Espa?a gana tonteando
La selecci¨®n no consigue superar a la d¨¦bil Per¨² hasta el minuto 93 a seis d¨ªas del inicio de la Eurocopa
Espa?a necesit¨® 93 minutos para derribar a Per¨², un rival entre inferior y min¨²sculo, seg¨²n se mire el partido con mayor o menor piedad. Un gol de Capdevila al borde del final le otorg¨® un triunfo trabajado, poco vistoso y que no hace sino sembrar dudas a seis d¨ªas del inicio de la Eurocopa. Se dec¨ªa para justificar el amistoso ante semejante rival que Per¨² se parec¨ªa a Rusia, el primer adversario de Espa?a en la cita continental. En el blanco del uniforme, se parece. Porque Per¨² se parece a Per¨², esto es, a nadie, por mucho que ayer acabara crey¨¦ndoselo, a lo que le empuj¨® una Espa?a que olvid¨® la imaginaci¨®n en la nevera.
Insiste Luis en que no hay debate sobre el sistema a emplear por su equipo. Que las diferencias entre un dibujo u otro no existen. Cosas de los medios, dice, tan dados a sacarle punta a las t¨¢cticas y tal. Insiste Luis en que no es verdad que el equipo se maneje de una forma si s¨®lo juega con un punta y de otra si lo hace con dos. Insiste Luis en que no es verdad que a veces juegue sin extremos. Insiste Luis, en fin, en que Iniesta puede ser delantero o puede ser extremo. Puede ser, por lo visto, cualquier cosa menos lo que es: un extraordinario enganche, un futbolista con una prodigiosa visi¨®n del juego en la pen¨²ltima l¨ªnea.
Opt¨® Luis por colocar a Villa junto a Torres en el ataque a costa de sacrificar a uno de los llamados jugones, Cesc, un jugador que no acaba de explotar en la selecci¨®n. As¨ª piensa tambi¨¦n el t¨¦cnico, que le ha asignado el papel de secundario de lujo. ?l se sabe una pieza de quita y pon, todo lo contrario que en el Arsenal. All¨ª, Wenger le da el mando y el chaval demuestra estar sobrado para lucir galones. El caso es que fue Xavi el ¨²nico que escolt¨® a su tocayo Alonso en la direcci¨®n del juego, con Iniesta y Silva en las bandas. No tard¨® Espa?a en asomarse al ¨¢rea rival y fue Iniesta el primero en hacerlo con peligro. Su disparo, blando, lo sac¨® bajo palos un rival. El equipo comenz¨® a tocar y Xavi se hizo presente por vez primera para lanzar a puerta con dureza. Butr¨®n, portero de Per¨², hizo honor a su apellido y se comi¨® el bal¨®n, que tras agujearle el guante se estrell¨® en el palo.
Espa?a tocaba y tocaba, como era de esperar dada la idiosincrasia de su juego y la torpeza de su rival, al que no debi¨® gustar que aquello se pareciera a un rondo. As¨ª se deduce del guantazo que Hidalgo le solt¨® a Sergio Ramos de buenas a primeras o del patad¨®n que Cruzado le regal¨® a Iniesta. De tan terror¨ªfica entrada, curiosamente, naci¨® el gol de Espa?a. El bal¨®n, rebotado, cay¨® en pies de Xavi, al que le dio por inspirarse. Al hueco lo envi¨®, al desmarque de Villa que, escorado a la izquierda, marc¨® de disparo raso al palo contrario. Era el gol n¨²mero 14 de Villa con la selecci¨®n en 31 partidos, una estad¨ªstica m¨¢s que loable.Con el marcador a favor, Espa?a se gust¨® durante unos minutos, pocos, sin apenas hacer da?o. Lleg¨® el descanso, los cambios y el juego de la selecci¨®n comenz¨® a enmudecer. Y tanto enmudeci¨® que Per¨² se lo crey¨®, en un inimaginable acto de fe. Y tanto se lo crey¨® que en la misma jugada oblig¨® a Casillas a sacar un zapatazo raso y otro que se colaba por la escuadra.
Al poco ocurri¨® lo inimaginable. Per¨², convencido ya de que su poderoso rival lo era pero no ese d¨ªa ni a esa hora, se lanz¨® con todo lo que ten¨ªa, que no es mucho, y en una jugada absurda encontr¨® recompensa. El bal¨®n vol¨® al punto de penalti, donde acudieron al alim¨®n Casillas y Marchena. Uno, quiz¨¢, no grit¨®; el otro, quiz¨¢, no le escuch¨®. El caso es que el despeje del defensa, que era un horror, fue a parar a Rengifo, quien cabece¨® a gol casi sin querer desde el borde del ¨¢rea grande. Llegaron las correspondientes prisas, acumul¨® Espa?a alguna que otra ocasi¨®n, G¨¹iza no acert¨® ninguna, Butr¨®n tap¨® todos los huecos y el partido fue muriendo con un empate de aspecto sonrojante.
Pero la selecci¨®n supo rebelarse y no dej¨® de insistir hasta el ¨²ltimo suspiro. Y ah¨ª, en el ¨²ltim¨ªsimo, Cesc logr¨® centrar desde la derecha tras el saque de un c¨®rner y Capdevila la rompi¨® con la diestra para firmar una victoria cantada (faltar¨ªa m¨¢s), merecida (por supuesto), gris (sobre todo gris), y que deja un hurac¨¢n de preguntas en el aire.
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