CR se redime; Villa se apaga
El portugu¨¦s, lanzado por ?zil y Di Mar¨ªa, decide el partido por el t¨ªtulo, en el que el asturiano acab¨® anulado y frito a golpes
No fue solo la victoria del Real Madrid. Tambi¨¦n fue la noche de su jugador bandera, el portugu¨¦s Cristiano Ronaldo, y el encuentro que vio al argentino Messi, su antagonista en el Barcelona, abusando de la conducci¨®n de bal¨®n para intentar superar a los defensas blancos, entre los que destacaron Casillas y un gigantesco Sergio Ramos.
Cristiano Ronaldo. Decisivo. Impreciso con los pies, Cristiano recurri¨® a su espectacular dominio del juego a¨¦reo, faceta que desarroll¨® en sus a?os el Manchester United. Se elev¨® majestuoso e impact¨® con la frente el precioso centro enroscado desde la izquierda de Di Mar¨ªa. El vuelo de Pinto ni siquiera le permiti¨® acercarse a la pelota, convertida en un ob¨²s desde que saliera de la frente del delantero portugu¨¦s. Cristiano se redim¨ªa as¨ª de sus muchas frustraciones contra el rival azulgrana, tanto en su etapa en el Manchester United como en la madridista.
Villa. Sin chispa. Anulado a pesar de ubicarse, como le gusta, en una posici¨®n m¨¢s centrada, de delantero centro, lejos de la banda izquierda. Frito a golpes de sus compa?eros de selecci¨®n, Arbeloa y Sergio Ramos. Desquiciado y sustituido por Afellay en el descanso de la pr¨®rroga puesto que Guardiola entendi¨® que El Guaje viv¨ªa una de sus peores noches como futbolista.
?zil. Para jugar a la contra, tal y como quer¨ªa Mourinho, el Madrid necesitaba a alguien como ¨¦l. Se trataba primero de robar, s¨ª, pero despu¨¦s hab¨ªa que trasladar la pelota al lugar m¨¢s ventajoso para el conjunto blanco. Pese a las reticencias de su entrenador, ?zil era el hombre. Meti¨® tres pases de gol en la primera parte, aunque sus compa?eros no aprovecharon ninguno. Los dos primeros, remates defectuosos de Cristiano Ronaldo. El tercero, un salto majestuoso de Pepe, que cabece¨® y estrell¨® el bal¨®n violentamente en el palo derecho de Pinto. El Madrid esta vez no solo ten¨ªa m¨¢s f¨ªsico, como en el ¨²ltimo choque liguero del Bernab¨¦u, sino tambi¨¦n una zurda capaz de abrir cualquier defensa a golpe de ingenio. Incluso con la derecha, como en el centro que le sirvi¨® a Pepe. Pero se le acab¨® la gasolina, entendi¨® Mou, y fue suplido por Adebayor en busca de alg¨²n bal¨®n a¨¦reo. El togol¨¦s le sacaba varias cabezas a Mascherano, pero quien remat¨® de cabeza no fue ¨¦l sino Ronaldo.
Messi. Desesperado, prob¨® a partir desde cualquier posici¨®n del ataque, bajando incluso al callej¨®n del 8, sin ning¨²n ¨¦xito. Sus zigzagueos acababan invariablemente entre las redes de los madridistas. La Pulga conduc¨ªa demasiado porque su equipo se pas¨® la pelota menos que nunca en la primera parte. Tras el descanso, todo cambi¨® y su pase en profundidad a Pedrito fue excelente, m¨¢s all¨¢ de que el juez de l¨ªnea anulara el gol por fuera de juego. Abus¨®, sin embargo, de la conducci¨®n y eso favoreci¨® a las recuperaciones madridistas.
Ramos. L¨ªder de la defensa blanca. Fue una descarga permanente de adrenalina: cortaba, gesticulaba, correg¨ªa, protestaba, se encaraba con tirios y troyanos. La sanci¨®n a Albiol, tras ser expulsado el s¨¢bado en la Liga, desplaz¨® a Ramos al centro de la defensa, impermeabilizando mucho m¨¢s la llegada hasta Casillas. Fue un gigante.
Busquets. Desacertado al principio en el pase, le cost¨® arrancar. Se enton¨® tanto en el segundo acto que el Bar?a acab¨® recuperando la hegemon¨ªa azulgrana en la pelota.
Di Mar¨ªa. Explosivo. M¨¢s r¨¢pido que Dani Alves, otro jugador perfecto para la contra madridista. Su disparo, con la derecha, al final de los 90 minutos lo rechaz¨® a corner Pinto, pero sirvi¨® para activar a la hinchada madridista, convencida a partir de esa jugada de que la final iba a ser suya. Lo fue gracias a la pared del argentino con Marcelo y a su posterior centro en enroscado que cabece¨® a la red Cristiano Ronaldo.
Xabi Alonso. Tan atareado en labores destructivas, junto a Khedira y Pepe, Alonso desatendi¨® su don natural para la distribuci¨®n del bal¨®n. Una entrada por detr¨¢s a Messi le cost¨® la tarjeta amarilla. Ya en la pr¨®rroga, por fin pudo enviar un precioso pase en profundidad a Cristiano que el portugu¨¦s cruz¨® demasiado. Contagi¨® su car¨¢cter ganador.
Iniesta. Inhibido en la primera parte, avis¨® en el arranque del segundo tiempo con una pared con Villa en la que fue emparedado entre Arbeloa y Ramos. El Bar?a pidi¨® penalti por esa acci¨®n. E Iniesta se fue soltando a medida que menguaba la presi¨®n madridista, circunstancia que facilitaba la aparici¨®n de espacios para los jugadores azulgrana.
Pepe. La intensidad defensiva y el compromiso lo convirtieron en uno de los favoritos de hinchada blanca. No se moder¨® ni siquiera al recibir la amonestaci¨®n en el minuto 26. Y se permiti¨® el lujo de incorporarse al ataque puesto que no hab¨ªa ning¨²n delantero puro y cualquiera pod¨ªa atreverse desde el centro del campo. Lleg¨® a disparar al palo. Tras el gol de Ronaldo, Pepe le dedic¨® un corte de mangas a la afici¨®n azulgrana.
Xavi. En un partido de muchos picos, Xavi mantuvo el mismo discurso, pase y desmarque, pase y desmarque. Form¨® con Iniesta la magn¨ªfica sociedad de siempre: un recital de toques al servicio del Bar?a.
Casillas. H¨¦roe del Madrid en la segunda parte de acoso barcelonista. Tres paradas a tres remates tan variados como exigentes que mantuvieron al Real Madrid en sus peores momentos de la final.
Pedrito. Pegado al extremo izquierdo, Pedrito volvi¨® a ser Pedrito, una bala pegada a un bal¨®n de cuero. Le gan¨® dos carreras consecutivas a Arbeloa. En la primera, el remate cruzado fue el gol anulado por el ¨¢rbitro asistente. En la segunda, prefiri¨® colocar en una suave par¨¢bola que salv¨® Iker Casillas, con las yemas de los dedos. Fue el ¨²nico madridista que se despidi¨® uno a uno de todos los blaugrana, gesto correspondido por Piqu¨¦.
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