Los pies de Diego y las manos de Sas¨¤
Salvatore Carmando, masajista de Maradona en su etapa en el N¨¢poles, recuerda los viejos tiempos junto al astro argentino tras haberse jubilado
Hay profesiones que se aprenden en casa y se van pasando de padres a hijos. Como la de alba?il, fontanero, carpintero o, en este caso, masajista. Salvatore Carmando, que cuid¨® de los m¨²sculos de Diego Armando Maradona en su etapa en el N¨¢poles (1984-91), aprendi¨® de su progenitor. En casa, durante los ratos libres. ¡°Es una tradici¨®n familiar. Somos 14 hermanos y 10 hemos salido masajistas. Nos ense?¨® pap¨¢. Yo luego me march¨¦ a N¨¢poles para hacer un curso de fisioterapeutas y masajistas deportivos. Era obligatorio sacarte el t¨ªtulo para poder trabajar en un equipo de f¨²tbol¡±, cuenta con su fuerte acento napolitano al otro lado del tel¨¦fono.
Salvatore naci¨® en Salerno hace 69 a?os. Emigr¨® a N¨¢poles (unos 50 kil¨®metros desde su ciudad) para sacarse el t¨ªtulo y en 1974 le fich¨® el Napoli del presidente Ferlaino. No sab¨ªa, por aquel entonces, que a los 10 a?os se convertir¨ªa en el hombre de Maradona. Su confidente, su amigo, su v¨ªctima favorita para las bromas. Y, sobre todo, en el hombre que cuidar¨ªa de sus m¨²sculos durante casi una d¨¦cada. ?Qu¨¦ sab¨ªa de Maradona antes de que llegara a Italia? ¡°Que marcaba goles en el Barcelona y que era un fen¨®meno¡±, contesta Carmando, que se jubil¨® en el mismo N¨¢poles tras 35 a?os de servicio.
El Pelusa se lo llev¨® incluso al Mundial del 86. ¡°Solo se fiaba de Sas¨¤ [el apodo de Salvatore]. Maradona no soportaba a la gente que no se re¨ªa, i musoni como decimos en Italia, y Sas¨¤ viv¨ªa con la sonrisa puesta en la cara¡±, recuerda ahora el exfutbolista Salvatore Bagni, que coincidi¨® con Maradona el N¨¢poles . Sas¨¤ asegura que se le pone todav¨ªa la piel de gallina cuando piensa en aquel d¨ªa de verano de 1984 en el que el argentino congreg¨® a 70.000 personas en el San Paolo para su presentaci¨®n. ¡°La ciudad y el estadio se volvieron locos. Hab¨ªa tal cantidad de gente. ?Y solo para verle hacer unos malabarismos!¡±.
Maradona siempre ped¨ªa pasta aglio, olio y peperoncino
No hay ciudad en el mundo m¨¢s supersticiosa y con m¨¢s rituales que N¨¢poles. Maradona lo aprendi¨® r¨¢pido. Carmando fue el objeto de un ritual que con el tiempo se ha convertido en una de las im¨¢genes hist¨®ricas del club. El beso de Maradona en la cabeza de Sas¨¤. ¡°Antes de cada partido Maradona se me acercaba, me entregaba el gagliardetto [el escudo del equipo] y me besaba la cabeza. Lo hizo siempre, siempre. No puedo desvelar lo que me dec¨ªa en esos momentos porque quiero escribir un libro y all¨ª lo contar¨¦ todo¡±, cuenta Carmando. Tambi¨¦n le ve¨ªa rezar muy a menudo. ¡°Era muy cat¨®lico. Y es la persona m¨¢s generosa que conozco, era amigo de todos, nadie en el vestuario hablaba mal de ¨¦l. En el campo ten¨ªa una t¨¦cnica e inteligencia fuera de lo com¨²n¡±.
Fue una relaci¨®n estrech¨ªsima, como la que Ra¨²l mantuvo con Pedro Chueca, fisio del Madrid. ¡°Nuestro primer encuentro fue el primer d¨ªa de concentraci¨®n en Castelpiano [Toscana]. Se acerc¨® a la camilla, se qued¨® un rato vi¨¦ndome trabajar y me dijo: quiero ponerme en tus manos¡±, explica Sas¨¤. Y as¨ª empez¨® a forjarse una amistad que dura todav¨ªa hoy. Tambi¨¦n vinieron las bromas, y las celebraciones del scudetto en las que se ve¨ªa a Maradona abrazado a Carmando en el vestuario; los dos cantando la hist¨®rica canci¨®n de toda una ciudad. La que dec¨ªa: ¡®Oh mamma mamma mamma, oh mamma mamma mamma, sai perch¨¦ mi batte il coraz¨®n, ho visto Maradona, ho visto Maradona. Oh mamma, innamorato s¨°¡¯ [Oh mam¨¢ ?sabes por qu¨¦ me late fuerte el coraz¨®n? He visto a Maradona y enamorado estoy].
Antes de cada partido se me acercaba, me entregaba el ¡®gagliardetto¡¯ y me besaba la cabeza
?Qui¨¦n le ense?¨® el italiano? ¡°Nadie, aprendi¨® ¨¦l solito¡±. De vez en cuando se escapaban los dos para irse a comer juntos: ¡°Diego siempre ped¨ªa pasta aglio, olio y peperoncino¡±, dice. Es la receta t¨ªpica del sur de Italia, espaguetis con ajo, aceite y guindilla.
La ¨²ltima vez que se vieron fue hace cinco a?os para un partido ben¨¦fico. ¡°Hablamos por tel¨¦fono cada par de meses¡±, dice Carmando, que recuerda todav¨ªa la broma que le hizo el 10 una noche de concentraci¨®n en un hotel. ¡°Me dio un susto de muerte. Hab¨ªa salido de mi cuarto para hacer la ronda en las habitaciones y aprovech¨® ese momento para meterse debajo de mi cama con Carnevale y Giordano Bruno. Cuando me acost¨¦ empezaron a dar golpes sin parar. ?Casi me da algo!¡±. Era el N¨¢poles ganador de finales de los a?os ochenta. El N¨¢poles que jug¨® en Europa. Carmando no ha podido repetir en la Liga de Campeones este a?o. Se jubil¨® en 2009.
Era muy cat¨®lico y generoso. No he visto a nadie con ese tren inferior y esa arrancada
Esta noche ver¨¢ a sus otros chicos, Cavani y Lavezzi, contra el Chelsea desde casa. Apoy¨¢ndolos y reflexionando sobre c¨®mo ha cambiado el f¨²tbol en los ¨²ltimos 20 a?os. ¡°Ya no es lo mismo, hay demasiado colmillo retorcido en todos los programas de tele¡±. ?Y Messi? ¡°Es un gran jugador, pero no llega a tener el talento de Maradona. Un futbolista como ¨¦l, con su tren inferior y esa arrancada no lo he visto nunca. Ten¨ªa una musculatura tan buena que nunca tuvo un problema muscular. Ni una rotura, ni una contractura, ni un pinchazo¡±. Palabra de Sas¨¤.
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