La trampa de Augusta
El campo, alargado para esta edici¨®n, entra?a su principal dificultad en la velocidad endiablada de los 'greenes'
Augusta National tiene la fuerza de los mitos. M¨¢s que un campo, el lugar que acoge desde d¨¦cadas el primer grande de golf del a?o es un santuario lleno de recuerdos y momentos hist¨®ricos, un lugar que, sin embargo, puede llevar a enga?o. Es un campo con calles anchas y poco rough, que mantiene en los greenes y sus alrededores su mayor defensa, aunque no la ¨²nica. El que crea que es sencillo o no lo afronte con la mentalidad necesaria, est¨¢ perdido. As¨ª lo aclara Miguel ?ngel Jim¨¦nez: "Es un campo que requiere, sobre todo, tener la cabeza muy bien amueblada. El golf es un deporte m¨¢s mental que f¨ªsico o t¨¦cnico, y en Augusta se demuestra mejor que en ning¨²n sitio. Si no est¨¢s muy concentrado, te vas del torneo".
Dise?ado en 1934 por el arquitecto Alister McKenzie bajo los auspicios del alma Mater de Augusta, Clifford Roberts, y con la influencia y los consejos del legendario Bobby Jones, el campo ha cambiado much¨ªsimo m¨¢s de lo que parece a simple vista. El poder evocador del hoyo 12 o del tee del 16, por poner dos ejemplos, llevan al aficionado a creer que nada se toca en Augusta. Sin embargo, como bien cuenta David Owen en The Making of the Masters, obra esencial para entender lo que significan el campo y el torneo, es m¨¢s bien al contrario: "Cada a?o se plantan ¨¢rboles, se quitan y ponen obst¨¢culos, los greenes se reconstruyen..."
Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal, ganador en 1994 y 1999, subrayaba antes del torneo que jug¨® la semana pasada en Houston el verdadero problema, que llega "cuando fallas el green". A pesar de que los organizadores del Shell Houston Open, (el torneo anterior ganado por Phil Mickelson, vigente campe¨®n del Masters) tratan de imitar las condiciones de Augusta para que sirva de preparaci¨®n, no se puede igualar porque "los greenes son mucho m¨¢s exigentes". Nick Faldo lo resum¨ªa as¨ª en 1996 al ganar el torneo tras una de las remontadas m¨¢s memorables que se recuerdan ante el australiano Greg Normam. "Es un campo extremadamente dif¨ªcil, incluso si tienes un wedge en las manos sabes que puedes fallar". Norman perdi¨® esa edici¨®n, entre otras cosas, por despreciar el campo, por creer que lo dominaba y que se estaba quedando "anticuado", tal y como reconoci¨® dos a?os despu¨¦s.
Este a?o, el campo se ha alargado, modificaci¨®n que ha sido fuente de fuertes pol¨¦micas (el 65% de los profesionales preguntados por golf.com consideran que con el campo m¨¢s largo el torneo es m¨¢s aburrido), pero sigue encontrando en los greenes y alrededores su mejor defensa para un golf que se ha llenado de atletas, pegadores y nuevos materiales que desfasan los est¨¢ndares de hace a?os. Precisamente, el mayor pegador del USA PGA, Bubba Watson, expresa en sus respuestas la inquietud de Olaz¨¢bal y otros: dejarla en green. "?En el hoyo 7? Tiro a green, aunque no es f¨¢cil. ?En el 11? Tiro al green evitando el agua a la izquierda... Un hoyo para hacer el par".
El campo, en cualquier caso, favorece a los pegadores. Pero ?lvaro Quir¨®s, l¨ªder en distancia en Europa y entre los tres primeros de EE UU, no ha conseguido encontrar su nivel y se ha quedado fuera del corte en sus dos participaciones anteriores. ?Por qu¨¦? "Simplemente, no le pegu¨¦ bien a la bola. Entonces te resignas. Cada a?o s¨¦ m¨¢s cosas del Masters. Hace falta conocer el campo, saber d¨®nde se falla. Es un campo que, por las calles tan anchas y los greenes tan r¨¢pidos que tiene, hace falta conocerlo", asegura. El campo puede enga?ar, contin¨²a, "es especial. Muy bonito, s¨ª, pero tambi¨¦n hay que aceptarlo tal y como es, para bien o para mal. Es imposible rebelarse contra Augusta. Si lo haces, est¨¢s perdido".
Como dice Owen, el torneo parece m¨¢s viejo que los dem¨¢s porque en cada hoyo hay un recuerdo, una frase, un golpe. Y no espacio para la debilidad si se le quiere plantar cara al campo.
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