S¨®lo hay ojos para el Tigre
El ba?o de masas de Woods lo eclipsa absolutamente todo - Lejos de tanto ruido, Cabrera, Els, Stricker y Jim¨¦nez simbolizan la madurez del golf a los 40
La lista de lo prohibido en Augusta es larga y variada. Un gran panel electr¨®nico avisa en la puerta principal del campo. Ojo, nada de c¨¢maras, buscas, radios ni ning¨²n aparato electr¨®nico, prohibidas las sillas, los periscopios y las escaleras de mano, olv¨ªdese de llevar banderas y ning¨²n otro s¨ªmbolo, ni se le ocurra entrar bebidas alcoh¨®licas y fumar, y mucho menos correr o gritar. Vamos, que usted puede ver a Tiger Woods si bracea entre la multitud, pero prohibid¨ªsimo sacarle una foto, pegarle un grito o dar unos r¨¢pidos pasitos para coger posiciones. La etiqueta en el Masters, ante todo. Es tambi¨¦n el teatrillo de Woods, su enorme ba?o de masas cada vez que asoma la gorra. Si hasta se apunt¨® al familiar torneo de pares tres que se celebra la v¨ªspera del Masters, otro acto de campa?a publicitaria, aunque finalmente no acudi¨®. Una fachada que no convenci¨® al presidente del Augusta National Club, Billy Payne, dur¨ªsimo con Woods: "Tiger era un ejemplo de trabajo y esfuerzo para nuestros hijos, pero se olvid¨® de eso. La fortuna y la fama llevan una responsabilidad, no invisibilidad. Nuestro h¨¦roe no es el modelo para nuestros hijos".
As¨ª que, despu¨¦s de los m¨ªtines, los discursos, las fotos y los aut¨®grafos llega hoy (20.30, Canal Plus Golf) la hora de plantarse en el tee del uno, con su compatriota Matt Kuchar y el surcoreano Choi como figurantes, y pegarle duro y recto a la bola. Y se ver¨¢ entonces si a Tiger todav¨ªa le funcionan los trucos mentales que su padre, Earl, us¨® con ¨¦l cuando de ni?o le instru¨ªa como un cadete militar. Cuando el joven Woods dejaba la mente en blanco para conectar el putt, en ese instante a la vez de paz y tensi¨®n, el viejo Earl hac¨ªa sonar las monedas que llevaba en el bolsillo, o se mov¨ªa bruscamente delante de ¨¦l, o pegaba un grito, o tos¨ªa... lo que sea para distraer al pupilo. As¨ª construy¨® Tiger una fuerza de concentraci¨®n a prueba de todo, impenetrable a cualquier elemento exterior. Ahora necesitar¨¢ su mejor versi¨®n si verdaderamente desea ganar el Masters m¨¢s que ganarse a la gente. "Espero ver ah¨ª fuera al mejor Woods, al mismo jugador que hemos visto siempre", razona Phil Mickelson, n¨²mero tres mundial.
La pinta de Woods es menos temible este a?o, menos imponente f¨ªsicamente. Su figura es m¨¢s redonda por el par¨®n de cuatro meses y puede que por el tratamiento de su cacareada terapia. "Pero ha demostrado que puede ganar en las peores condiciones, como en el US Open de 2008", recuerda Mickelson el torneo que Woods gan¨® cojo, "no creo que tenga ning¨²n impedimento f¨ªsico, jugar¨¢ duro". El Tigre ha prometido ser m¨¢s comedido y respetuoso en sus demostraciones de poder¨ªo al embocar un golpe. "?l siempre ha sido exuberante y ha mostrado sus emociones. Yo no pod¨ªa mostrarme emotivo y luego pasar al otro hoyo", dice el abuelo Jack Nicklaus, sus 18 grandes siempre en la retina del Tigre.
Augusta s¨®lo tiene ojos para El Tigre, s¨®lo hay c¨¢maras para el gran protagonista. Woods lo eclipsa todo. Por supuesto eclipsa al campe¨®n, ?ngel Cabrera, uno que ni vende ni se vende, que deja la sala de prensa medio vac¨ªa, alguien de quien el propio Masters dice que tiene una aureola "blue", triste, melanc¨®lica. Angelito, su hijo, le hace de caddie. "No llego fino, pero aqu¨ª un golpe lo cambia todo", cuenta Cabrera, anfitri¨®n el martes por la noche en la cena de los campeones -no falt¨® Tiger-. El men¨² fue una bomba cal¨®rica para los 28 comensales vestidos de verde: morcillas y chorizos argentinos, empanada de pollo (Tiger repiti¨®), asado argentino y dulce de leche -Gary Player se rindi¨® y pidi¨® un men¨² vegetariano, Nicklaus se llev¨® otro postre para su mujer-.
Cabrera es uno de esos jugadores que hacen respetar las canas. Tiene 40 a?os. Y no es el ¨²nico veterano con algo que decir en Augusta. Aunque no lo parezca, el n¨²mero dos del mundo es ahora mismito Steve Stricker, en la flor de la vida a los 43: en los ¨²ltimos 11 meses ha ganado el mismo n¨²mero de torneos (cuatro) que en sus 13 temporadas anteriores como profesional. Otro de su quinta es el surafricano Ernie Els, otros 40 tacos a la espalda, y otra historia de resurrecci¨®n. Despu¨¦s de varios cursos con la cabeza en otra parte por el autismo de su hijo, este ganador de tres grandes que a finales de Woods le discuti¨® a Woods el n¨²mnero uno ha regresado por sus fueros: en 2010 suma dos oros, el CA Championship y el torneo Arnold Palmer.
M¨¢s abuelitos: Jim¨¦nez peina bigote a los 46 a?os. "Me sobran 20. Si tuviera 25, iba a poner en fila india a todos los jovencitos. Pero bueno, estoy encantado de la vida, vengo de vuelta, me quedan cuatro o cinco a?os de golf, sin tanta presi¨®n. En este golf moderno la gente se cuida m¨¢s, ?somos competitivos!", avisa el pisha<7i>, "benditos 40".
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