El talento de Olmedo tiene premio
El sevillano, ochocentista hasta hace dos a?os, oro en el 1.500.- Un empuj¨®n impide a Marco luchar por la victoria en el 800, en el que L¨®pez, su amigo del alma, logra el bronce
Manuel Olmedo, sevillano y serio, de pocas palabras, fue durante largos a?os un coraz¨®n, un alma, del 1.500 encerrado, prisionero, en un cuerpo del 800, el orgullo de la escuela sevillana de atletismo, un talento puro que no encontraba su terreno de expresi¨®n. Capaz de lo mejor y lo peor, inevitablemente considerado el Curro Romero de las pistas, espant¨¢s y decisiones, movimientos geniales combinados, Olmedo penaba. "Quer¨ªa cambiar al 1.500. De siempre, lo dije. Pero no estaba seguro de que val¨ªa", dice; "quer¨ªa ser como Reyes Est¨¦vez, mi ¨ªdolo". Ayer, finalmente, a los 27 a?os, en el segundo como atleta pleno del 1.500, comprob¨® que, en efecto, vale. Tanto, por lo menos casi, como su ¨ªdolo. Lo demostr¨®, se lo demostr¨®, ganando el oro de Par¨ªs, el ¨²nico primer puesto de un atletismo espa?ol tambaleante. Su talento brilla por fin en lo m¨¢s alto.
"Me lo deb¨ªa", dice el atleta entrenado por Enrique Pascual; "lo necesitaba. Pensaba en el oro desde la noche de los Europeos al aire libre de Barcelona. Ten¨ªa que mostrar que s¨ª que s¨¦ correr bien t¨¢cticamente". Aquella noche de agosto pasado, Olmedo, que corri¨® muy retrasado, se despert¨® tarde, reaccion¨® a ¨²ltima hora pleno de potencia, la marca de la casa, su velocidad de ochocentista, y solo pudo ara?ar el bronce, lejos de los brazos alzados de Arturo Casado, campe¨®n. "Con esta final s¨ª que me saco la espina", dice el atleta, fin¨ªsimo, un suspiro, tobillos de orfebrer¨ªa fina, que hace cinco a?os, en otra decisi¨®n radical, abandon¨® el calor de Sevilla, sus patios, su limonero, y, como Machado, emigr¨® a la fr¨ªa Soria ("un cambio brutal", dice; ah, el amor: su pareja, la atleta Beatriz Antol¨ªn, subcampeona de Espa?a de 1.500, estudiaba en Valladolid y ahora trabaja en Soria), donde encontr¨® a Pascual y los bosques y pinares donde hab¨ªa crecido corriendo Ferm¨ªn Cacho, otra gran referencia del 1.500 espa?ol. "Aqu¨ª, en Par¨ªs, s¨ª que he corrido bien. Sal¨ª el ¨²ltimo porque alguien me agarr¨® del pantal¨®n y no me dej¨® moverme, pero fui subiendo hasta ponerme segundo en la ¨²ltima vuelta y, a la salida de la ¨²ltima curva, le esprint¨¦ muy seguro al turco y gan¨¦", explica.
El turco, que se llama Kernal Koyuncu -tiene 26 a?os, fue campe¨®n de Europa sub 23 de cross en 2007 y ha estado tres meses entren¨¢ndose en el altiplano de Etiop¨ªa-, cogi¨® el mando desde el pistoletazo y no lo abandon¨® hasta la ¨²ltima recta, en la que, cruzada la meta, cay¨® al suelo, asfixiado. Su ritmo fue asfixiante tambi¨¦n para los otros dos espa?oles. Para Diego Ruiz, plata en Tur¨ªn 2009, quien se quej¨® de no poder respirar por un catarro y se qued¨® en la cola, y para Juan Carlos Higuero, el campe¨®n de Birmingham 2007, quien, corto de preparaci¨®n, no encontr¨® piernas para meterse en la batalla. "Y tambi¨¦n he demostrado", dice Olmedo, que llegaba a Par¨ªs con un 800 en 1m 46s, una de las mejores marcas europeas del a?o, "que no solo puedo ganar carreras de 3m 45s. Tambi¨¦n conservo velocidad en las de 3m 40-41s (ayer gan¨® con 3m 41,03s)".
Emigrado Olmedo, la escuela sevillana del 800, iniciada por el mito Reina, queda en manos de Luis Alberto Marco y Kevin L¨®pez, que ayer disputaron la final europea. Kevin, lleg¨® hasta el final y bien, fuerte, hasta una medalla de bronce que podr¨ªa haber sido de plata con mayor ambici¨®n. Quiz¨¢s corri¨® los ¨²ltimos 300 metros, los decisivos, conmovido por el tropez¨®n de su amigo del alma, Marco -compa?ero de entrenamientos a las ¨®rdenes de Paco Gil, de habitaci¨®n, de confidencias-, quien, cumplido el 1m 12s de la final, unos 520 metros, not¨® un empujoncito en la espalda y se vio repentinamente en el suelo. Iba, como es habitual, el primero, marcando el ritmo. "Y seguro que iba a ganar", dice Kevin, quien no sab¨ªa si alegrarse por una medalla conseguida a los 20 a?os, en su segunda convocatoria internacional, o llorar por el compa?ero ca¨ªdo. "Siento impotencia", cuenta Marco, sevillano y serio, de pocas palabras. "Lo que m¨¢s siento es que no he podido pelear", dice; "iba muy bien y he visto c¨®mo se iba por tierra todo el trabajo del a?o".
"Si no tropieza, gana seguro. Y yo pequ¨¦ de conformismo. Ten¨ªa m¨¢s fuerzas de las que cre¨ªa y Lewandoski [el polaco que qued¨® segundo; gan¨® su compatriota Kszczot] estaba m¨¢s cerca de lo que pensaba", repite Kevin, quien ense?¨® el secreto de su ¨¦xito, unas zapatillas blancas que le regal¨® Marco. "Est¨¢n un poco viejas y las uso solo para las finales", dice el sevillano, expansivo, inquieto; "con ellas gan¨¦ el Europeo j¨²nior y el espa?ol absoluto. Y ahora, esta medalla".
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