El Atl¨¦tico gobierna en Europa
El equipo de Aguirre controla al Marsella y, pese a las carencias f¨ªsicas de Ag¨¹ero, ya es l¨ªder de su grupo
Hay dos versiones del Atl¨¦tico. La po¨¦tica de Ag¨¹ero y la m¨¢s prosaica del resto. La primera le engrandece; la segunda, muy tuneada, le rebaja algo. Con Heitinga y Ujfalusi ya no es aquel equipo que se defend¨ªa en tanga, pero le falta geometr¨ªa en el eje y para los laterales la pelota es un artefacto perverso. De lo fino se encarga el Kun; de lo grueso, el pelot¨®n. Uno y otros, tras despachar al Marsella, tienen al equipo enfilado hacia la segunda fase de un torneo por el que la instituci¨®n ha suspirado durante m¨¢s de una d¨¦cada.
A falta de sutilezas en el centro del campo, el Atl¨¦tico se encomienda al sost¨¦n de sus centrales y la chispa de su ariete, tan exigido por su extraordinario peso en el equipo como por la zurra a la que le someten sus marcadores. Su eco ya se siente en Europa, donde despierta tanto pavor como en Espa?a. Al Marsella no le dio respiro. Antes de los cinco minutos, Maxi cit¨® a su compatriota, al que coloc¨® la pelota entre los dos centrales. Un pase improductivo incluso para los buenos delanteros, pero no para los elegidos como Ag¨¹ero. El chico pinch¨® la pelota con tal precisi¨®n que los dos centrales del Olympique se desparramaron sin remedio. El gol permiti¨® mudarse al equipo de Aguirre, m¨¢s c¨®modo cuando se despliega a la contra que cuando debe ejercer el control del juego. Al Atl¨¦tico le faltan arquitectos. Assun??o pone el cemento, Ra¨²l Garc¨ªa es un llegador eficaz y Maniche, cuando est¨¢, alborota por aqu¨ª y por all¨¢. Por las orillas, lastimado Sim?o, Luis Garc¨ªa no ha cuajado, De las Cuevas a¨²n se acuna en la titularidad y Maxi, un extremo postizo, tiene vocaci¨®n de delantero. Su imaginativo taconazo de espaldas a la porter¨ªa francesa en el segundo tramo subray¨® una vez m¨¢s d¨®nde se le encienden las luces.
Gripado en el eje, tras un intento de vaselina de Ag¨¹ero y un cabezazo de Ra¨²l Garc¨ªa a un cent¨ªmetro del poste izquierdo de Mandanda, el Atl¨¦tico dio vuelo al Marsella, un equipo que se descara en el ¨¢rea rival y se arruga m¨¢s de la cuenta en la propia. Por un momento, con el Kun ya sin ox¨ªgeno, los rojiblancos le dieron preferencia en las cercan¨ªas de Leo Franco y emergieron Ben Arfa y Valbuena, sus futbolistas m¨¢s distinguidos. En un despiste de Pern¨ªa, Valbuena enlaz¨® con Bonnart, que pill¨® la espalda con gran facilidad al lateral del Atl¨¦tico, y su centro al ¨¢rea, mal cerrado por Perea en el costado contrario, fue cabeceado por Niang a unos palmos del meta rojiblanco.
Cuesta arriba, el Atl¨¦tico encontr¨® la soluci¨®n con la pelota detenida. El Kun, que va con el dep¨®sito justo, recibi¨® un violento atropello de Taiwo en la orilla derecha, cerca del ¨¢rea. Pern¨ªa lanz¨® la falta y Ra¨²l Garc¨ªa fue el m¨¢s pillo. El navarro est¨¢ lejos de ser un delineante o un pivote defensivo. Como en el caso de Maxi, lo suyo es remar hacia el gol.
En el descanso, Aguirre, con los apuntes precisos del primer acto, trat¨® de enhebrar al equipo por donde es m¨¢s d¨¦bil, por el medio. A costa de exprimir al Kun hasta el final, el t¨¦cnico mexicano congel¨® el choque con un trueque tras otro en el medio campo, que termin¨® poblado por cinco futbolistas. Entraron Maniche, Luis Garc¨ªa y Banega. Respir¨® el Atl¨¦tico pese a los apretones finales del Marsella, que se estrell¨® ante el muro rojiblanco en la medular. Una l¨ªnea problem¨¢tica que esta vez Aguirre supo corregir con una montonera. No es mal remedio. Con semejante pr¨®tesis, la hinchada del Manzanares, que llevaba 4.213 d¨ªas sin un encuentro de Champions, festej¨® una victoria que, tras la de Eindhoven, deja al club l¨ªder de su grupo. La pr¨®xima estaci¨®n, etapa reina: el Liverpool de Fernando Torres.
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