Un cruce de calle maldito
Confundido por su entrenador, el patinador holand¨¦s Kramer, ya oro en los 5.000 metros, es descalificado tras ganar los 10.000
La nueva fiesta holandesa que estaba preparada con Sven Kramer, el gran favorito en los 10.000 metros, acab¨® en una gran frustraci¨®n. Un hecho ins¨®lito en las grandes competiciones. La gran estrella del fondo hizo el mejor tiempo, pero fue descalificado por un cambio de calle indebido pasada la mitad de la prueba. Su entrenador le confundi¨®.
El mundo naranja del Anillo de Richmond se qued¨® helado, pero ya sab¨ªa que se hab¨ªa producido el error. Kramer tambi¨¦n, pero quiso terminar por si no se consumaba el tremendo desastre que le quitaba su segundo oro tras arrasar ya en los 5.000 metros. Fue in¨²til. Hizo 12m 54,50s mucho mejor que los 12m 58,55 del sorprendente surcoreano Lee Seung-Hoon, ya plata tras ¨¦l en los 5.000, pero le regal¨® el oro.
Todo ocurri¨® pasados los 6.500 metros. Recorridas ya 16 vueltas a los 400 metros que tiene la cuerda (como en atletismo) de las 25 totales. Kramer, a un ritmo por debajo de los 31 segundos por giro, algo imposible para el resto de rivales, ya hab¨ªa dejado lejos al ruso que patinaba con ¨¦l, Ivan Skobrev, que acabar¨ªa siendo plata. La hinchada naranja confiaba en ¨¦l, porque su veterano Bob de Jong no hab¨ªa podido con el nuevamente impresionante Lee, que sin referencias hab¨ªa patinado incluso antes en el turno 5 de las 8 parejas. Fue una carrera rara del todo, pues normalmente todo se decide en las ¨²ltimas, programadas seg¨²n los mejores tiempos acreditrados. Lee no hab¨ªa bajado nunca
En el patinaje de velocidad, para igualar las distancias, los patinadores deben ir alternativamente por la calle interior y la exterior. Los cambios son habituales y mec¨¢nicos, una rutina. Kramer ven¨ªa por la calle interior y cuando fue a pasar a la exterior en la curva opuesta a la meta vio a su entrenador, Gerard Kemkers, haci¨¦ndole indicaciones de que deb¨ªa seguir por la interior. Dud¨®, pero e hizo caso y para correguir la l¨ªnea incluso pas¨® a caballo del cono que separa los cambios de calle. La descalificaci¨®n era inevitable. Enseguida not¨®, adem¨¢s, por la reacci¨®n del entendido p¨²blico, que se hab¨ªa confundido.
Ya calmado, pero entre l¨¢grimas, declar¨® muy elegantemente que no le gustaba echar las culpas a nadie y asumi¨® el fallo, porque s¨®lo ¨¦l era responsable de su carrera. Pero fue muy duro: "Este error ha destruido lo que ten¨ªa que ser el momento m¨¢s bonito de mi carrera", dijo desconsolado. "Ha sido una gran equivocaci¨®n, una equivocaci¨®n que me ha costado muy caro cuando hab¨ªa hecho el mejor 10.000 de mi carrera". Antes, nada m¨¢s terminar la prueba, indignado, recrimin¨® de forma elocuente a su entrenador y le tir¨® las gafas. No era para menos.
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