El enemigo
"Queda Europa pasa saber si el Real Madrid, por fin, ha encontrado la medicina para desactivar el f¨²tbol azulgrana"
Conocerlo bien es elegir las armas, el lugar, el momento para vencerlo. Lo peor es inventar un enemigo invisible. Este Real Madrid se ha pasado el curso fabricando enemigos. Tan pronto eran los ¨¢rbitros, como el calendario, como la hierba cortada al ras, los otros equipos que renunciaban a competir exclusivamente contra el Barcelona o incluso la prensa, por supuesto, enemigo siempre a mano. No creo que la prensa de Madrid tenga nada contra el Madrid, salvo quiz¨¢ la dificultad para reconocer entre varios jugadores asombrosamente buenos, a qu¨¦ propuesta de juego est¨¢n sometidos. Un Madrid a ratos irreconocible, que se parec¨ªa mucho a mi Atl¨¦tico, con esas excusas ajenas para esquivar las carencias propias.
Y resulta que el enemigo estaba ah¨ª delante; era sencillamente el f¨²tbol del Bar?a. La Liga es demasiado larga y quiz¨¢ la final de Copa iba a ser lo suficientemente corta. Pero el Madrid se enfrent¨® por fin al f¨²tbol del Barcelona, provocando un cortocircuito en su tri¨¢ngulo de pase y pared. La tarea de Kedhira, Pepe y ?zil, empleado como un pe¨®n defensivo m¨¢s, dej¨® seco a la sociedad de Xavi, Iniesta y Messi. Villa ten¨ªa que limitarse a pelear por la posici¨®n y Messi a tocar la pelota en el centro del campo, all¨¢ donde perderla daba al Real Madrid su mejor arma, el contraataque.
Las finales son partidos tensos, donde se protesta todo y se pide tarjeta hasta por palmear la espalda del contrario. Mientras llega el juego todo cuenta. Resuelto el tr¨¢mite de pitar el himno nacional o corearlo, qued¨® patente la partici¨®n del estadio en dos mitades, m¨¢s abundante del lado del Madrid. La obsesi¨®n de las aficiones estriba siempre en relacionar al contrario con la supuesta prostituci¨®n de sus madres. En esta ocasi¨®n Piqu¨¦ era el bello villano para los blancos. Y el Barcelona tra¨ªa mal fario, lleg¨® en un avi¨®n llamado David Bisbal, f¨ªjese usted, y la final se jugaba en la capital del pelotazo inmobiliario, lo cual quiz¨¢ favorecer¨ªa al pelotazo futbol¨ªstico.
El descanso fueron unas vacaciones para el Barcelona. Seguramente a su pasado, al recuerdo de su esencia, perdida entre tanta interrupci¨®n. Tanto que en el minuto 70 las botas color butano de Messi empezaron a echar fuego y, de paso, el bal¨®n a correr a toda velocidad.
Pararon entonces los insultos, las interrupciones y comenz¨® el juego. Para un Barcelona sin banquillo el tiempo apremiaba m¨¢s. El partido se hab¨ªa hecho demasiado corto, por mucho que se le a?adiera. Fundido, ?zil cay¨® de la l¨ªnea de presi¨®n. Nunca ha defendido tanto un jugador tan creativo. Fue como ver a Van Gogh dedicado a pintar fachadas.
Pero el mejor Barcelona ten¨ªa enfrente a la dinamita pura de la contra madridista. A la pr¨®rroga se llegaba con la sensaci¨®n que el Bar?a no tendr¨ªa gasolina para seguir tirando igual del juego, con el ataque por bandera. Su tiempo hab¨ªa pasado. Era cuesti¨®n de paciencia y cuchillo que el Real Madrid marcara. Al final, Cristiano Ronaldo defini¨® el duelo.
Queda la eliminatoria europea para saber si el Madrid ha encontrado, por fin, no ya la medicina para vencer, sino para desactivar al que es su verdadero enemigo, el f¨²tbol azulgrana. Ha sido un triunfo blanco que mata tantos fantasmas de urgencia. Devuelve quiz¨¢ la cordura a una rivalidad que siempre tiene que medirse en el juego, donde los enemigos te hacen mejor. Pero solo los enemigos de verdad.
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