El Madrid se cae
Los de Plaza dicen adi¨®s a la Euroliga ante un Olympiacos mejor en los ¨²ltimos minutos
No da para m¨¢s el Madrid. Da para resistir, para amenazar con el milagro, pero no para reinar. Al menos, este Madrid. Claudic¨® ante un Olympiacos al que no le importaba resolver el entuerto en Atenas en el quinto partido. No fue necesario. El Madrid fue inferior f¨ªsicamente y no encontr¨® respuestas ante Bourousis. Despedido del Bar?a hace poco, arras¨® en la zona. El Madrid no encontr¨® ant¨ªdoto y lo dem¨¢s vino rodado. No le basta con Bullock y Reyes y lo dem¨¢s comienza a parecer un espejismo, una digna forma de sobrevivir en el torneo nacional y ganar, aun con dificultades, el de la Comunidad.
Resulta dif¨ªcil entender al Madrid. Se mueve a impulsos, le cuesta hacer un juicio t¨¢ctico. Quiz¨¢ porque su t¨¢ctica es invisible. Porque depende tanto de sus jugadores m¨¢s reconocibles, Bullock o Felipe, como de los secundarios que van apareciendo como por arte de magia. Y de quienes poco se espera, pero que son capaces de levantarle de la lona cuando se impone la ceguera. Un ratito, eso s¨ª, que no dan para m¨¢s. V¨¦ase un ejemplo: tras un inicio m¨¢s que digno, con triples de Mumbr¨² y Bullock que promet¨ªan buenos tiempos, el Madrid se apag¨®. Quiz¨¢, porque Childress, al que le gustaron m¨¢s los euros griegos que los d¨®lares de Atlanta, se calent¨® y destroz¨® cualquier amago de defensa madridista. El primer cuarto se cerr¨® con el Olympiacos cuatro puntos arriba (16-20). Todo, con el supuesto mejor Madrid en escena. As¨ª que Plaza dio carrete a la gente del banquillo. El Olympiacos triunfaba sin Vujcic, su mejor jugador m¨¢s all¨¢ del eterno Papaloukas, lo cual no dejaba de ser un sinsentido. Porque no es mucho mejor que el Madrid. Es parecido. An¨¢rquico, voluble y de poco fiar. El caso es que en el Madrid aparecieron los del segundo plato y se afin¨®. Y tanto que recuper¨® la dignidad y un cierto desahogo en el marcador. Con Llul a la cabeza y dej¨¢ndose ver Winston, Massey y Van den Spiegel, se dispar¨® (35-26), qui¨¦n lo iba a decir.
Era mentira. Bast¨® Bourousis para que el Madrid muriera. Si se comi¨® a Felipe, qu¨¦ no iba a hacer con el esforzado Van den Spiegel. ?l llev¨® al Madrid a su entierro, despacito, como una tortura. Reyes, el ¨²nico que pod¨ªa hacerle frente, se empap¨® de personales. Y se fue a la calle. El Madrid se descompuso en cuanto se vio abajo (59-60) y, por mucho que Bullock le pusiera por delante de cuando en cuando, nunca supo c¨®mo manejar el partido ni c¨®mo parar a Bourousis. A poco m¨¢s de un minuto para el final, el asunto estaba igualado (70-70), pero ah¨ª se enred¨® de mala manera. Un triple de Erceg lo puso todo a¨²n m¨¢s cuesta arriba y al Madrid se le abrieron las puertas del infierno.
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