Caparr¨®s, vuelve "el otro f¨²tbol"
El t¨¦cnico aterriza en Mallorca para entrenar al equipo balear
Algunos futbolistas que tuvo a sus ¨®rdenes dicen que es un vendedor de humo, un tribunero que maneja el mensaje y los actos para calar entre el personal; otros le tienen como un forjador de ilusiones, un catalizador de la cantera, con valent¨ªa y pedagog¨ªa de sobra para convertir a adolescentes en profesionales. Al margen de fobias y filias, Joaqu¨ªn Caparr¨®s es un tipo avispado, un entrenador visceral, met¨®dico y con un punto obsesivo que hasta la fecha garantiza resultados, un t¨¦cnico acostumbrado a partir de situaciones complicadas como la que le espera en Mallorca. Natural de Utrera, donde dice la c¨¢tedra que se curten los toros m¨¢s bravos, Caparr¨®s embiste cualquier capote y hace de la necesidad virtud. "He tenido que trabajar el doble para ser entrenador porque no fui un gran futbolista", explica. Un d¨ªa quiso serlo. Se forj¨® en el sevillismo de Utrera, en el gusto por un mezcladillo de casta, arte y pasi¨®n, pero siendo un adolescente tuvo que dejar su tierra por un traslado laboral de su padre a Madrid. All¨ª el j¨®ven Caparr¨®s, que destacaba en los infantiles del Sevilla, se integr¨® en el Real Madrid. Lleg¨® hasta juveniles y prolong¨® su recorrido futbol¨ªstico en Pegaso, Legan¨¦s, Taranc¨®n y Conquense, pero ya hab¨ªa forjado un estilo y una inquietud: quer¨ªa ser entrenador desde que en su ¨²ltimo a?o en Sevilla se quedaba a ver como trabajaba un reci¨¦n llegado que le llam¨® la atenci¨®n, Max Merkel, un sin par t¨¦cnico austriaco, al que pronto bautizaron en Nervi¨®n como Mister L¨¢tigo.
Con 26 a?os vio claro que no iba a hacer fortuna con el bal¨®n en los pies y cogi¨® la pizarra. Se afinc¨® en Cuenca. Eran tiempos en los que Benito Floro sorprend¨ªa al llevar al Albacete de Segunda B a Primera. El t¨¦cnico valenciano y sus ayudantes Pepe Carcel¨¦n y Gin¨¦s Mel¨¦ndez, profesores en la escuela de entrenadores, le dieron el empuj¨®n al ruedo de los banquillos. Y Caparr¨®s se dedic¨® a ello sin ambages, capaz de recorrer 700 kil¨®metros varias veces por semana para entrenar al Moralo, de la localidad cacere?a de Navalmoral de la Mata, y mantener los v¨ªnculos familiares en Cuenca. Una trayectoria de nueve a?os por el f¨²tbol de Tercera Divisi¨®n le granje¨® fama de t¨¦cnico milagro, capaz de gestionar escasos recursos y llegar con inusitada regularidad a las fases de ascenso. En 1996 le lleg¨® la oportunidad de dar el salto, pero no la de saborear una golosina. En Huelva al Recreativo empezaban a carcomerle las urgencias tras seis campa?as consecutivas en Segunda Divisi¨®n B mientras Caparr¨®s hac¨ªa la ruta Cuenca-Navalmoral con un viejo Renault 21. Lleg¨® entonces un golpe de suerte, un t¨¦cnico onubense que hac¨ªa un seguimiento de un futbolista del Moralo percibi¨® que quien en realidad lo dejaba todo sobre el campo era el entrenador. Le lleg¨® una oferta y no dud¨®. Dos a?os despu¨¦s era t¨¦cnico de Segunda Divisi¨®n, con 43 a?os por fin un profesional del f¨²tbol.
