base del Annapurna y colaborar en el rescate, pagando de su bolsillo los servicios del aparato. Entre ellos, el kazajo Dennis Urubko, amigo de I?aki, y una de las leyendas vivas del himalayismo actual. Un tipo que percibe un sueldo de 50 d¨®lares mensuales.
El rescate por la pared sur del Annapurna se presenta complicado, pero menos si se observa que los tramos m¨¢s complicados presentan cuerdas fijas y que los rescatadores son alpinistas de enorme solvencia y determinaci¨®n. La inmensa experiencia de I?aki Ochoa en altura (30 expediciones a los 14 'ochomiles' del planeta le avalan), su capacidad para entender su situaci¨®n y su excelente estado de forma permiten asimismo cerrar un cuadro de optimismo dentro de una situaci¨®n compleja.
I?aki, implicado en el pasado de forma activa en numerosos rescates, recoge lo que ha sembrado: el reconocimiento y la gratitud de una comunidad que no siempre ha sabido ser tan solidaria pero que en el caso presente ofrece una lecci¨®n de humanidad.
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