Desde la peripecia onubense, Caparr¨®s no ha dejado de crecer. Tan solo, al margen del sainete que acaba de vivir en el Neuchatel, ha conocido una destituci¨®n cuando tras siete partidos de Liga el Villarreal reci¨¦n descendido de su primera experiencia en la m¨¢xima categor¨ªa no tuvo paciencia para aguantar un mal inicio de temporada. A?os despu¨¦s no es extra?o ver al t¨¦cnico abrazarse efusivamente a Fernando Roig y Jos¨¦ Manuel Llaneza, dirigentes que sellaron sus destituci¨®n. Caparr¨®s es un superviviente que tiene la habilidad de integrarse en los entornos que le rodean. Lleg¨® a Bilbao, se puso la txapela y acept¨® con agrado que le rebautizaran como Jokin. En A Coru?a pate¨® pe?as y peque?os pueblos de la provincia para dominar el arte de la retranca, pero su casa es Sevilla y el Pizju¨¢n. All¨ª super¨® la dif¨ªcil prueba de compaginar sentimientos y profesi¨®n. El Sevilla le ofreci¨® el banquillo tambi¨¦n en una situaci¨®n l¨ªmite, con el equipo en Segunda y casi en ruinas tras descender como colista. Lo llev¨® a la elite entre el enardecimiento y el rigor. All¨ª populariz¨® conceptos como "el otro f¨²tbol", un caj¨®n de sastre en el que cabe desde la picaresca hasta el respeto m¨¢ximo a los c¨®digos del f¨²tbol y la preparaci¨®n de los profesionales. Fue en Sevilla y con Caparr¨®s cuando empezaron a resonar con fuerza conceptos como el cuidado en la alimentaci¨®n del futbolista, pero tambi¨¦n cuando se etiquet¨® al equipo por la rudeza en algunas formas sobre el campo.
Tras cinco a?os de desgaste, Caparr¨®s dej¨® el equipo de su coraz¨®n a las puertas de la gloria. Acept¨® la oferta del Deportivo y estaba en A Coru?a cuando el Sevilla alz¨® los brazos como campe¨®n continental en Eindhoven y abri¨® un ciclo inolvidable. Desde la atalaya de su piso sobre la bah¨ªa de Riazor, no hubo noticias de morri?a, pero s¨ª de incomodidad. "Asum¨ª un trabajo duro, similar al de una empresa que tiene que hacer una reconversi¨®n", recuerda. La herencia de Irureta no era sencilla de igualar y m¨¢s cuando Lendoiro ya ten¨ªa un agujero en el bolsillo. Caparr¨®s carg¨® con la responsabilidad de liquidar a los pesos pesados de la plantilla, futbolistas cuyos sueldos ya empezaban a ser una carga. Y se guard¨® el amargor de haber elegido un equipo a la baja, ¨¦l, que pensaba que sal¨ªa de Sevilla para dar un paso adelante. Por eso mientras su gente triunfaba y el Deportivo emprend¨ªa la cuesta abajo trat¨® de buscar una salida, aparc¨® la oferta de Lendoiro para renovar por tres a?os m¨¢s su contrato bianual y trat¨® de romperlo con un flirteo con Osasuna. Una postrera conversaci¨®n con el presidente deportivista impidi¨® la salida, pero la relaci¨®n hab¨ªa quedado da?ada, sobre todo con la afici¨®n, parte de la cual lleg¨® a se?alarle por tirar una semifinal de Copa ante el Sevilla por sus afectos.
Por eso cuando le llamaron de Bilbao no tuvo dudas. En pleno proceso electoral, los tres candidatos a la presidencia del Athletic, Fernando Garc¨ªa Macua, Juan Carlos Erkoreka y Javier Gonz¨¢lez alcanzaron un curioso consenso: el entrenador del Athletic ten¨ªa que ser un utrerano, el primer t¨¦cnico ni curtido en el Pa¨ªs Vasco ni extranjero en hacerse cargo del equipo desde 1972. Tampoco eran tiempos f¨¢ciles en el Bocho, pero por fin Caparr¨®s sinti¨® que aquello era un dulce. Le seduc¨ªa el trabajo con la base, el que hab¨ªa visto hacer en el Madrid a Luis Molowny e intent¨® replicar en el Sevilla para dar cancha a j¨®venes como Reyes, Sergio Ramos, Diego Capel o Jes¨²s Navas, que debutaron sin haber estrenado la mayor¨ªa de edad. En A Coru?a lleg¨® a convocar a entrenamientos a chiquillos de 15 a?os, lo que muchos entendieron como una manera de vender humo, reproche que en Lezama entend¨ªa que no se pod¨ªa replicar. All¨ª no dud¨® en conceder vuelo a Iker Muniain, una de las herencias m¨¢s palpables de una estancia buena en cuanto a resultados, pero con sensaciones contrapuestas. M¨¢s all¨¢ de su breve y accidentada estancia en el Neuchatel, los equipos de Caparr¨®s siguen siendo reconocibles, f¨²tbol directo, presi¨®n, intensidad, rigor defensivo y aprovechamiento de la estrategia. "En lo entrenable no nos puede ganar nadie", repite a sus pupilos de forma machacona. Lo volver¨¢ a hacer en Mallorca, donde no ser¨¢ complicado verle comer pa amb oli y arros brut.
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